Josefa Ortiz Arques (Ayelo de Malferit 1771-Valencia 1859). |
Ayelo, así
escrito con la “y” (el cambio a la i es contrario a nuestra historia e incluso
a nuestro patrimonio), ha tenido a lo largo de su historia algunos linajes que
han destacado del conjunto de su población, bien por algún hecho notable o bien
porque algunos de los pertenecientes a los mismos han merecido que de ellos se
tenga perpetua memoria. Una de estas familias es la de los Comenge Picó, de la
cual me voy a ocupa en este escrito.
La historia de
esta familia en Ayelo comienza a
principios del siglo XIX
con la llegada a nuestro pueblo del matrimonio formado por el maestro
boticario Ignacio Comenge Boronat y Josefa María Picó Arqués. Tenian ya tres
fijas, y en Ayelo tuvieron cuatro hijos y dos hijas más; entre todos ellos y
ellas, tal y cono iré comentando, destacaré a Ignacia que se casó con un
sobrino del deán Ortiz (por cierto, es una oportunidad única poder contemplar
el retrato que le hizo el pintor Vicente
López, el cual está, en el que fue
convento de Santo Domingo, en Xátiva, en la exposición Lux Mundi; dicho
cuadro ha sido traído de U.S.A. para esta exposición, pues forma parte de la
colección de obras de arte de un museo de Florida); a Sinforosa que se casó con
un hermano del marqués de Malferit, a Juan Bautista que siguió los pasos de su
padre en los estudios de farmacia, pero que además fue profesor en Madrid,
periodista y padre del célebre Luis Comenge Ferrer que fué médico, historiador
y asimismo periodista; y por último Rafael, también médico y padre del literato
y político, Rafael Cornenge Dalmau, hijo ilustre del pueblo de Alberique en
donde tiene dedicada calle y monumento.
De todos
ellos, del resto
de los hermanos
Comenge Picó, y
de sus descendientes
hasta la actualidad diré lo que he podido conocer por
los documentos y también por lo que me han dicho algunos de estos
descendientes, especialmente Encarna Torrijos Castelló.
Comencemos, pues, por el maestro boticario
Ignacio Comenge Picó y los motivos que le llevaron a residir en Ayelo con su
familia a principios del siglo XIX.
I. EL MAESTRO
BOTICARIO D. IGNACIO COMENGE BORONAT (Gorga, 1771 - Ayelo de Malferit, 1836).
Gorga es un
pequeño pueblo de la provincia de Alicante, hoy en día en el partido judicial
de Cocentaina, que está situado a la derecha del río Ceta, el cual es afluente
del de Penáguila, población de la cual no se encuentra muy Iejos. Famosos
fueron en otro tiempo los gallos conocidos por los de la casta de Gorga, ya que
eran muy grandes. La iglesia parroquial de Gorga, dedicada a Nuestra Señora de
la Asunción, fué construida por los mismos años que la de Ayelo, y en esta fué
bautizado, el 9 de agosto de 1771, un niño, cuyos padres eran Vicente Comenge
Cantó y Josefa Boronat Esteve (todos estos datos los conozco por un expediente
relacionado con su hijo, el citado médico Rafael que luego comentaré), los
cuales eran vecinos de esta población de
Gorga, como también lo habían sido sus abuelos paternos y maternos. En este
pueblo tenian una casa-palacio los marqueses de Ariza, y su caserío no pasaba
del centenar de casas, incluyendo algunas masías. Aparte de Penáguila, estaban
cerca de Gorga las poblaciones de Alcolecha y Benilloba, lo cual es importante mencionar
por lo que a continuación diré.
El joven Ignacio
pudo estudiar y consiguió el título de maestro boticario que le permitía, en
esta época, tener su botica para vender remedios para las enfermedades.
Hacia 1796 se
casó con una joven de Alcolecha llamada Josefa Maria Picó y Arqués, de la cual
tengo que ocuparme a continuación.
II. JOSEFA MARÍA
PICÓ ARQUÉS (ALCOLECHA, 1779 - AYELO DE MALFERIT, 1870).
Alcolecha se
encuentra en una ladera de la Sierra de Aitana. Allí tenia el marqués de
Malferit un torreón o casa señorial, pues también era señor territorial de esta
pequeña población, como ocorria con Ayelo. Su caserío no era mayor de la
cincuentena de cases y cerca de la población se encontraba Beniafé que era un
grupo de casas cuyos habitantes eran atendidos por el párroco de Alcolecha. La
iglesia parroquial era la de San Vicente Ferrer y en la misma había estado de
ecónomo un presbítero de Ayelo, que no era otro que José Ortiz y Sanz (1739-1822), el que, pasado el tiempo, sería deán de la Colegiata de Játiva e ilustre
historiador, literato y erudito. Lo fué desde el 29 de agosto de 1769 hasta el
5 de noviembre de 1770, es decir algo más de un año; durante este tiempo tuvo
lugar el matrimonio de su hermano Joaquín Ortiz y Sanz con una joven de
Alcolecha llamada Teresa Arqués Catalá; la ceremonia se celebró en esta
parroquia de Alcolecha y, casi con toda seguridad, el oficiante fué el propio
ecónomo José Ortiz; luego el matrimonio pasó a residir en Ayelo
tal y como era la costumbre.
Deán Ortiz y Sanz (Ayelo de Malferit 1739-Valencia 1822) |
Una hermana de
Teresa Arqués Catalá, llamada Josefa Ignacia Arqués Catalá, se casó a su vez,
también por entonces, con José Picó Gadea vecino asimismo de Alcolecha; pues
bien, de este matrimonio nacería en 1779 Josefa María Picó Arqués, siendo
bautizada en la parroquia de San Vicente Ferrer el 20 de septiembre de ese año.
Así pues, cuando el maestro boticario Ignacio Comenge se casa con ella tenían
en Ayelo a su tía Teresa casada con el hermano del que sería deán de la
Colegiata de Játiva. Pero este no era un motivo suficiente para que pasaran a
residir en Ayelo, como así lo hicieron a principios del siglo XIX. El motivo es
lo que voy a explicar ahora.
III. IGNACIO COMENGE
BORONAT PROCURADOR DEL MARQUÉS DE MALFERIT EN AYELO EN 1809.
Desde su
matrimonio, hacia 1796 como he dicho, hasta 1809, parece ser que residieron en
Alcolecha, en Benilloba y en Muro, poblaciones en las cuales Ignacio debió de
ejercer su oficio de maestro boticario. Tuvieron tres hijas en estos años,
Josefa, Ignacia y Leonor; la primera había nacido en 1800, la segunda en Benilloba en 1803 de la tercera desconozco el
año de su nacimiento.
En 1809 la
familia residía en Muro, pues a esto hace referencia la escritura que otorgó el
marqués de Malferit, D. Salvador Roca y Pertusa, en Valencia el 8 de julio de
ese año ante el escribano Carlos Pajarón (Archivo del Reino de Valencia), por
la cual nombraba a Ignacio su procurador en Ayelo. El motivo por el cual el
marqués otorgó este poder a Ignacio debió de estar relacionado, quizá, con la
satisfacción que el marqués tenía con la administración que el maestro
boticario había hecho, años antes, en su Iugar de Alcolecha, y es posible que
el padre de éste, Vicente Comenge ya hubiera sido su administrador en Alcolecha
tiempo atrás.
Era un otorgamiento
de amplios poderes
que obligaba a
Ignacio y su familia
a residir en Ayelo,
en donde tendría las llaves de la casa-palacio para desde allí llevar
toda la administración del marqués; así
por ejemplo, tenía el poder de concedir la enfiteusis perpetua en las tierras
incultas y solares de cases en el término de Ayelo
con los cánones y censos anuos, y
demás gravámenes establecidos
y pactados en la escritura de población; dar licencia para
las ventas, enajenaciones y traspaso de bienes, sitios y raíces situados en el
propio término, con las correspondientes
escrituras; dar licencia para poder cortar árboles y recoger leña, con arreglo a las
reales órdenes expedidas sobre el particular; y también tenía el poder de
representar al marqués en cualesquiera pleitos en los cuales pudiera tener
intereses el citado D. Salvador Roca y Petusa.
Ignacio y su
familia comenzaron por entonces,
pues, a residir en Ayelo.
Eran tiempos difíciles porque, en
aquellos años, había en España una guerra, la Guerra de la Independencia, con
los desordenes y penurias propias de toda guerra, y además estaba pendiente el
pleito que mantenían los vecinos de Ayelo con el marqués a propósito
de asuntos relacionados con
el régimen señorial.
Durante estos
años de la guerra, en los cuales Ignacio hizo lo que pudo en cuanto a la
procura del marqués, la familia residió en una casa de la calle de San Lorenzo
en la cual estaba también la botica en la que Ignacio ejercía su oficio de
maestro farmacéutico (seguramente la primera farmacia que ha tenido Ayelo).
Durante estos años, y hasta el final de la guerra en 1814, nacieron tres hijos
más del matrimonio, los cuales fueron bautizados en la parroquia tal y como
está recogido en el índice hecho por el párroco Juan Bautista Bataller en los años
treinta del mismo
siglo XIX; fueron Sinforosa Comenge Picó nacida
en 1811, José Ignacio Comenge
Picó nacido en 1813, y Rafael Comenge Picó que lo hizo en 1814.
Por otro lado,
su tía, la citada Teresa Arqués Catalá, y Joaquín Ortiz y Sanz residían en Ayelo,
como ya he dicho; pues bien, una hija de este matrimonio, Josefa Ortiz Arqués,
había acompañado a su tío, el que sería deán de la Colegiata de Játiva, para
atenderlo en una enfermedad que había padecido; allí se había casado con el que
sería el célebre grabador Tomás López Enguídanos, y ahora, a principios de la
Guerra de la Independencia, Josefa se había refugiado, estando embarazada, en
Ayelo, y aquí continuó durante parte de la misma; su marido, el citado grábador, también estuvo en Ayelo aunque en breves períodos de tiempo; y así,
lo cierto fue que durante estos años nacieron tres de los hijos de este
matrimonio aquí en Ayelo, Joaquín Pablo López Ortiz, nacido en 1808, Josefa Dorotea
López Ortiz nacida en 1810 y Margarita López Ortiz, que tuvo la desgracia de
ser ciega de nacimiento, en 1812. Menciono este hecho de la estancia de Josefa Ortiz porque ambas familias, aparte de la
relación familiar, debieron de estar muy unidas en estos tiempos tan difíciles.
En los años
posteriores a esta guerra nacieron tres hijos más de la familia Comenge Picó,
María Teresa, nacida en 1915, Fermín en 1817 y por último Juan Bautista en
1820, el cual fué, por lo tanto, el menor de todos los hermanos.
IV. LA FAMILIA
COMENGE PICÓ HASTA LA MUERTE DEL PROGENITOR EN 1836.
Eran, pues,
nueve los hijos de Ignacio y María Josefa; la diferencia de edad entre la
mayor, seguramente Josefa, y el menor Juan Bautista era de veinte años. Todos
los hermanos debieron de recibir aqui en Ayelo la primera
enseñanza.
En 1820 muere el
marques D. Salvador Roca y Pertusa. D. Ignacio, parece ser, continuó la procura
algunos años más siendo la marquesa la hija de D. Salvador y Dona lgnacia Roca
y Castelví. Para entonces las hijas mayores del maestro farmacéutico tenían ya
la edad casadera, y así, la mayor Josefa se casó con José Bellot (no consta en
el citado índice que tuvieran hijos en Ayelo, por lo que es posible que
residieran en otra población), la segunda Ignacia lo hizo, alrededor del año 1820, con Juan Bautista Ribes Castelló, que
era uno de los hijos del médico del pueblo de entonces Vicente Ribes y de su
mujer Francisca Castelló.
Ese mismo año de
1820 tuvieron su primera hija a la que pusieron por nombre Elena la cual morirá
al año de nacer, en 1822 nació la segunda hija a la que bautizaron Virginia, y
en 1828 la tercera que fué Adelaida.
Otra de las
hermanas Comenge Picó, Leonor, se Casó con Feliciano Sanz y tuvieron cinco
hijos, todos varones, Joaquín Ignacio, Juan Bautista, José Féderico, Silvestre y Feliciano.
De los otros
seis hijos, los nacidos en Ayelo entre los años 1813 y 1820, conozco el dato, (por
el citado expediente de Rafael Comenge que ahora comentaré), que el 14 de
septiembre de 1825 recibieron el sacramento de la confirmación con motivo de la
visita al pueblo del arzobispo de Valencia el ilustrísimo D. Simón López,
siendo padrinos de la ceremonia el abogado D. Juan Bautista Calabuig y la
hermana del cura de entonces dona María Josefa Tormo y Sanz.
Cinco años
después, en 1830, Rafael, el quinto de los hermanos, tenía dieciséis años y era
un estudiante de 2 de Filosofía que residía en Valencia. Ese año fue instruido
un expediente, al optar Rafael a un beneficio eclesiástico (bajo la invocación
de los Santos Juanes) de la parroquia de la Santa Cruz de esta ciudad. Dicho
expediente se encuentra en el Archivo Metropolitano de la misma y en el
mismo constan muchos de los datos sobre su ascendencia
familiar que he ido comentando en este escrito. Luego Rafael estudiaría
medicina en la Universidad de Valencia
como diré más adelante.
También hacia
1830 Ignacia quedó viuda por la muerte
de Juan Bautista Ribes; sus hijas, ya citadas, tenían ocho, seis y dos años. Un
año después contrajo matrimonio con Francisco Ortiz Arqués, hermano de la anteriormente citada
Josefa Ortiz Arqués y, por lo tanto, también
sobrino del deán Ortiz. Sin duda influyó en este matrimonio la amistad,
y el parentesco familiar, entre ambas familias, antes mencionado; la diferencia
de edad entre ambos, no obstante, era notable, pues Ignacia tenía veintiocho años
y Francisco tenía cuarenta y seis. Este sobrino del deán era labrador, y había
heredado de su padre Joaquín Ortiz Sanz
algunas tierras y casas; y entre estas,
de la herencia de su tío el deán, la casa de campo dé Pursons y la mitad de una casa, que por
entonces estaba a medio construir, porque así la había dejado el deán a su
muerte, ocurrida en Valencia en 1822, en la calle de San Lorenzo, la cual
lindaba con la citada casa familiar de los Comenge Picó. La otra mitad de la
casa pertenecía, por la misma herencia del deán, a su hermana Josefa, la cual
la vendió en 1839, por escritura fechada el 29 de mayo de ese año (notario
Simón Mestre. Archivo del Reino de Valencia), a don Joaquín Mercader y Roca
hermano del marqués don Pascual Mercader y Roca, hijos ambos de la marquesa
citada doña Ignacia Roca y Castelló. Más adelante comentaré algunas cosas más
de esta casa que, de haber sido construida en su totalidad, estoy seguro que
hubiera sido un edificio magnífico por los conocimientos en arquitectura del deán.
En 1839 ocurrió
la muerte de D.
Ignacio. Fue durante el frío invierno de ese año cuando enfermo de una
pulmonía, falleciendo, en la citada casa familiar de la
calle de San Lorenzo, el día 27 de
ese mes a los sesenta y ocho
años de edad (Archivo
Parroquial). Fué enterrado
en un panteón, que tuvo la familia en el
cementerio antiguo de Ayelo, tal y como mencionará su hijo Rafael en unas notas
familiares que transcribiré al final de este escrito.
Al año siguiente
de su muerte fué hecho el inventario de sus bienes (Archivo Municipal de
Ontinyent. Protocolos de Manuel Vallas, escritura de 5 de enero de
1840). De este inventario destacan los seis o
siete jornales de tierra de secano, incluida una casa de campo, en la
partida de la Umbría del Estret, tres hanegadas de tierra en Benilloba,
y la casa de la calle de San Lorenzo número 67, en la cual estaba la botica que fue justipreciada, por el maestro farmacéutico Don Lorenzo Luis Campos, en 150
libras (allí, en frascos, estarían los revulsivos como la esencia de
trementina, los analgésicos como
el láudano de Sydenham,
los vomitivos como la ipecacuana, los purgantes como el aceite de
ricino, los antidiarreicos como el subnitrato de bismuto, los antifebriles como
la quinina, los somníferos como el cloral o los antisépticos como el sublimado).
Por su parte en la casa y corral, fueron inventariadas las sillas, mesas,
camas, arcas, cofres y una cómoda que allí había, justipreciadas por el
carpintero Mariano Nicolau; las sábanas, cubertores, manteles, colchas y demás,
fué justipreciado por Josefa Faus consorte de Salvador Vicent; en el corral un
Cerdo de trece arrobas, que fué justipreciado en 42 libras, un pollino, tres
cahíces de trigo, un cahíz de panizo, cuatro arrobas de aceite, 60 cantamos de
vino y 50 arrobas de algarrobas. Entre el capítulo de deudas, había algo que la
familia debía por los gastos del funeral, también a la Casa de Enseñanza de Niñas
de Valencia, lo cual indicaría,
quizá, que algunas de las hijas había ido a estudiar allí, al albañil
José Insa y al citado D. Joaquín Mercader. Como testigo de la escritura firmó
José Requena, practicante de medicina.
Su mujer, doña
Josefa Picó Arqués, tal y como mencionaré más adelante, murió muchos años
después, en 1874, a la la longeva edad de noventa y cinco años. Cuando murió D.
Ignacio todos sus hijos e hijas eran mayores
de edad, excepto
el menor de todos ellos, Juan Bautista, que
tenía diecinueve años.
V. LA FAMILIA COMENGE PICÓ HASTA LA MUERTE DE
LA PROGENITORA EN 1874.
Dos años antes
de la muerte de D. Ignacio, es decir en 1837, falleció, a los cincuenta y dos años, Francisco Ortiz Arqués, el sobrino
del deán y esposo de Ignacia, la cual volvía a quedar viuda. Del matrimonio con
Francisco tenía dos hijas y un hijo, Sixta, la cual había nacido en 1832 era la
mayor, Francisco, que era dos años menor que Sixta, y la menor Josefa que había
nacido el mismo año de la muerte de su padre, al cual, por lo tanto, no
conoció; además, tenía a las citadas dos hijas de su anterior matrimonio, Virginia, la
cual por entonces era una joven de quince años, y a Adelaida
de siete años.
Otro hecho
destacado de estos años fue el casamiento de su hermana Sinforosa Comenge Picó
con el susodicho hermano del marqués de Malferit D. Joaquín Mercader y Roca. La
boda se celebró en la iglesia de Ayelo el 22 de febrero de 1845, por lo tanto
la novia tenía veintinueve años (D. Joaquín, que había nacido en Valencia en
803 tenía ocho años más que la novia). Por otro lado, ¿qué havia ocurrido con
la parte de la casa del deán que D. Joaquín había comprado a Josefa Ortiz
Arqués en 1839?, pues que la había vendido tres años antes a Rafael Penalba que
era un labrador de Ayelo (la fecha fue el 20 de octubre de 1842. Archivo
Municipal de Ontinyent, protocolos del escribano de Ayelo Manuel Valls). En
estos apenas tres años no creo que D. Joaquín mandara hacer obras en la casa
pues, por la escritura de compra a Josefa, conocemos el hecho de que la casa
del deán tan sólo tenía las paredes, el techo, el maderaje para continuar la
construcción y unas puertas grandes que tenían que colocarse en la entrada
principal por la calle de San Lorenzo. ¿qué hizo D. Joaquín con estas puertas
grandes?, es un dato que desconozco. Lo cierto es que el matrimonio residió en
Valencia, que D. Joaquín murió en 1859 y que tuvieron una hija llamada D.
Joaquina Mercader Comenge (existe una escritura, en el Archivo del Reino de
Valencia, del notario Miguel Tasso y Chiva de fecha 11 de noviembre de 1866,
por la cual doña Sinforosa, viuda de D. Joaquín Mercader, otorgaba poder a su
hermano, D. Rafael Comenge, médico, para que pudiera intervenir en asuntos
relacionados con la herencia de su hija doña Joaquina).
Su hermano
Rafael era por entonces, en efecto, médico con ejercicio profesional en
Alberique; allí había contraído matrimonio con Ciriaca Dalmau en 1850; el hijo
ilustre de Alberique, D. Rafael Comenge Dalmau nacido en 1855, fue fruto de
este matrimonio (más adelante
mencionaré algunos datos biográficos).
Otro de los
hermanos, José Ignacio Comenge Picó, estudió derecho, seguramente en Valencia; y
los únicos datos que conozco (por el índice del archivo parroquial y por
algunas escrituras del Archivo Municipal de Ontinyent) fue que casó con dona
Mariana Martínez, la cual no era de aquí, que en 1845 tuvieron una hija en
Ayelo, que murió, Alba, en 1869 residía en Ayelo, que era abogado y estaba
casado.
El menor de
todos los hermanos, Juan Bautista Comenge Picó, estudió farmacia y, desde muy
joven residió en Madrid, ciudad en la que se casó con una Ferrer; allí fue
profesor y periodista, pues llegó a dirigir la publicación periódica El Crisol;
hijo suyo fué Luis Comenge Ferrer (nacido en Madrid el 17 de febrero de 1854),
medico e historiador ilustre como comentaré también más adelante, según su
hijo, en unos comentarios de su obra Curiosidades Médicas editada en Madrid en
1886, su padre, al que llama queridisimo, tenía profundos conocimientos en la
lengua latina y le trasmitió el gusto por la bibliografía.
La madre de los
Comenge Picó, la abuela Pepa como la llamará su hijo el medico de Alberique
(ver más adelante las notes manuscritos)
murió en Ayelo el 20 de febrero de 1874 a los novena y cinco años de edad en la
casa de su hijo Fermin, el cual por entonces tenia cincuenta y siete años con
la circunstancia de que estaba ciego (así consta en el registro de la defunción
de su madre en el Archivo del Juzgado de Ayelo); fue enterrada en el cementerio
antiguo de Ayelo en el mencionado panteón familiar.
Para entonces ya
habían muerto algunos de los hermanos Comenge Picó, y de hecho, el único
que quedaba en Ayelo era Fermín. Así, la primera en morir había sido Leonor que
lo había hecho muchos años antes, en 1855, de hecho, cuando la abuela Pepa
dictó su último testamento en Ayelo el 26 de enero de 1867 (Archivo Municipal
de Ontinyent, protocolos del notario de Ayelo Enrique Calabuig), vivían todos
sus hijos excepto Leonor; no obstante, entre esa fecha y la de 1874 fallecieron
el abogado D. José, doña Josefa (casada con un Bellot) que murió en 1870, e Ignacia que también falleció ese año de
1870 de la cual ahora me ocuparé (de doña María Teresa no tengo datos, y los
otros tres residían fuera de Ayelo, el citado D. Rafael médico de
Alberique, D. Juan Bautista
en Madrid y doña Sinforosa en
Valencia).
Fernando Goberna Ortiz
(I part)
Programa de festes 2007
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