Llíria, sin lugar a dudas,
es una de las poblaciones que mayor influencia han ejercido en la religiosidad
popular de cuantos pueblos forman la extensa diócesis de Valencia, a través del
real monasterio de Sant Miquel. La devoción al santo arcángel defensor del
honor de Dios, como precisa el libro del Apocalipsis, es uno de los elementos
más definitorios de la devoción religiosa durante la Edad Media, y será la
reconquista de las tierras ocupadas por los árabes en territorios cristianos lo
que convierta al mundo occidental cristiano en nueva defensa del honor de Dios.
Las cruzadas contra los árabes se convierten en luchas contra el “nuevo”
diablo, el Islam, enemigo de los cristianos, por tanto, ¿qué hay de novedoso
para que en esta crucial circunstancia el arcángel Sant Miquel sea el protector
de los nuevos defensores de la fe? Un buen ejemplo de ello sigue siendo el
santuario de San Miguel de Aralar, en Navarra, símbolo cristiano de la
reconquista.
Valencia, la grande,
asediada largo tiempo por las tropas de Jaime I de Aragón, capituló la víspera
de San Miguel de 1238, fecha demasiado significativa para quedar en la
casualidad o en el azar. La intercesión del santo arcángel en la conquista de
la capital del nuevo reino llevó a los jurados de Valencia a instituir en 1411
la fiesta en honor de sant Miquel, que fue aprobada por Gregorio XII en 1583.
El año 1587 Sixto V aprobó el oficio y misa propios, cuyo texto original se
conserva en el archivo de la catedral valentina.
La presencia de sant Miquel
en la religiosidad del pueblo valenciano aparece desde el primer momento de la
reconquista, como vemos. En la diócesis se le van a dedicar los templos
parroquiales de Agres, L’Alqueria d’Asnar, Barx, Bellreguard, Benasau,
Benifallim, Benissiva, Benigànim, Bufali, Burjassot, Catarroja, Cotes,
Corcolilla, El Derramador, Enguera, Gata de Gorgos, Massalavés, Murla, Palma de
Gandia, Puebla de San Miguel, Quart de les Valls, Salem, Simat de la Valldigna,
Tous y la Vall d’Ebo; también se le dedicó un templo parroquial en Valencia
capital1 y otro en Mislata. Aunque el mayor templo construido en
honor del santo arcángel es el célebre monasterio de San Miguel de los Reyes,
levantado a semejanza de El Escorial en las proximidades de Valencia por el
duque de Calabria en 1546.
Y si esto ocurría en el
interior de las poblaciones, ¿qué no se le dedicaría en las cimas de montes o
parajes elevados, donde desde siempre se ha sentido más próxima la presencia divina?
De la mano de un infatigable viajero se llegaron a contar trece ermitas en la
provincia de Valencia dedicadas al santo arcángel, solamente aventajado en la
devoción popular de las buenas gentes creyentes por los santos protectores de
la peste y de la buena muerte, san Roque, y san José, respectivamente.
Levantaron ermita a sant Miquel las poblaciones de Albaida, Aielo de Malferit,
Benifairó de la Valldigna, Corbera, Derramador-Requena, La Font d’en Carròç,
Gilet, Jalance, Llíria, Sagunto, Serra, Val de la Sabina-Ademuz y
Valencia-Soternes.
Toda esta variada presencia
de sant Miquel en la religiosidad de los pobladores cristianos de las tierras
conquistadas a los árabes partía, naturalmente, del propio monarca
conquistador. Aunque a esta expansión devota hacia el santo arcángel no esté
ajena la romanización de la iglesia española, reafirmando así la autoridad
papal, puesto que la iglesia española, reafirmando así la autoridad papal,
puesto que este acontecimiento llevado a cabo durante el siglo XI introdujo,
entre otras fiestas, la celebración de la fiesta de san Miguel, aunque su
aparición en el monte Gargano ya formaba parte del Misal Mozárabe propio en
España.
La devoción al arcángel
defensor de Dios fue notoria en todos los reyes descendientes de Jaime I,
aunque quien más hizo devocionalmente en este sentido fue su nieto Jaime II El
Justo, el cual mandó construir en las primeras décadas del siglo XIV l’Eremiter d’Sent Michael,
eb devotes donnes eremiticades et almoynades per zon encarch, e subjugat ls
Clergues d’l’Vila d’Liria, e les dites donnes constantment pregaren a Deu n
bandegés e llansés zon ira al seu regne en castich d’l’ánima tacada d’zon fill
En Jaume.
Los problemas que el hijo
del Rey ocasionó tanto a éste como al reino fueron tan graves que Jaime II se
acogió, como en ocasiones memorables, a la intercesión de sant Miquel con el
fin de conseguir por su intercesión aplacar la ira divina con tan glorios y benaventurat
princep.
El beaterio de Sant Miquel
de Llíria se constituyó con un grupo de mujeres que habitaba cada una de ellas
una celda, y aunque llegaron a exceder en número, se afirma que fue el rey don
Martín el que fijó su número en quince. La historia del beateri de Sant Miquel es la
propia historia de Llíria devocional, puesto que dicho santuario representa un
hito en la sociología religiosa valentina, imposible de explicar por medio de
este artículo.
La asistencia de piadosos
peregrinos a recabar la intercesión del santo arcángel llevaba implícita la
necesidad de adquirir recuerdos para los familiares, apareciendo así la
necesidad de imprimir los gozos que permitieran cantar o recitar aquellas
composiciones dedicadas a exaltar la intercesión pedida en cualquier
circunstancia, y además las estampas, que podían servir de salvoconducto
religioso en algún momento doloroso.
La estampería popular
valentina, generalmente anónima, de los siglos XVIII y XIX ha dejado bien
patente la influencia de sant Miquel en la devoción popular. Su mismo anonimato
deja bien claro que las ediciones de las estampas se agotaban rápidamente, lo
cual permitía hacer nuevos encargos a distintos grabadores y con ello se
enriquecía la iconografía del arcángel más venerado por el pueblo.
La imagen tradicional que
presidía el altar mayor del santuario hasta 1936 era una magnífica escultura en
madera, fechada alrededor del año 1410, de la cual se afirma era obra del mismo
artista que esculpió la imagen de la Virgen de los Desamparados de Valencia.
Esta imagen es la que tenían que trasladar los grabadores a la madera o al
metal, con el fin de poder estamparla. Obras que fomentaron y extendieron la
devoción popular a Sant Miquel de Llíria.
Respecto al taulellet d’Aielo de
Malferit debo significar que el anónimo autor del dibujo que pasó a la
estampa el año 1725 —que luego describo— es quien ha servido de fuente de
inspiración al también desconocido autor del taulellet. Con una especial
diferencia pues el ceramista retira la magnífica rocalla que orla la estampa,
por una parte, y por otra, idealiza un poco más la representación de Llíria,
rodeada por fuerte muralla, cuya puerta de entrada flanquean sendas torres
almenadas.
Una variante muy peculiar
ofrece esta cerámica respecto a la estampa calcográfica: la cruz que pende del
brazo derecho del santo arcángel. Desde el último tercio del siglo XVIII esta
cruz servirá de señal de identidad de la imagen de Sant Miquel de Llíria,
diferenciándolo de cualquier otra representación iconográfica del arcángel
defensor de Dios en la historia del Arte.
Medidas. 890 x 1.280 mm.
Estampado en sepia. Fecha,
1725.
La colocación sobre la
escultura original gótica de sant Miquel de una armadura en piezas sueltas, exenta,
por tanto, motivó la edición de esta magnífica estampa, por medio de la cual se
daba a conocer a los devotos la majestuosidad de la reforma realizada. La
escultura aparece revestida con la citada armadura, con piezas doradas o
plateadas; en la mano izquierda sostiene la rodela, sobre la cual campean las
iniciales Q.S.D., o sea, Quis sicut Deus?, «¿Quién como Dios?». Con la mano derecha empuña
una lanza que se clava en la garganta de un monstruo antropomórfico, con dos
caras, una de ellas colocada sobre el pecho del propio monstruo, el cual se
halla bajo los pies del santo arcángel, intentando soltarse con sus garras. La
lanza se remata con una cruz florenzada.
Cruza la coraza que cubre
el pecho una banda con lazo. Del cinto pende un espadín, el cual se decía era
un regalo del rey don Martín el Humano. El paisaje del fondo sin campanario
hace referencia al ermitorio de Sant Miquel.
A la derecha de la estampa
se halla una vista parcial de Llíria rodeada de murallas, con la iglesia de la
Asunción de Nuestra Señora en primer término.
Rvdo. Andrés de Sales Ferri Chulio
AIELO DE MALFERIT. Carrer
l’Església. Taulellet de Sant Miquel de Llíria.
Antigua ermita de San Miguel arcángel. Último
tercio del siglo XVIII.
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