Del jardí bell de València
és Ayelo ermosa flor
que escampa, arreu, les fragàncies
que despedeix lo seu cor
Miguel Ferrándiz . "Himne a Ayelo"


miércoles, 23 de febrero de 2011

La Vall d'Albaida tras la Guerra del Francés (V)




Vista de Valencia desde el Llano del Real según un grabado de 1805.Google Imágenes



AÑO 1818


Ejecución pública en Valencia de los autores del robo de Beniarrés. Sobre unas licencias irregulares a vecinos de Benigánim para usar escopetas. Búsqueda del famoso D. José Regato en la gobernación. Un confidente da información para la captura de un fugado. El relevo del teniente Visconti como comandante del puesto de Albaida. Varias multas impuestas a particulares. Sobre poder usar escopeta en la plaga de gorriones. Relevos en los puestos de Albaida, Onteniente y Mogente. Ausencia de Elío durante cuatro meses. Unos fugados de la cárcel de Ayora. Búsqueda de Sebastián Perales. Orden circular sobre uso de escopetas. Causa sobre el intento de motín en Valencia. Orden circular sobre robos. La fuga del desertor Juan Mallol. Fuga y prisión de Antonio Iglesias.

El 21 de enero de este año eran ejecutados en la plaza del mercado de Valencia el anteriormente citado Salvador Parets, de Beniflá, Joseph Vidal conocido por el Fraret de Buixergues y Francisco Escrivá, estos dos de Villalonga, acusados entre otros delitos del robo de Beniarrés(38).

El alcalde de Benigánim, José Boluda, recibió por entonces un oficio del gobernador de fecha 17 de este enero, para que averiguara lo relativo a unas licencias irregulares para uso de armas a vecinos del pueblo, más en concreto las de un vecino llamado José Diego Madrazo, de oficio tratante. Contestó el 19 de febrero que ignoraba la imprenta de Valencia en donde habían sido impresas dichas licencias, lo que si sabía es que era D. Esteban Tudela el que las había traído de Valencia y que había sido el fraile Joaquín Gasó, de la orden de franciscos descalzos, el que había llevado las mismas a Capitanía General y allí les habían puesto los sellos sin que constaran más datos.

Sobre el uso de armas de caza y licencia para las mismas era precisamente la real orden de 17 de febrero de este año comunicada por el Duque del Infantado, presidente del Consejo de Estado, al Secretario de Estado y del Despacho de Gracia y Justicia D. Juan Lozano de Torres. Así, por ejemplo, las licencias eran para un año, y las había de dos clases: para cazar todos los días permitidos del año y aquellas que servían para cazar tan sólo los días festivos; los solicitantes tenían que tener 20 años cumplidos y presentar el memorial, en papel de sello cuarto mayor, a la autoridad competente, junto con un certificado de honradez y buena conducta. Las licencias autorizaban a cazar en territorios limitados del distrito.


Castillo de Montesa. De la obra Views in Spain by Edward Hanke Locker, London 1824


En marzo Elío comunicaba al gobernador de San Felipe que el ministro de Estado, con fecha de 23 de febrero (c. 131), le decía que interesaba la búsqueda y captura de un sujeto disfrazado bajo el nombre de D. José Rodríguez y que, en realidad era D. José Regato el cual había sido uno de los redactores del periódico La Abeja, por si pudiera estar por su gobernación(39). Lo chocante del caso es que fueron localizados en la gobernación dos sujetos con el mismo nombre y apellido del buscado según las comunicaciones recibidas por el gobernador, que obviamente no tenían nada que ver con Regato; uno era un carpintero de Anna que había servido en el arma de artillería, tenía la licencia absoluta y estaba fuera de toda sospecha, no obstante, según el comunicante que era el alcalde de Enguera Juan Antonio Bolaño, éste tenía un primo hermano llamado Esteban García Rodríguez que aunque no nacido en Anna si lo era su padre, el cual era un joven de 28 años del que no tenía buenos informes pues era de malvivir y había cometido alevosías. El otro, según el corregidor de Onteniente era un vecino de esta población, de buena reputación, que ejercía de oficial papelero en uno de los molinos del término y tenía una pequeña tienda de comercio.

En ocasiones las informaciones transmitidas por Elío indicaban asuntos relacionados con confidentes. Así el gobernador de San Felipe le contestaba, en la fecha de 30 de marzo, a un oficio anterior suyo (c. 131) relativo a que procediera al arresto de un tal D. Juan García el cual iba de pueblo en pueblo exigiendo limosna con un documento falso del Hospital General de Valencia. Tres días antes, el 27 de marzo a las cinco de la mañana, se había fugado un preso, a su paso por San Felipe cuando era conducido de Alcoy a Valencia por el sargento segundo del Regimiento de Infantería de la Reina José Barrachina, siguiendo órdenes de la comisión contra los malhechores que presidía el coronel Francisco Samper. Se dio la circunstancia que un tal José García, que era un maestro zapatero, conocía información que fue útil para capturar a este fugado, el cual, en efecto, fue pocos días después detenido siendo conducido a la cárcel de las Torres de Serranos. Elío le comunicaba al gobernador, además y en relación con este caso, que había dado la orden de que el García quedara libre.

Finalmente, a pesar de la solicitud del ayuntamiento de Albaida, el comandante de armas de esta población, es decir el susodicho teniente Pascual Visconti, fue relevado por orden del Capitán General de fecha 16 de abril, y en su lugar se nombró para ese cargo al subteniente graduado a teniente Antonio Areco; esto mismo fue comunicado por Tomás Salvany, oficial jefe del batallón de Infantería de Albuera que estaba en Orihuela, al gobernador Wenceslao Prieto (C. 131).

En mayo constaba en la administración del gobernador algunos asuntos sobre multas (e. 131); así se suspendía toda gestión de apremio contra Felix Martí, escribano de la Ollería sobre la multa de 200 ducados que había promulgado el Supremo Consejo; la de 50 ducados al alcalde de la misma población, Felix Fayos, impuesta por orden de 12 de mayo por resistencia a la admisión y pase de un expósito; multa asimismo de 100 reales al regidor de San Felipe D. Leonardo Baldovi por los insultos que hizo al capitán del batallón de Albuera D. Pablo Marqués en julio del año anterior; y multa de 300 ducados a los padres de desertor José Valls de Onteniente, por haberlo ocultado (la sanción era de fecha 18 de octubre del año anterior tal y como lo comenté anteriormente).


La protección a la agricultura, obedeciendo las reales órdenes sobre esto mismo (más en concreto el real decreto de 19 de mayo de 1816), llevó a Elío a publicar una disposición, de fecha 2 de junio (40), por la cual autorizaba el uso de escopetas para proteger los sembrados de los gorriones hasta el mes de Junio, mes en el cual debía de estar segada la siembra.

En junio Elío también dispuso que de los puestos militares de Albaida, Onteniente y Mogente se hicieran cargo oficiales y tropa del cuerpo de inválidos en sustitución de los del batallón de Albuera (c.131); y así D. Francisco Manchón iría al de Onteniente, D. Tomás Gamuza al de Mogente y D. Blas Durá al de Albaida, éste último solicitaría su relevo a los pocos días por considerar que no podía cumplir bien su misión y fue sustituido por el subteniente D. Pedro Lago.



Valencia en un grabado de 1803. Google Imágenes

Entre junio y septiembre Elío, como ya anticipé, se ausentó de Valencia para ir a Navarra que era su tierra de nacimiento, le sustituyó en capitanía el teniente general de infantería José O'Donnell (hermano del conde de la Bisbal) el cual, y así consta, firmó los oficios de capitanía durante este tiempo.

El escribano de cámara de la Sala del Crimen, D. Miguel Pajarón, redactaba el oficio aprobado en dicha sala el 20 de julio (c. 131) dirigido al gobernador de San Felipe relativo a la fuga de la cárcel de Ayora, el 27 de junio, de tres presos que eran Antonio Castellano Peña, Vicente Belenguer y Ramón Puchan, los cuales se habían refugiadlo en los montes de Bicorp, Quesa, Navarres y Millares; iban armados y se les había agregado otro facineroso; y que en los mismos montes se refugiaban también Pedro Murcia que se había fugado también de la misma cárcel a últimos del año anterior, al cual se le atribuía un robo en el camino real; y asimismo un tal Manuel Martínez y otro de Cortes llamado Rovira autores de una muerte; y asimismo solía verse por aquellos parajes al llamado enterrador de Tous y otros desertores fugados del presidio, naturales de Dos Aguas. De todo lo cual era de esperar que se cometieran excesos de mucha consideración y por lo tanto se hacía preciso que el gobernador de San Felipe enviara tropas para ayudar a las justicias de aquellos pueblos.

Otra búsqueda de estos días fue la del desertor Sebastián Perales de Ollería, soldado de la compañía de Fusileros del Reino, que además tenía una causa pendiente en el Consejo de Guerra Permanente. El alcalde de este pueblo, Ignacio Micó, respondía el 8 de agosto (e. 131) que había pasado a la casa familiar del mismo en compañía del sargento comisionado para llevar a cabo su detención, y que la madre del mismo les había dicho que su hijo hacia cuatro meses que estaba por La Mancha en la venta de lienzo; como el padre era fiador del hijo se le mandaba que compareciera en San Felipe a la mayor brevedad.

El intento, que ya he comentado, de asesinar el 17 de enero del año anterior a Elío a su salida del Teatro Principal de Valencia, o de motín en la capital como se refería en la causa (se culpaba de este intento a las logias), hizo que se recibiera en San Felipe la certificación librada, en la fecha del 2 de septiembre (c. 131) por D. Andrés Martí escribano de la Real Sala de Crimen, para la prisión de los siguientes: el abogado D. Felipe Benicio, D. José Núñez, D. Domingo Paños, D. José Romero, el cirujano D. Juan Fernández de las Horas, Juan Bautista Adán y el fraile Antonio Nebot (como ya dije Manuel Beltrán de Lis, el abogado citado aquí y el fraile también citado habían podido huir y estaban refugiados en Gibraltar).

La poca exactitud, a juicio de Elío, con la que las justicias de los pueblos cumplían con lo prevenido en sus anteriores bandos (de 26 de mayo y 4 de diciembre de 1816), hizo que en noviembre de este año 1818 volviera sobre el asunto en una orden circular en la cual recordaba a dichas justicias su deber de preservar la seguridad de pueblos y caminos mediante la vigilancia de cualquier transeúnte exigiéndoles los pasaportes; anunciaba, además, que en breve saldrían oficiales al mando de partidas con la misión de celar si obedecían sus órdenes y que los infractores sufrirían fuertes castigos.

En otra orden circular de pocos días después(41), del 2 de diciembre, Elío decía: aunque hace cuatro años que no ceso de citar órdenes para librar a la sociedad de las calamidades que sufren con los robos y raterías en los pueblos, campos y caminos, no he podido conseguirlo, observando por el contrario que en estos últimos días ha vuelto a renacer el crimen. La causa de esto era la falta de celo de la autoridad y la escasez de medios de que disponía; luego nombraba lo funesto y horrendo del desertor, el holgazán y el defraudador de los intereses del erario, de todos ellos se formaban los malhechores, los cuales, una vez corrompidos sus corazones con sus delitos, jamás oían los gritos de la naturaleza, así que eran inhumanos por asesinos y por ladrones que era el origen de todo. Para combatirlos mandaba que toda población de más de 500 vecinos se dividiría en dos barrios, y proporcionalmente más barrios según más vecinos; en cada barrio habría dos alcaldes, primero y segundo, elegidos entre los vecinos honrados, los cuales tendrían la comisión, durante un año,de iniciar sumarios y dar cuenta de estos al juez superior que los proseguiría, y también la de matricular a todos los vecinos entrantes y salientes de sus barrios, y obtener información sobre malhechores.


Plaza del Mercado (Valencia). Ilustración de Adolphe Rouarge para el libro “Voyage pinttoresque en Espagne et en Portugal” editado en 1852


Más noticias hubo sobre fugados en estos últimos días del año 1818 (c. 131). Una fue la fuga en las inmediaciones de San Felipe del desertor de caballería Joaquín Mallol conducido a Ocaña por el sargento primero Fernando Baldello del Regimiento de Infantería de América, el cual según le había dicho al gobernador, tan sólo llevaba como escolta a un tambor y tres soldados, dos de ellos inútiles y desarmados, con la comisión de conducir a dos desertores, uno de estos el tal Mallol. Al llegar a las inmediaciones de San Felipe, al anochecer en un huerto, los dos desertores fiados en que los soldados de la escolta estaban convalecientes aún, cortaron las cuerdas y salieron huyendo; uno de ellos, llamado Pascual Tomás había podido ser detenido, pero el Mallol había desaparecido; no obstante éste también fue detenido poco después en las inmediaciones de Mogente.

La otra fuga fue la ocurrida el 26 de diciembre, sobre las cuatro de la noche, en la propia real cárcel de San Felipe; a esa hora Antonio Iglesias, reo convicto de crímenes reclamado por la Real Audiencia de Barcelona, y Gaspar Roca iniciado en robos, escalaron los muros de la cárcel utilizando una cuerda de dos o tres varas que hicieron con trozos de manta y trapos, la cual aseguraron en las maderas del tejado. El segundo fue detenido en las calles inmediatas (al parecer se lesionó en el intento) pero el primero había conseguido huir. Se dio aviso a los puestos militares, al oficial de la llamada partida de la capa, y se comisionó al alférez de cuerpo de inhábiles D. Antonio Albertos para que saliera con tropa al camino de Alicante a donde se suponía se dirigía, finalmente sería preso por la justicia de Simat de la Valldigna, y después conducido por el citado alférez a las reales cárceles de Valencia.

Fernando Goberna. Publicado en la revista Almaig de 2009.

NOTAS:
(38) Manel Arcos: Op. cit.. p. 80.
(39) Este D. José Regato había sido en efecto colaborador de La Abeja Madrileña en 1814, y condenado a muerte por sus escritos en 1815; durante este tiempo parece que emigró a Francia, y en marzo de 1816 estaba en Bayona en un tiempo en el que conspiraba a favor de la libertad (se le atribuyó por entonces el proyecto, junto a Renovales, de sublevar las provincias vascongadas; después estuvo en Inglaterra. Fue un personaje huidizo y poco de fiar, pues luego sería agente del absolutismo. El hecho de que se le buscara por la gobernación de San Felipe tampoco era algo disparatado ya que en julio de 1823 se le cita como intendente de Játiva, aunque era muy improbable que estuviera en este año de 1818. Véase la citada obra del Diccionario Biográfico del Trienio Liberal. pp. 555 - 556.
(40) Archivo Municipal de Albaida: Caja del año 1818.
(41) Archivo Municipal de Albaida: Caja del año 1818.

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