Del jardí bell de València
és Ayelo ermosa flor
que escampa, arreu, les fragàncies
que despedeix lo seu cor
Miguel Ferrándiz . "Himne a Ayelo"


martes, 30 de octubre de 2018

Espanta la Por. Per Tots Sants mostres valencians 2018.



Espanta la Por. Per Tots Sants mostres valencians... Ja estan ací! Ja estan els nostres mostres valencians a la Biblioteca Pública d’Aielo de Malferit “Degà Ortiz i Sanz”.  Vine a conèixer la nostra colla de mostres: El Home del Sac, El moro Mussa, El momo, Els greixets, La Marimota, La Bruixa, La Tarasca, el Butoni, El Drac del Patriarca... 
Esteu tots convidats a la Campanya #EspantalaPor2018. Campanya organitzada pel Museu Valencià d’Etnologia, per a parlar a grans i menuts de l’imaginari valencià de la por al voltant de Tots Sants i la nostra Biblioteca s’ha adherit a participar en la campanya.
El nostre objectiu consistirà en difondre l’imaginari popular valencià sobre la por, fomentar la lectura i la literatura popular valenciana, així com recopilar i fer memòria oral de les contalles, històries i llegendes locals estretes de la tradició oral de Tots Sant i Nit d’Ànimes a Aielo.
 

DIMARTS 6 DE NOVEMBRE 2018:
VESPRADA DE POR A LA BIBLIOTECA
Contacontes familiar per a xiquets i xiquetes
a càrrec de LLOMBRIGOL RONDALLAIRE
Lloc: Biblioteca, hora: 18’00h

DIVENDRES 9 novembre
NIT D’ÀNIMES A LA BIBLIOTECA
CONTES-TERTÚLIA NOMÉS PER ADULTS
A càrrec de JAIME PERALTA APARICIO
Repertori esgarrifós de contalles, històries i llegendes de por estretes de la tradició oral de Tots Sant a Aielo. Cofafes, castanyes, moniatos, carabasses torades i les ànimes del Purgatori seran les protagonistes... a mi, a mi, a mi...!!! tot això i molt més.
Lloc: Biblioteca, hora: 19’30h


 

sábado, 27 de octubre de 2018

Bitácoras aielenses. Per Llorenç Barber


Llorenç Barber en l'Entrada de Bandes, el 5 d'agost de 2013.
En el Aielo en el que yo nací y crecí no había nada culturalmente reseñable. Por no haber no había casi ni fiestas. Un manto de silencio y muda represión (que nadie nos desvelaba), un trinquete, un cine (donde por cierto tenían entrada gratis siempre que querían los hijos de guardia civil, para envi­dia de todos nosotros) y mucha, mucha igle­sia (también con su cine, a veces más atrevi­do que el otro). Una iglesia que a veces era paseo con campanilla cantando, en agosto, aquello de “el primer toc, a resar-li la novena a san Roc’’, otras era ceremonia procesional, “patronato" o reverencial beso de mano o incluso reparto de víveres: leche en polvo y esas alubias rojas inolvidables.

En mi casa mucho aceite y poco corde­ro, leche solo para los enfermizos y muchos patos (¡toda una granja!) y mucha, mucha música. En efecto el piano no paraba en todo el día por rigurosos turnos, el acordeón (alguien lo robó más tarde de la casa del Campello), los libros (esas infinitas lecturas que nos proporcionaban, eso sí, las dos bibliote­cas: la municipal que regentaba Maruja y la parroquial con sus libros de Verne y su je­suítica colección. Escelicer que nos la leímos entera e incluso repetimos), o la guitarra. Además, la música infatigable nos desbordaba en esos anocheceres veraniegos en que -puerta de par en par- el piano hacía lle­gar sus desafines lejos a madres que daban de cenar a sus peques o a adolescentes que jugaban “als cuatre cantons”. Mucha gente se acercaba y te pedía una canción o melo­día que acababa de oír en el cine o la radio. Tardes había en que algunos venían a aprender solfeo (Pepe Mateu lo cuenta muy bien, así como los rudimentos de la guitarra de manos de mi hermano Santiago, tomando así el relevo a las menos ruidosas clases que mi madre -con delantal cocinero- nos daba a unos pocos: Marifé, Adrián, Juanito o yo, a quién por cierto alguna vez tuvo que atar al piano para evitar huidas al rio o similar.

Muchas cosas han pasado desde enton­ces, tantas que yo -extranjero ya en mi tie­rra- ni me las sé. Las que más me llaman la atención cuando paso por Aielo a visitar a mí ya viejecita madre son las siguientes.

Primero el hecho de que una extensa generación de universitarios aielenses hayan crecido y de alguna manera conviva con los suyos (en mi época éramos pocos y, lo que es peor, obligados a alejamos casi sin remisión y de por vida). A algunos de es nuevos y nuevas aielenses los conocí a través de Isabel Barber tras encontrarnos –oh fortuna en la Universidad de Valencia con  motivo de un concierto de cámara que di hace algunos  años:

“¡ es del meu poblé, es del meu poble! 

Repetía sin dar crédito a lo que leía en un cartel anunciador esta gran mu­jer y pedagoga. Recuerdo que montamos en las navidades siguientes un recital casero a donde llegaron muchos de sus para mi des­conocidos compañeros. Hablamos durante horas: un Aielo nuevo y mejor me nacía, y valía la pena conocerlo y estimarlo. Ahora, mientras esto escribo mi sobrino Santiago ¡monta “performances" en la Universidad de México!. 

Otra novedad fabulosa y quiero pensar que irrenunciable es la implantación de un espíritu y una vida democrática y cultural casi cuotidiana y que para mí, lejos de los detalles inmediatos personifico en mi buen amigo Juan Bravo: a través de él pude al fin sonar mi música en la flamante “Casa de la Cultura”, rodeado de los míos quienes al fi­nal del concierto me aturdían con sus abra­zos y recuerdos. Veo al “ti seba” que tan bien cantaba en el coro parroquial de anta­ño, o el “ti salboret" inolvidable maestro campanero de quién tanto bueno aprendí en mi adolescencia.

Pero la más definitiva para mí -deforma­ción profesional- es la creación desde la nada (i que poco, creo, hicieron los “burgue­ses" aielenses para que así fuera!) de la banda. Una banda que desde los desvelos primerizos de mi compañero Joaquín Belda a la definitiva dignidad profesional de mí ad­mirado colega Miguel Angel Sarrio es la me­jor coagulación de lo que una comunidad puede dar de sí. Una banda que, con su complementaria escuela de música es arma afilada para moldear generaciones de aielen­ses más cultas, más comunicantes y mejor relacionadas con la aldea global del 2000.

Nunca fui tan feliz en mi vida como cuando la banda de Aielo (¡un saludo espe­cial a su presidente “el Chatet”), junto a otras 24 bandas de la Vall d’Albaida sonaron en el Ensanche esa locura musical que titulé “Pietas", y que no era para mí sino un pia­doso acto de gratitud a gritos hacia todos los que desde mucho antes de que naciera has­ta hoy, han dado partes íntimas e importan­tes de sí mismos para que yo (nacido el día del Cristo justo en el momento en que la banda de Anna recogía, sonando, al predica­dor de campanillas en la vecina casa del cu­ra), para que yo, repito, pudiera estudiar y ser músico, aunque eso sí, lejos de los míos, unos míos que con el tiempo comienzo a re­cuperar creativa y definitivamente.

¿Qué nos impide inventar el futuro jun­tos? bones festes a tothom.

Madrid, a 2 de maig de 1995.
Llorenç Barber