A Miriam Vicent Aparici, Reina de Fiestas 2003.
Quisiera decir antes que nada,
que participar en el Programa de Fiestas de este año, me llena de alegría, me
emociona. Siento un gran cariño por Aielo, no solo por las raíces familiares
que me unen a él, también por los recuerdos de mi infancia que viví aquí. Mi
prima Lola (la mañana) me comentó la idea de poner una foto antigua de mi
madre, en el programa de Fiestas de este año, la idea me gustó mucho, se cumplen
cien años del nacimiento de mi madre y nació en Aielo, este es un buen motivo
para escribir sobre ella, hacerlo en el programa de Fiestas de su Pueblo al que
tanto quería, me llena de satisfacción, lo hago como homenaje a su memoria.
Pero veréis que este escrito
tiene dos dedicatorias, no es una casualidad, mi madre es la bisabuela de la
reina de fiestas de este año; éste es otro buen motivo para descubrir un
poco de Historia, es importante saber de dónde venimos, quiénes somos y a dónde
queremos llegar, ésta, es una pequeña parte de esa Historia.
Nació en Aielo de Malferit el 19
de Julio de 1903, en la calle del Carmen nº4, en la familia de “els
mañanos", aquí la llamaban cariñosamente "Doloretes la mañana",
ella siempre sonreía cuando lo escuchaba, su sonrisa, llenaba todo el espacio
donde se encontraba. Cuando yo venía (aún hoy) me gustaba mucho que me
preguntaran si yo era la hija de Doloretes, la "mañana", siempre me
ha hecho feliz ese reconocimiento.
No conocí a mi Abuelo Salvador ni
a mi Abuela Maria, nací bastantes años después de que ellos murieran, mi madre
y mis tíos me decían siempre, que yo me parecía a la Abuela María, porque soy
pequeña como ella, me alegraba mucho que me lo dijeran. Mi madre tuvo tres
hermanos y una hermana, el tio Savoret, aquel hombre pequeño con un poco de
genio y que siempre iba a la suya, la tía Asunción, también murió antes de que
yo naciera, la conocí a través de una fotografía que siempre vi en una de las
paredes de mi casa, y por lo que mi madre hablaba de ella, así aprendí a
quererla, el tío Ramón, hombre de cuerpo erguido que daba la impresión de no
dejarse doblegar por nada ni por nadie, después de él, estaba mi madre, por
último el tío Pepe, un hombre bueno, de sonrisa ancha, siempre me hacía reír,
yo sentía por él un cariño especial, recuerdo que cuando le besaba su barba
siempre "picaba", yo siempre protestaba y a él le divertía mi
protesta.
Mi madre se casó en Aielo por
primera vez, aquí nacieron tres de mis hermanos, Visentico, Rafael y Juanito.
Enviudó y volvió a casarse, viniéndose a vivir a Ontinyent, donde nací yo y
tres de mis hermanos, Fina, Trini y Conchin. Mi madre siempre se sintió
orgullosa de sus raíces, amaba la tierra que la vio nacer! Se le iluminaba la
cara cuando hablaba de Aielo; de sus años de niña, de joven, de su familia, lo
hacía de tal manera que contagiaba, nos transmitía el cariño que sentía por su
tierra repetía muchas veces aquel refrán que dice “de Aielo al Cielo y en el
Cielo hay una ventanita donde se ve Aielo", sonreía cada vez que lo toda
decía, su amor por su Pueblo lo conservó hasta el último día de su vida.
Con mi madre y mi padre (también
se cumplen cien años de su nacimiento, así que va también por él) veníamos muy
a menudo a Aielo, mis hermanos pequeños mis hermanas y yo pequeñas en medio de
los dos. Recuerdo los caminos por los que veníamos a pie, la “sequia", con
todas las dificultades que tenía las "subiditas de la Serratella",
pero a pesar de todo, aquellos viajes eran toda una fiesta, siempre lo he
recordado con mucho cariño, forman parte de mi vida. Recuerdo que cuando llegábamos
a Aielo, a mí me faltaba tiempo para preguntar por el tío Pepe si no lo veía,
si no estaba en casa, es porque estaba en el rio ¡cómo corría yo la calle del
Carmen abajo para buscarle! ni la pared del lavadero me detenía, corría hasta
encontrarle, algunas veces él ya subía cuesta arriba con su "capazo",
cuando me veía se reía por la carrera que yo llevaba, me cogía de la mano y yo
era la niña más feliz del mundo.
Hay otra imagen del tío Pepe que
recuerdo con mucho cariño, cuando le vi pisar uva para hacer vino, fuimos mi
primo Pepe y yo a verle donde hacia ese trabajo, recuerdo que los dos nos
quedamos con la boca abierta. La casa del Carmen n°4, guarda para mí muchos y
felices momentos. Recuerdo la vieja "mecedora" por la que nos peleábamos
por quién llegaba primero, peleas sin maldad con las que no divertíamos. Yo
siempre me dormía en ella cuando conseguía llegar primero, recuerdo las noches
en que me ponía charla que charla, no dejaba dormir a mis primas, ellas aún me lo
recuerdan.
Tenía mi grupo de amigas, porque
de niña pasaba mucho tiempo aquí. Encontré en Ontinyent hace poco una de
aquellas niñas, (ya no lo somos ninguna de las dos) reconozco que yo no la
recordaba, pero ella sí me reconoció, las dos recordamos los bonitos que fueron aquellos años y lo lejos que están ya.
Hay otros recuerdos que conservo, de cuando yo venía a Aielo, había una visita
que siempre hacia, a la tía “Chirra”, vivía en la Plaza del Palacio, creo
recordar que era prima de mi madre, yo la quería mucho, visitarla era algo que
me hacía feliz, de ella recuerdo que era una mujer bondadosa, recuerdo que tenía
varios hijos e hijas, algunas de sus caras aun las recuerdo, claro que con el
paso d tiempo, todas cambiamos, de lo que no he olvidado nunca, es de lo bien
que me sentí en aquella casa cada vez que iba, me emocionaba recodar todas
estas cosas, y esa emoción me hace sentir viva.
Ninguno de mis hermanos que
nacieron aquí, olvidaron sus raíces, las sentían y las vivían, Vicentico venía
con mucha frecuencia, le pregunté un día (yo tenía trece años) que si tenía
novia aquí, me miró y sonrió pero no dijo nada, yo siempre pensé que se casaría
con una chica de aquí, pero murió joven y la vida no le dio tiempo para más.
Rafael respiraba Aielo por cada poro de su piel, claro era el fin de semana,
que no cogía su moto y se venía, visitaba a su familia y a sus amigos, ¡que los
tenía!, en ocasiones, cuando su moto le fallaba siempre había algún amigo que
lo traía. Juanito, tu abuelo Mirian, ¿qué podía contarte de él?, de niño fue mi
compañero de juegos y era muy divertido, una vez jugábamos al escondite con una
perra que teníamos en casa, yo tenía que sujetarla hasta que él se escondiera,
cuando la perra vió él corría, corrió detrás de él y a mí me tiró dentro de un
charco, ¡Cómo se reía el muy "pillastre" cuando me vio entre agua y barro!
Se casó y volvió donde estaban raíces, aquí formó su propia familia,
recuerdo en una ocasión en que vine a Aielo, que pidió que le acompañara a
verte, estabas jugando en el patio del Colegio, tú no te acordaras porque eras
muy pequeña, nos paramos los dos en la verja y metiendo la mano en el bolsillo
sacó un caramelo y te llamó al tiempo que te lo enseñaba, ¡cómo se le
iluminó la cara al ver que corrías hacia él! se le dibujó una sonrisa de esas
que te convencen de que el amor existe, ¡jamás lo olvidaré!. iQue si le
gustaban las fiestas? ¡Festero por los cuatro costados! estoy segura, de que
esté donde esté, sabe que eres la reina de este año, seguro que se vestirá de
OLEYANO y desfilara contigo y tú lo veras con los ojos del corazón, que es como
vemos a las personas que amamos y que están en otro lugar, porque los ojos del
corazón, llegan donde no pueden llegar los ojos de la cara.
Miriam, cumples años, estrenas
mayoría de edad y eres Reina, deseo que seas Reina de ti misma, y todos los
dias de tu vida y, que estas fiestas, sean para ti inolvidables ¡seguro que lo serán!
Quiero terminar con un poema que
escribí hace tiempo en homenaje a mi madre, deseo con toda sinceridad también,
que las ciudadanas y ciudadanos de Aielo disfruten de estas fiestas, al tiempo
que recordamos con cariño y respeto, a los que un día las compartieron con
nosotros.
Lola Peralta Rico
Ontinyent, abril
2003
CARTA A MI MADRE
Te fuiste hace ya un tiempo
y ahora te quiero escribir,
para decirte ¡tantas cosas!
que antes no supe decir.
Fuiste la sal de la tierra
de la mía que tu engrandaste,
y para que yo vida tuviera,
nueve meses en tu vientre me guardaste.
Nací en un duro invierno
y tú me arropaste con tu calor,
empezando en mi tierra a sembrar
la semilla de la verdad y el amor.
¡mejor herencia no podía yo heredar!
Hoy, camino entre la gente,
al recordarte siempre tengo que recordar,
y que aunque mucho tu sufriste
te vi más veces reír que llorar.
¿es que acaso de payaso
la vocación tu tenías?
que como escondías tu pesar
para pintar en nuestras caras alegrías
Tal vez aquel gesto tuyo
yo aprendí a saborear,
que la dulzura es hija del amor
y también del amor, es hija la verdad.
Te fuiste de madrugada
sin quererme despertar,
yo te llamé después desesperada
¡pero ya no me pudiste escuchar!
Pensándolo bien,
del todo no te has marchado,
porque esté yo donde esté
¡siempre te siento a mi lado!.
Porque sigo escuchando tu voz,
te oigo tararear tus canciones,
¡y tantos recuerdos juntos
mi alma llenan de emociones!
Por eso escribo a la tierra,
donde tu cuerpo reposa,
y grito a los cuatro vientos con emoción,
que en mi jardín ¡madre!
¡tú fuiste la flor más hermosa!
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