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Llorenç Barber (Aielo de Malferit,1948).
" En mi casa siempre hubo mucha, mucha música. El piano
no paraba en todo el día y alguna vez tuvo que atarme mi
madre a él para evitar que me escapara al rio".
En el Aielo en el que yo nací y crecí no había nada culturalmente reseñable. Por no haber no había casi ni fiestas. Un manto de silencio y muda represión (que nadie nos desvelaba), un trinquete, un cine (donde por cierto tenían entrada gratis siempre que querían los hijos de guardia civil, para envídía de todos nosotros) y mucha, mucha iglesia (también con su cine, a veces mas atrevido que el otro). Una iglesia que a veces era paseo con campanilla cantando, en agosto, aquello de "al primer toc, a resar-li la novena a san Roc", otras era ceremonia procesional, "patronato" o reverencia) beso de mano o incluso reparto de víveres: leche en polvo y esas alubias rojas inolvidables.
En mi casa mucho aceite y poco cordero, leche solo para los enfermizos y muchos patos ( ¡toda una granja!) y mucha, mucha música. En efecto, el piano no paraba en todo el día por rigurosos turnos, el acordeón (alguien lo robó mas tarde de la casa del Campello), los libros (esas infinitas lecturas que nos proporcionaban, eso sí, las dos bibliotecas: la municipal, que regentaba Maruja y la parroquial, con sus libros de Verne y su jesuítica colección Escelicer que nos la leimos entera e incluso repetiamos), o la guitarra. Además, la música infatigable nos desbordaba en esos anocheceres veraniegos en que,puerta de par en par, el piano hacía llegar sus desafines lejos a madres que daban de cenar a sus peques o a adolescentes que jugaban "als quatre cantons". Mucha gente se acercaba y te pedía una canción o melodía que acababa de oír en el cine o la radio. Tardes había en que algunos venían a aprender solfeo (Pepe Mateu lo cuenta muy bien) así como los rudimentos de la guitarra de manos de mi hermano Santiago, tomando así el relevo a las menos ruidosas clases que mi madre -con delantal cocinero- nos daba a unos pocos: Marifé, Adrián, Juanito o yo, a quién por cierto alguna vez tuvo que atar al piano para evitar huidas al río o similar.
Muchas cosas han pasado desde entonces, tantas que yo —extranjero ya en mi tierra— ni me las sé. Las que más me llaman la atención cuando paso por Aielo a visitar a mi ya viejecita madre son las siguientes:
Primero el hecho de que una extensa generación de universitarios aielenses hayan crecido y de alguna manera convivan con los suyos (en mi época éramos pocos y, lo que es peor, obligados a alejarnos casi sin remisión y de por vida). A algunos de estos nuevos y nuevas aielenses los conocí a través de Isabel Barber tras encontrarnos —oh fortuna— en la Universidad de Valencia con motivo de un concierto de cámara que di hace algunos años: "¡ es del meu poble, es del meu poble !" repetía sin dar crédito a lo que leía en una cartel anunciador esta gran mujer y pedagoga. Recuerdo que montamos en las navidades siguientes un recital casero a donde llegaron muchos de sus para mi desconocidos compañeros. Hablamos durante horas: un Aielo nuevo y mejor me nacía, y valía la pena conocerlo y estimarlo. Ahora, mientras esto escribo mi sobrino Santiago ¡monta "performances" en la Universidad de México!.
Otra novedad fabulosa y quiero pensar que irrenunciable es la implantación de un espíritu y una vida democrática y cultural casi cuotidiana y que para mí, lejos de los detalles inmediatos, personifico en mi buen amigo Juan Bravo; a través de él pudo al fin sonar mi música en la flamante "Casa de la Cultura", rodeado de los míos quienes al final del concierto me aturdían con sus abrazos y recuerdos. Veo al "ti Seba" que tan bien cantaba en el coro parroquial de antaño, o el "ti Saboret" inolvidable maestro campanero de quién tanto bueno aprendí en mi adolescencia.
Pero la más definitiva para mí —deformación profesional— es la creación desde la nada (¡ que poco, creo, hicieron los "burgueses" aielenses para que así fuera !) de la banda. Una banda que desde los desvelos primerizos de mi compañero Joaquín Belda a la definitiva dignidad profesional de mi admirado colega Miguel Angel Sarrió es la mejor coagulación de lo que una comunidad puede dar de sí. Una banda que, con su complementaria escuela de música es arma afilada para moldear generaciones de aielenses más cultas, más comunicantes y mejor relacionadas con la aldea global del 2000.
Nunca fui tan feliz en mi vida como cuando la banda de Aielo (¡un saludo especial a su presidente "el Chatet"!), junto a otras 24 bandas de la Vall d'Albaida sonaron en el Ensanche esa locura musical que titulé "Pietas", y que no era para mí sino un piadoso acto de gratitud a gritos hacia todos los que desde mucho antes de que naciera hasta hoy, han dado partes íntimas e importantes de sí mismos para que yo (nacido el día del Cristo, justo en el momento en que la banda de Anna recogía, sonando, al predicador de campanillas en la vecina casa del cura), para que yo, repito, pudiera estudiar y ser músico, aunque eso sí, lejos de los míos, unos míos que con el tiempo comienzo a recuperar creativa y definitivamente.
¿ Qué nos impide inventar el futuro juntos?, Bones festes a tothom. Madrid a 2 de maig de 1995.
Llorenç Barber. Publicado en el Libro de Fiestas de 1995
Mucho ha llovido desde que Barber escribió este artículo. En estos 15 años nació un festival pionero en España que llevaba el nombre de Aielo vinculado al arte de vanguardia. Se mantuvo año tras año, dignamente, con un público que se fue creando a pesar de lo difícil de la apuesta. Muy poco le costaba al pueblo (3000 €) pues muchos artistas no cobraban y se conseguían subvenciones de varios sitios.
ResponderEliminarPero nuevos políticos vinieron que, faltos de sensibilidad y cultura, tacharon a estos innovadores de "melenudos" y "tipos raros", les negaron el pan y la sal y despreciaron el trabajo desinteresado de este hijo ilustre de Aielo. A pesar de ello, Llorenç y los suyos siguieron llevando les Nits d'Aielo i Art al exilio de Valencia durante varias ediciones.
El año pasado celebraron la 13 edición contra vientos y marea ......pero este año quizá sea el primero que no se haga, pues nada se sabe de él cuando por estas fechas otros años ya se había realizado. ¿Qué ha sido de les Nits d'Aielo i Art?, ¿acaso nadie alza la voz preguntándoselo? ¿tan insensibles nos hemos vuelto que nos da igual?
Es muy injusta esta actitud de su pueblo hacia un artista que donde ha ido siempre ha pregonado sus raices aielenses.
El artista nunca es profeta en su tierra!
ResponderEliminarNunca mejor dicho.