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LOS MOROS O SARRAÏNS DE AYELO
MUDÉJARES Y LUEGO MORISCOS (y III)
por Fernando Goberna
"Moriscos en Granada", grabado de Joris Hoefnagel, 1564. (Foto: Google imágenes)
EL DESARME DE TODOS LOS MORISCOS VALENCIANOS POR LA PRAGMÁTICA DE
FELIPE II. LO QUE OCURRIÓ EN AYELO.
Los moriscos valencianos consiguieron, no obstante, y mediante negociaciones que llevaron a cabo con el rey (también ofreciendo donativos los que estaban en una situación económica mejor), diversos aplazamientos para su integración definitiva en la sociedad cristiana, o sea, que en unos cuarenta años deberían ir dejando sus costumbres y prácticas (el tribunal de la Inquisición actuó, pero en menor medida durante este tiempo, en la persecución de sus prácticas rituales). Este acuerdo se refrendó por decreto dado en Valencia el 21 de mayo de 1528, luego aprobado por las cortes de Monzón el 17 de julio (14).
Fue un tiempo en que los moriscos, unos abandonaron sus costumbres y otros, posiblemente los más, comenzaron a disimularlas. Así, por ejemplo y según cronistas e historiadores de la época, durante el Ramadán muchos continuaban ayunando, si los cristianos les ofrecían carne de cerdo, decían que estaban saciados, y si algún día del Ramadan les ofrecían de beber contestaban que no tenían sed, y eso aunque estuvieran sudando a chorros. Respecto a los nuevos nombres después del bautismo, muchos en la intimidad continuaron usando el árabe, e incluso algunos lavaban la cabeza de sus hijos para borrar las señales del cisma. No obstante, algunos moriscos fueron abandonando sus costumbres e integrándose en la sociedad cristiana.
Durante estos años el poder otomano al otro lado del mediterráneo fue haciéndose cada vez más amenazante, y los berberisco del norte de Africa hostilizaban continuamente las naves españolas e incluso llegaban a las costas levantinas (es famoso el asalto del pirata Dragut a Cullera en 1550). Ante esta situación no es extraño que los cristianos miraran a los moriscos con desconfianza, pues al fin y al cabo habían pertenecido al mundo musulmán, y había quien pensaba que podían sublevarse otra vez con la ayuda de los berberiscos y otomanos.
Grabado de la obra de historia de España del Canónigo Ortiz. Representa
el triste momento de la expulsión de los moriscos en 1609.
Felipe II comenzó a reinar en España en 1556 con la situación de los moriscos no resuelta, ni desde el punto de vista religioso ni desde el de la seguridad en el Mediterráneo. Pasado el período de moratoria antes pactado, el tribunal de la Inquisición comenzó a elevar causas sobre prácticas ocultas de los moriscos, sobre todo eran perseguidos los sanadores y retajadores, y así entre 1550 y 1610 fueron muchos los casos llevados ante el Tribunal (uno de estos casos parece ser el de un morisco de Ayelo apellidado Baex) (15), las penas impuestas variaban, aunque la mayoría perdían sus bienes, eran encarcelados, y muy pocos, aunque hubo casos, fueron condenados a morir.
Sin embargo no hay que pensar que los lugares como Ayelo, habitados mayoritariamente por moriscos, no tenía ninguna organización municipal, por el contrario, a mediados del siglo XVI el lugar de Ayelo era lo que se llamaba una universidad, es decir, un municipio no dependiente de otros lugares, y así, en el documento sobre la toma de posesión del Lugar de Ayelo por Jaume de Malferit de 1555 (16), eran cargos de dicha universidad los siguientes: Batle era Joan Campar, llochthinent del justicia Berthomeu Peralta, justicia Frances Petrayre y jurats Luis Petrayre y Frances Bodol; todos ellos moriscos excepto, quizá, Frances Bodol como ahora veremos.
El asunto sobre el peligro de los moriscos era, en realidad, más ficticio que real ya que los moriscos no tenían ninguna capacidad ni intención de levantarse en armas; no obstante, el rey decretó varias pragmáticas para desarmar a los moriscos, aunque la principal, por el volumen de lo recogido, fue la de 1563. En Valencia fue promulgada el 19 de enero de ese año, y en ella se decía que a los moriscos del reino de Valencia y a sus descendientes no se les permitía ni permitiría en adelante llevar armas de ninguna clase, excepto cuchillos u otros instrumentos necesarios para el uso en la casa, artes u oficios. Los señores de los lugares de moriscos debían de ser los directamente encargados del registro y entrega de las armas.
El 4 de febrero de ese año llegó al lugar de Ayelo la comitiva, allí fue leído al señor de Ayelo, Jaume de Malferit, el mandato del capitán general del reino de Valencia que era Alonso de Aragó, duque de Segorbe, para hacer cumplir la pragmática del rey. Se procedió a registrar casa por casa en número de 73 requisando todas las armas que se encontraban en ellas. El resultado fue recoger 7 ballestas, 60 espadas, 17 puñales, 12 cervelleres, 8 lanzas o rodallas, y un asbrete de ballesta (17). Probablemente algunas de estas armas eran muy antiguas, transmitidas de padres a hijos desde el tiempo de los moros y Jaime I. En todo el reino de Valencia se recogieron 25.000 armas de todo tipo, entre ellas 3.454 ballestas, y 324 escopetas y arcabuces (de éstas en Ayelo no se encontró ninguna como hemos visto). Aparte de esta medida se procedió a fortalecer toda la costa con torres-atalayas para la vigilancia, algunas de la cuales todavía se pueden ver hoy.
Este registro llevado a cabo en 1563 nos permite conocer la lista de los caps de cases moriscos con los apellidos que adoptaron después de bautizados. Los he agrupado por apellidos y cotejado con los que aparecen en el citado documento de la toma de posesión del lugar de Ayelo por Jaume de Malferit de 1555. Son estos (las mujeres, que aquí no constan excepto una viuda, adoptaron los apelativos o sobrenombres de los maridos):
BAEX (o BAHEIX), hay un Miguel, otro Miguel, un Pere, un Francesc, y un Antoni.
MOLLA, hay un Francesc, un Jaume, otro Francesc (menor), y un Miguel.
CORRIT (o CURRUT), hay un Marco, y un Mateo.
CHAFER, hay un Juan.
ESPARSA, hay un Juan, un Francesc, un Gaspar (mayor), otro Gaspar (de mote Mello)
PORTIGUES (o PORTUGUES), hay un Jaume, y un Geroni.
PARILI (o PINILLI, o PARELI), hay un Bertomeu, y un Francesc. Vda. de
GASO, Pere.
CASCARIS (o CAUQUERES), un Joan, un Miquel, otro Miquel (menor).
CARCANUSER (o CORNAMUSET), un Gaspar.
CARPES, un Miquel.
GARCIA, un Joan.
PERALTA, un Joan, un Bertomeu.
SEDDA, un Bertomeu.
PETRAYRE, un Miquel, un Joan, un Gaspar, y un Lloís.
GALENT (o GALLIT), un Llois (de mote Soro).
MAMAY, un Miquel.
FONDELL (o SERELL), un Melchor. ROMEO, un Geroni, un Lloís.
BOLUDA, un Martí,
AMAT, un Jaume, un Josep.
DORMIDO, un Miquel, un Francesc.
SARROL, un Andreu.
MATRAVELL (o MONTRAVELL) un Jaume, un Gaspar (mayor).
CAMPAR, un Joan, y un Gaspar.
SOT, un Antoni.
BABONI, un Francesc.
BARERA (o BAREA), un Gaspar, un Bertomeu, un Jaume
APULIN (o ABUDI), un Francesc.
TORMO, un Gaspar, y un Francesc.
MACA t un Gaspar.
ABREDA (o VEDA), un Gaspar.
VINADER, un Geroni (de mote Baboni).
PASTOR, un Galsera, y un Gaspar.
FIGO, un Geroni.
MONTOLT (o MONTALT, o MONTAXAL), un Francesc, un Jaume, y un Joan.
En el documento sobre la toma de posesión del Lugar de Ayelo por Jaume de Malferit en 1555, aparecen, además, los apellidos siguientes que no están en la anterior:
CURT, Nofre.
BODOL, Francesc.
RABADA, Joan.
CHULLUT, Llois.
MATJAR (o NATJAR), un Gaspar, y otro Gaspar.
ABRAAN, Francesc.
ROGER, Francesc.
CARCHUPA, Pere.
ALBIARI, Joan.
Esto indica que no toda la población de Ayelo era morisca en su totalidad, y parece que hubo alguna familia de judíos conversos, y quizá de cristianos viejos (en este tiempo debía de existir ya el Raval).
De alguno de estos apellidos y apelativos o motes que adoptaron los moriscos podemos decir, por ejemplo, que del antiguo apellido BOTTAEZ (ver la lista de los nombres árabes), pudó adoptarse, quizá, el apellido BAEX. Del nombre AZMET se pudó adoptar el apellido AMAT. En otras ocasiones vemos que el apellido que se adoptó hace referencia a la ocupación, tal sería el apellido PASTOR. También de los motes se formaron apellidos, así por ejemplo de etimología romance como DORMIDO, o de etimología árabe como sería el caso curioso de BABONI que en árabe significa abejón o avispón, y que haría referencia a un aspecto físico. El de GARCIA tampoco debe de extrañar ya que en este caso se adoptó un apellido bastante común de etimología romance. CORRIT (o CORRUT, o GARRUT) parece que es de etimología romance y hace referencia a un rasgo físico sobresaliente (en este caso persona charlatana). En otras ocasiones hacía referencia al lugar de origen del linaje antes de llegar a Ayelo, tal sería quizá el caso de MONTALT, o PETRAYRE (18). Es curioso también el mote de SORO o SARO de Ali Xatini como mote que veíamos en la lista de los apelativos árabes de 1492 (ver las fotografias, al menos eso creo leer yo a la derecha de ese nombre en letra más menuda) y en la posterior de los adaptados continua apareciendo este mote como el de Llois Galent (o Gallit), es posible, pues, que fuera descendiente de aquel Ali Xatini.
SU DEFINITIVA EXPULSIÓN EN 1609 POR EL DECRETO DE FELIPE III. DESPOBLAMIENTO DE AYELO.
Entre los años 1568 a 1570 tuvo lugar la sublevación de los moriscos de la sierra de las Alpujarras granadina, pero es bien conocido que esto no tuvo ninguna repercusión en los moriscos valencianos. Por otro lado, la victoria en la batalla de Lepanto sobre los otomanos en 1571 parece que sosegó los ánimos y se vivieron unos años de calma.
La jerarquía eclesiástica, que la verdad tampoco hizo demasiado por llegar a comprender las costumbres de los moriscos (sólo casos como el del arzobispo Martín de Ayala, que hizo componer en 1566 una doctrina cristiana en lengua arábica y castellana, merecen destacarse), comenzó a manifestarse en el sentido de que los moriscos eran una minoría incapaz de convertirse de buena fe, y que no cabía otra solución que su expulsión. Desde 1569 era arzobispo de Valencia Juan de Ribera, el cual, desde una postura de preservación del catolicismo, defendió claramente que la única solución era la de la expulsión. Algunos párrocos se destacaron por su hostilidad hacia los moriscos, como Jaime Bleda*, el cura de Corbera, que escribió un librito defendiendo la causa de la expulsión.
S. Juan de Ribera convierte a un grupo de moriscos. Pintura de Fco. Domingo Marqués, de 1864. Museo S. Pio V de Valencia.
En 1582 el Consejo de Estado tomó la decisión de la expulsión, pero Felipe II demoró la medida quizá por las consecuencias económicas que la misma supondría para el reino de Valencia, y especialmente para los señores de lugares con vasallos moriscos. Murió Felipe II en 1598, y su hijo el rey Felipe III retomó la cuestión.
Era válido de Felipe III el noble valenciano Francisco de Sandoval y Rojas, duque de Lerma, el cual precisamente poseía tierras de vasallos moriscos en el reino de Valencia. El duque de Lerma pronto comprendió que la solución de la expulsión era encontrar compensaciones para los señores territoriales, y así cuando el Consejo de Estado volvió a acordar la expulsión de los moriscos el 4 de abril de 1609, y una comisión de nobles valencianos acudió a Madrid para plantearle que tal medida iba a arruinarles, les explicó que una vez expulsados los moriscos podrían quedarse, como compensación, con todos los bienes inmuebles de estos (tierras que eran propiedad de estos y que ahora pasarian a sus manos). Los nobles valencianos aceptaron entonces, y vieron la oportunidad de, una vez expulsados los moriscos, reconstruir y engrandecer sus señoríos con nuevas cartas de población muy detalladas en cuanto a partición de frutos y otros pagos (tal sería el caso de la de Ayelo) que dejó a los nuevos pobladores muy obligados con el señor territorial.
El decreto de expulsión fue dado en Madrid el 4 de agosto de 1609, y publicado en Valencia por el virrey, marqués de Caracena, el 22 de septiembre de 1609. En él se daba un plazo de tres días para que los moriscos se dirigieran a los puertos que se les señalaba, se les permitía coger los bienes muebles que pudieran llevar consigo, incluidas monedas y demás (son falsas, por lo tanto, las leyendas que se difundieron luego de que los moriscos al ser expulsados escondieron tesoros). Tan sólo no serían expulsados aquellos que pudieran avalar que eran buenos cristianos, y los niños menores de seis años.
Era señor de Ayelo por entonces D. Lucas de Malferit, y como tal tuvo que hacer leer en Ayelo el bando con el decreto firmado por el marqués de Caracena. Para los moriscos de Ayelo se les señalaba, casi con toda seguridad, el puerto de Dénia, hacia el cual tendrían que dirigirse en unos días para embarcarse. Probablemente lo que sintieron los moriscos de Ayelo sería miedo al tener que enfrentarse a una situación de pérdida completa de lo que tenían, y tener que ir a una tierra desconocida en un viaje lleno de incertidumbre.
Dado el escaso plazo que se les concedía poco pudieron hacer, tan sólo malvender los utensilios y animales que no podían llevar consigo, y lo que podían llevar recogerlo en bultos atados con telas. Sus casas quedaron abandonadas y también las tierras que durante siglos habían cultivado. El cementerio con sus antepasados lo debieron disimular cubriéndolo de tierra. Debió de ser a principios de octubre cuando comenzaron a recorrer tan triste camino sin retorno hacia el puerto de Dénia. Cargados los animales y carros con los bultos, niños, mujeres y hombres se pusieron en marcha hacia el encuentro de caminos en donde se unirían a otras familias de moriscos de otros lugares. Se sabe que el viaje hacia los puertos estuvo, en general, lleno de penalidades y que en ocasiones les asaltaron y robaron durante el camino.
Lienzo de la colección sobre la expulsión de los moriscos (fueron realizados en la misma época de la expulsión) que se hallan depositados en la Caja de Ahorros de Valencia. Representa el embarque de los moriscos en el Puerto de Denia.
Cuando llegaron al puerto de Dénia tuvieron que esperar semanas para embarcarse. Las embarcaciones que se dispusieron fueron galeras españolas e italianas y otras naves, y en ellas emprendieron el viaje más de cuarenta mil moriscos (el total de expulsados que se embarcaron en los puertos de Denia, Xábia, Alicante, Vila-Joiosa, Moncofa y Vinarós, fue de unos ciento once mil). El destino de las naves fue en su gran mayoría las costas del norte de Africa (Túnez y Argelia actuales). Allí fueron desembarcados y recibidos con desigual fortuna, aunque parece que en general bastante mal, sufriendo incluso violencias y robos en aquellas tierras, aunque también se sabe que un valle de Túnez, el valle de Medjerda, fue poblado por moriscos valencianos que se instalaron allí sin grandes dificultades (19).
Ayelo quedó despoblado, tan sólo quedaron unas diez familias, entre ellas alguna de moriscos que consiguió quizá avalar su conversión al cristianismo. D. Lucas de Malferit no tardó en preparar una carta de población para nuevas familias de otros lugares que quisieran instalarse en Ayelo.
Los moriscos de Ayelo que sobrevivieron al viaje y a las penalidades y que finalmente consiguieron volver a vivir, con el esfuerzo de cultivar la tierra, en algún lugar del norte de Africa, debieron de acordarse durante algún tiempo, quizá durante algunas generaciones transmitido de padres a hijos, de su lugar y de su rio de Ayelo, allá en el reino de Valencia, donde quedaron sus antepasados.
Cuando en abril de 1988 se descubrió esa tumba que comentábamos al principio, fue un testimonio que nos recordó que vivieron aquí, porque este era su pueblo, los moriscos de Ayelo.
Fernando Goberna. Tercera parte de su artículo publicado en el Libro de Fiestas del año 1996.
NOTAS:
* Sobre Jaime Bleda, dominico nacido en Algemesí y gran apologista de la expulsión de los moriscos, se ha publicado en el Libro de Fiestas de este año un interesante artículo de Fernando Goberna donde nos descubre que estuvo en la rectoria de Moriscos de Ayelo de Malferit entre los años 1593 y 1594.
(14) ARDIT, MANUEL,; Op. Cit., p. 436.
(15) LABARTA, ANA; Op. Cit., p. 166. (espero poder confirmar detalles sobre esta posible causa a un morisco de Ayelo)
(16) Véase la nota nº 10.
(17) Archivo del Reino de Valencia, sección Real, vol. 562 (IV), fls. 1373-1381; también BELDA SOLER, Mª ANGELES, Op. Cit., pp. 25-26.
(18) LABARTA, ANA; Op. Cit.
(19) ARDIT,MANUEL; Op. Cit. pp.448-9.