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Las danzas tenían lugar en la plaza del Palacio, muy regada e iluminada, donde se formaba desde la mañana un círculo ovalado por las sillas de los vecinos.
Y ahora digamos algo sobre el folklore de Ayelo, costumbres, cantos y bailes. En cierta ocasión recibí, no hace mucho tiempo, una carta de un músico historiador pidiéndome que como cronista de Ayelo de Malferit le diera noticia de los cantos populares de la villa. Le envié algo (D. Paco Juan Requena) de lo que luego hablaremos; y le añadí que tenía noticia de que D. Eduardo López Chavarri, gran musicólogo, había recogido durante su breve estancia en Ayelo algunas de las canciones que entonaban los labradores durante su faena, pero que de ellas actualmente, suponía que no quedaba constancia. Yo recuerdo haber oido cantar aquellas canciones a los hombres de Ayelo, en el campo; tenían una cadencia extraña, inusitada, como oriental. Dudo que alguien hoy, ni los más viejos, sabrían cantarlas, lo que realmente es una verdadera pérdida.
Aparte de esto,desde siempre se ha cantado mucho en Ayelo, incluso los chicos jóvenes por la calle solían cantar las canciones de moda, costumbre hoy decaida. Pero sobre todo en dos ocasiones: en Pascua Florida, con motivo de la "mona" y en Navidad para pedir el aguinaldo.
Los cantos de Pascua, siempre en el campo donde se iba a merendar, eran siempre acompañados de baile; los muchachos formaban corro, luego se soltaban bailando por parejas y suelto, pues aquí aún no había llegado el agarrao. Recuerdo sobre todo la Tarara, y entre otras aquella copla que decía: els fadrins d'Ayelo ... etc.
Los cantos de Navidad, se entonaban acompañados de zambomba, pandereta y matraca por la chiquillería del pueblo a las puertas de las casas y siempre por la noche.
Si los cantos y bailes de los ayelenses en Pascua eran ruidosos, las danzas al estilo del país (como los calificaban los programas de nuestras fiestas mayores) eran de lo más serio y elegante. Las danzas se celebraban por la noche durante los tres días siguientes a los del Cristo y San Engracio; tenían lugar en la plaza del Palacio, muy regada e iluminada, donde se formaba desde la mañana un círculo ovalado por las sillas de los vecinos.
Para los preparativos habían sido muy solemnes, porque era una representación del Ayuntamiento, precedida por el tabalet y la dolçaina, la que por la mañana había hecho numerosas visitas, invitando a concurrir como ballaores y ballaors a los mejores bailarines. La danza se bailaba con acompañamiento de tabalet y dolçaina, y no insisto más sobre este festejo porque ya publiqué en un libro de fiestas de este pueblo todo lo que aquí tendría que repetir.
Grandes bailadoras y bailadores, hasta el punto de impresionarme y recordarles hoy fueron: Asunción, la madre de Luiset Martí; Pura "la Palloca" (lamento no saber su apellido), el tio Mora (que todavía vive, gracias a Dios), María Requena la "Comadrona", elegantísima bailando y sobre todo Toni el "Carnicer". De él me decía su hija hace pocos días: "totes les xiques volíen ballar en mon pare".
Y por no hacer este punto tan largo, no os hablo de les perolaes, les ensendregaes y les asquellaes que creo que aún se dedican a los viudos reincidentes.
Mª Ángeles Belda.
Fragmento de su conferencia del 13 de mayo de 1980 con motivo del 50 aniversario de la inauguración de les Escoles Velles.
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