Según la excelente bibliógrafa sobre el
romancero popular del siglo XVIII de Aguilar Piñal en la obra ya referida, del
romance sobre Jacinto Rovira se hicieron varias impresiones en diferentes años e
imprentas, a las cuales yo he podido añadir algunas más de las que recoge
Aguilar Piñal como ahora veremos.
Ninguna de estas diferentes impresiones
que se hicieron de los romances sobre Jacinto Rovira lleva año de impresión en
los pliegos, y en algunas tampoco la imprenta, pero lo cierto es que la primera
vez que se imprimió fue con toda seguridad en la imprenta de Agustín Laborda en
Valencia por lo que ahora comentaré. Con el fin de que se vean rápidamente las
características de cada una de las siete diferentes impresiones que he encontrado
que se hicieron de estos romances sobre Jacinto Rovira, he compuesto el
siguiente cuadro. Todas estas impresiones constan de dos hojas plegadas de unos
20 cms en las cuales va impresa la primera parte, y dos hojas plegadas de igual
tamaño en las cuales va impresa la segunda parte.
De las siete, la que voy a tomar como
referencia es la Nº 1 ya que pienso fue la primera que salió de la imprenta de
Agustín Laborda aunque no se hiciera constar, debiendo ser la Nº 2 la segunda
impresión que se hizo en la misma imprenta valenciana en la cual sí que consta,
o vendrían la No 3 en la misma imprenta en la cual se añade que estaba en la
calle de la Bolsería, y la Nº 4 que se imprimió cuando ya Agustín Laborda había
muerto y era su hija la que se había hecho cargo de la imprenta. Por lo que
respecta a la Nº 5, Nº 6 y Nº 7 son las que se hicieron en las imprentas
andaluzas: la malagueña de Félix de Casas y Martínez y la cordobesa de Rafael García
Rodríguez.
Las diferencias entre las siete en cuanto
a lo narrado en el romance son mínimas, aunque sí que se aprecian diferencias
en cuanto a signos ortográficos, y en ocasiones encuentro que en alguna de
ellas se suprimieron algunos versos; así, la N° 1, que es la más completa en
cuanto al número de versos, tiene en la primera parte del romance 264 versos
y en la segunda 320 versos mientras, por ejemplo, en la Nº 3 se suprimieron 10
versos de la segunda parte que no modifican nada el contenido de la narración.
Quizá en la que se aprecian mayores
diferencias sea en la Nº 6 es decir la de la imprenta cordobesa de Rafael
García Rodríguez, pues, quizá con la finalidad de igualar las dos partes del
romance en cuanto al número de versos, la de esta imprenta coloca al final del pliego
de la primera parte el encuentro que Rovira tiene a su salida de Barcelona con
cinco soldados, mientras que en las de Laborda y en la de Félix de Casas
Martínez es un episodio del comienzo del pliego de la segunda parte, de esta
forma el de la imprenta cordobesa tiene en la primera parte 290 versos y en la
segunda parte 284. También encuentro en ésta la única diferencia que se aprecia
que pueda considerarse de contenido narrativo, pues mientras en las de Laborda
hacia el comienzo de la segunda parte se encuentran estos versos:
Esto
dixe, y cogi un tronco,
que
allí cerca divisiva
y
empezamos la refriega
En la de Rafael García Rodríguez se lee:
Esto dixe, y al momento
desembainando mi espada
empezamos la refriega.
Por lo que respecta a los grabados,
excepto las dos de la imprenta cordobesa que son de menor tamaño (ver
ilustración), el resto llevan el mismo grabado que repre senta a un jinete,
vestido a la usanza militar de la época de comienzos del siglo XVIII, que es
apuntado con un arma de fuego por otro que está de pie.
Sobre las fechas en los que fueron
impresos los diferentes pliegos de los romances sobre Rovira en la imprenta de
Laborda, podemos asegurar que la primera impresión debió de ser entre 1746 y
1750, ya que en esos años Agustín Labordeta todavía formaba parte de la sociedad
con Cosme Granja, y fue a partir de ese año de 1750 cuando imprime por separado
en la imprenta de la calle villa de la Bolsería; por lo tanto, de la primera
época de su sociedad con Cosme Granja debió de ser la impresión de la N° 1, en
el cual aún no consta el nombre de la imprenta de Laborda, mientras las N° 2 y
N° 3 debieron de imprimirse entre de s 1750 Y 1774 (en este año murió del Agustín
Laborda) ya que en éstas sí que consta el nombre el nombre de su imprenta, siendo la N° 4 de impresión posterior a 1774 ya que en ésta aparece como imprenta la
de la hija de Agustín Laborda.
Por lo que respecta a las dos imprentas
andaluzas que también imprimieron los romances sobre Rovira en el siglo XVIII,
lo cual vendría a confirmar la relación que había entre éstas y la imprenta
valenciana en cuanto al intercambio al de romances originales para imprimir,
podemos decir que la malagueña de Félix de Casas Martínez era la imprenta
principal de esta ciudad en cuanto impresión de pliegos de romances, siendo
superada en Andalucía tan sólo por la cordobesa de Rafael García Rodríguez, que
es la otra imprenta andaluza que imprimió los romances sobre Rovira.
Como he dicho anteriormente pocas
variaciones hay, en cuanto a contenido narrativo, en todas estas diferentes
impresiones. Como en otros romances del siglo XVIII sobre guapos el de Rovira
nos cuenta en primera persona, con lo cual el autor quiere dar mayor dramatismo
y verosimilitud a la historia, los episodios de su vida en los cuales va a
demostrar su valor y audacia, para, al final del mismo, declarar su
arrepentimiento y morir trágicamente.
Se inicia el romance presentándose Rovira
como el más arrogante de los guapos, comparando sus hazañas con las de otros
guapos cuyas vidas estaban también escritas en otros romances; y así menciona a
Pedro Ponce, Martín Muñoz Villalva, el Pelado de Aragón, Martín Pinero, Mateo
Benet, Agustín Florencio, Juan Robles y Francisco Estevan.
Tras esta presentación, Rovira comienza a
contarnos su azarosa vida, y nos dice, siempre sin precisar fechas, que nació
en Ayelo, que desde su infancia era muy inclinado a las armas, y que siendo mozo
se trasladó junto con su familia a Villajoyosa. Ya residiendo en esta villa, nos dice que sus padres quisieron que
estudiara en la Universidad de Gandía con la finalidad de que fuera
eclesiástico, y es entonces, siendo estudiante, cuando comienzan sus
desgracias, pues tiene un lance por una niña
bonita de sangre calificada según el verso del romance, en cuyo
enfrentamiento hiere mortalmente a un primo de esta niña el cual ha retado a
Rovira por una cuestión de honor. Perseguido por la justicia huye del reino de
Valencia, y, como son los años ya de la Guerra de Sucesión, pues aunque el
romancista no lo dice todo parece indicar que así era llega a Zaragoza y ve la
ocasión de alistarse de soldado del rey Felipe V.
Siendo soldado tiene que luchar al ser
atacada su formación militar por unos migueletes (defensores de la causa del
archiduque Carlos) cerca de Tortosa, en cuya lucha es herido en una pierna al
salvar a su capitán. En estas condiciones es llevado a Martorell para que se
repusiera de la herida, pero allí se enamora de una dama lo cual le ocasiona el
enfrentamiento con otro capitán que también la galanteaba, como consecuencia de
la lucha entre los dos hiere mortalmente al capitán con su espada con lo cual
tiene que huir de nuevo.
Se embarca en Barcelona y viene entonces
la narración de un viaje que lleva a cabo por buena parte de Europa, pues va
primero a Holanda (país de la alianza favorable al archiduque), en cuya
ciudad de La Haya está quince días, luego a Inglaterra (también país de la
alianza), de allí se embarca llegando a la costa de Vizcaya; y de allí, de
nuevo en barco, llega a Lisboa (Portugal también era país de la alianza), para
otra vez volver a Navarra, atravesar Francia hasta el puerto de Tolón,
embarcarse en otra nave hasta Italia, llegar a la misma Viena (corte del
emperador José I al cual sucedera poco después el propio archiduque), y no
encontrando tampoco allí acomodo, regresa a Italia y en Sicilia otro barco le
lleva hasta Palma de Mallorca en lo que será su vuelta a España.
En la ciudad de Palma, en donde nos dice
Rovira que está cuatro meses, vuelven a ocurrirle episodios en los que
demostrar su valentía, saliendo, por supuesto, siempre victorioso, en concreto
el enfrenta- miento con un barbero de esta ciudad, tras el cual tiene que huir
embarcándose para Barcelona ter- minando así la primera parte del romance. La
segunda parte, estamos todavía durante los años de la Guerra de Sucesión, se
inicia con el enfrentamiento de Rovira con varios guapos en la Rambla de
Barcelona y en el que es herido otra vez en una pierna, encuentra entonces
amparo en una viuda en cuya casa reside, pero poco después descubre con horror
que es la madre de uno de los guapos que ha matado en el enfrentamiento de la
Rambla, y aunque, es perdonado por la buena mujer, ésta le pide que se vaya y
le aconseja que vuelva a su patria en el reino de Valencia. Sale de
Barcelona y a poco de su partida se encuentra con cinco soldados que vigilan el
camino, los cuales, al ver la charpa que llevaba le conminan para que se
desprenda de ésta, pero Rovira se enfrenta a los cinco haciéndolos huir.
Prosigue su camino hacia Valencia pero todavía tiene un enfrentamiento con dos
catalanes cerca de Martorell, los cuales, ocultos en el camino, le disparan con
sus escopetas para robarle, utiliza entonces Rovira la astucia de fingirse
herido y cuando los dos catalanes están cerca ya para despojarle de cuanto
llevaba, con su pistola los mata a los dos.
Entra por fin en la ciudad de Valencia
dando gracias a la Madre de los Desamparados por haberle librado de tantos
peligros. Después desde Valencia, se encamina a Gandia en un regreso a la
tierra que le era familiar y de la cual había estado todo este tiempo ausente
pero otra vez la adversidad no le va a dejar cumplir con su deseo, pues en el
camino se encuentra al hermano de aquel que hirió mortal mente cuando era
estudiante, el cual trata de vengarse, pero Rovira lo mata con un disparo de su
trabuco. Otra vez perseguido por la justicia sigue con sus andanzas sirviéndole
de refugio las montañas sobre todo de la sierras Mariola y Aitana.
Pero al fin le cogen preso y es llevado a
Valencia en cuya cárcel de las Torres es encerrado mientras se le instruyen los
autos para sentenciarlo, pero in extremis Rovira escapa junto a un gitano que
también está prisionero. Toma el camino de Agres en cuya villa recibe ayuda,
pero el Alcalde avisa a la justicia de Alcoy, lo cual, conocido por Rovira,
tiene como consecuencia que le dispare dos balas. Huye de Agres tomando el
camino de Planes en donde tiene un amigo, el cual le cuenta que un mozo de por
allí había herido a su hija en la cara por un despecho, así que Rovira, por
amistad, va a buscar al mozo y le dispara con su trabuco luego, por el camino
se cruza con un bizarro labrador que le desafía, y al cual, con su puñal, le
hace soltar la charpa que llevaba. Regresa luego a Agres, y como le dicen que
el nuevo Alcalde andaba presumiendo que le cogería, Rovira le hace una visita
para decirle cuatro cosas, según el verso del romance pero el Alcalde le
dispara con su pistola con la mala fortuna para él que no sale la carga,
entonces Rovira le dispara y hiere con la suya. Tras esto va a Villajoyosa
en la plaza de aquella villa tiene un enfrentamiento a golpes con un hombre con
bigotes que ha faltado a una dama, y luego con un mozo desvergonzado al que
mata de un disparo con su pistola.
En este punto el anónimo autor del romance
hace decir a Rovira que es suficiente lo narrado pues es imposible nombrar
todos los hechos sangrientos en los fue protagonista:
En
fin no hubo empeño, agravio,
pendencias,
riñas, desgracias
que
no executase, siendo
Juez
que sentenciaba causas,
con
asombro de los pueblos
y
terror de las montañas.
Viene entonces su arrepentiento ayudado
por una señal divina que siente, sale de esta forma de su refugio en la
montaña, se encamina a Albaida y en el monasterio de Franciscanos pide
confesión. Arrepentido y confesado todo está listo para su final, y así es,
pues caminando hacia Alfafara repasando su vida pasada de delitos y sangre, sus
contrarios le tienden una celada, pues le esperan ocultos en un camino y cuando
pasa le disparan con sus armas causándole la muerte. El romance termina con
estos esperados versos:
En esto paró Rovira
Señores, y en esto paran
los que sin conocimiento,
ni Dios, ni ley soberana,
cometen tales delitos, y causan tales desgracias.
El romance, en fin, cumple perfectamente
el propósito del anónimo autor, es decir que la gente leyera o, escuchara el
romance quedara admirado de la audacia y
arrogancia del guapo, pero eso sí, sin que faltara el arrepentimiento final.
Hemos de añadir que algunos de estos romances fueron en ocasiones prohibidos
por la violencia de lo que narraban, y de hecho en la colección de los romances
del impresor Laborda a la que hemos hecho mención, la cual parece que está
fechada en Valencia en 1822, se lee que:
Están aprobados todos los romances
sellados que contiene este tomo, y prohibidos los que no tienen sello, pues
bien. Entre los prohibidos se encontraba precisamente este de Rovira.
Pero, ¿existió realmente Jacinto Rovira?,
y de ser así, ¿qué hay de cierto en lo que cuenta el romance?. A estas
preguntas voy a tratar de dar respuesta a continuación.
Fernando Goberna Ortiz
Almaig, Ontinyent. 1998
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