Del jardí bell de València
és Ayelo ermosa flor
que escampa, arreu, les fragàncies
que despedeix lo seu cor
Miguel Ferrándiz . "Himne a Ayelo"


jueves, 16 de junio de 2022

Aielo y el cólera. Els Requena de Aielo de Malferit. Por Santiago Gasset (II)

2-Aielo y el Cólera

Otra de las historias que por tradición oral nos ha llegado es cómo el cólera afectó a una de nuestras familias.

En Ayelo se tienen constancia de tres epidemias de cólera.  De estas tres, las que afectaron con mayor fuerza a la población, fueron las de 1854 y 1885. No sabemos concretar en cuál de ellas fue. No obstante, parece más probable que fuese la de 1854, pues cuando me lo contaron, parecía referirse a un recuerdo lejano, que se había transmitido oralmente, y la epidemia de 1885, la habría vivido directamente mi bisabuela, Rosario Requena Vicent, que nació allá en 1870.

Si el cólera generó tanta mortandad, era, en buena medida, al desconocimiento de las causas de la enfermedad, del contagio y el tratamiento. El cólera no se transmite directamente de persona a persona, sino por contacto con las heces de la persona afectada, o comiendo alimentos o líquidos contaminados. Por ello, no era extraño que la enfermedad se contagiase dentro de la familia, y afectase a varios miembros.

Y esto es lo que pasó a esta parte de nuestra familia en Ayelo, a la que no podemos poner apellidos, fuesen los Requena, los Vicent, los Girónes o los Belda. La epidemia del Cólera afectó a varios miembros de una misma familia, y poco a poco, fueron muriendo varios de ellos. Seguían las indicaciones de los médicos, que, con sus pocos conocimientos de la enfermedad, recetaban beber poca agua
, pues sospechaban que podía estar contaminada, y también, con el objeto de calmar la diarrea.

Una de las últimas afectadas, imploraba poder beber agua, y sus familiares, se lo negaban. Por aquel momento, ya había fallecido el resto de miembros afectados, por lo que ella razonó:

Mirad, han fallecido todos los que han cogido el cólera en la familia, no se ha salvado ninguno, mi fin no va a ser diferente y no pienso morirme con esta sed espantosa.

A los familiares les pareció que tenía razón y la dejaron beber. Por tradición oral, me dijeron que bebió siete cántaros, pero, dejémoslo en 7 vasos, o en que bebió hasta saciarse. Bueno, y…, no murió.

Hoy en día, una parte del tratamiento es la rehidratación agresiva, que reduce la mortalidad. Por ello, es una historia que entra dentro de lo creíble y aceptable.

 

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