Del jardí bell de València
és Ayelo ermosa flor
que escampa, arreu, les fragàncies
que despedeix lo seu cor
Miguel Ferrándiz . "Himne a Ayelo"


viernes, 19 de octubre de 2012

LA TRAÍDA DE LA RELIQUIA POR FRAY JOSÉ SOLER A VALENCIA EN 1840 Y EL TRASLADO DE LA MISMA A AYELO EN DICHO AÑO. II PARTE



Catacumbas de Priscila. foto procedente. Foto procedente del sitio web Catacombe di Priscila.
Fray José Soler Silvestre, según los datos contenidos en un testamento suyo que luego comentaré, había nacido en Ontinyent en 1797; sus padres eran Domingo Soler Soriano y Josefa Silvestre Sarrió, y tuvo al menos dos hermanas llamadas Margarita y Josefa, y un hermano de nombre Antonio. Debió de cursar estudios en el seminario de Valencia ya que era presbítero, y quizá allí coincidió con el que luego sería párroco de Ayelo Juan Bautista Bataller pues no tenía mucha edad de diferencia. Luego ingresó en la orden alcantarina (orden franciscana observante fundada por el santo extremeño San Pedro de Alcántara en el siglo XV, también conocida con el nombre de franciscanos descalzos), y estuvo en el convento que esta orden tenía en Valencia, que era el de San Juan Bautista y estaba situado en terrenos de los que hoy es la plaza del Ayuntamiento de aquella ciudad.

Durante el reinado de Isabel II (regencia de su madre María Cristina por no tener la reina Isabel II la mayoría de edad) tiene lugar en España la llamada desamortización eclesiástica, es decir que por los decretos de 25 de julio, 3 de septiembre y 11 de octubre de 1835, 19 de febrero y 8 de marzo de 1836 y la ley de 29 de julio de 1837, se declararon extinguidos los monasterios, conventos, colegios, congregaciones,
y demás casas de religiosos de ambos sexos, adjudicándose al Estado sus bienes y ordenándose la venta de ellos y la aplicación de su precio para pago de la deuda pública. Cuando ocurrió esto, fray José Soler que entonces tenía treinta y seis años, debió de ir a Roma para residir en el convento que su orden tenia allí.

Este convento, llamado de Santi Quoranta pasó a ser, como consecuencia de la desamortización, un convento hospicio para los franciscanos españoles, y así lo declararía en 1841 el Papa Gregorio XVI. Además, a este convento, situado en el barrio romano del transtevere, llegaron por entonces muchos jóvenes religiosos con el fin de concluir allí su carrera eclesiástica.


Reproducción de un grabado de Giussepe Vasi
que representa una vista del convento de Santi Quoranta en Roma en el siglo XVIII


El edificio del convento había terminado de construirse hacia el año 1739, y ocupaba el lugar en donde había estado la capilla de los llamados cuarenta santos mártires (el Papa Clemente XII había otorgado el decreto para la construcción del mismo en este lugar). Los cuarenta santos mártires hacia referencia a los soldados romanos, pertenecientes a la Legión XII, la llamada fulmínea por su experiencia militar, que fueron martirizados, como consecuencia de su fe cristiana, por mandato del emperador Licinio en el año 320, año el que decretó una persecución religiosa.

Era también un convento de patronato del rey de España, pues el rey Felipe Y por cédula real fechada en el Buen Retiro el 13 de diciembre de 1738, había acogido a este convento bajo su real protección y patronato, de la misma manera que lo era el Real Hospital e Iglesia de Santiago, llamada de los españoles, en la misma Roma. El convento, antes de la llegada de fray José Soler, había padecido Ios efectos de la inundación, por desbordamiento del río Tiber, del año1805 y también el saqueo de las tropas napoleónicas cuando estas ocuparon la ciudad de Roma en 1808  (durante. este tiempo de ocupación de la ciudad los franciscanos del convento fueron deportados a la ciudad de Parma).

Otro hecho cierto es que fray José Soler fue guardián del convento entre los años 1836 y 1839 ya que el cargo de guardián, en la orden franciscana, equivalía al de superior del convento, duraba tres años, y era elegido por los mismos religiosos del convento; transcurrido este tiempo presentaban su resignación al capítulo provincial de la orden, pudiendo ser elegidos o no para otra guardianía; los padres guardianes tenían voto para la elección del provincial.

Según el testamento del propio fray José Soler que ye he mencionado, cuando regresó a España en 1840 llevó consigo varias reliquias santas, entre estas la de San Engracio. Pare conseguir su traída tuvo que hacer las oportunas gestiones en la cita Congregacione delle Indulgenze e delle Reliquie. A propósito de esto, por lo que luego diré, debió de existir correspondencia epistolar entre el párroco Juan Bautista Bataller y fray José Soler,ya que la auténtica, o certificación de la reliquia de San Engracio indicaba ya que era para ser entregada al párroco Juan Bautista Bataller para ser venerada en la parroquia de Ayelo de Malferit diócesis de Valencia. Dicho certificado de entrega llevaba la fecha del 29 de diciembre de 1839; el viaje de regreso de fray José Soler fue entre finales de febrero y principios de marzo de 1840, así que durante este tiempo de preparación de su regreso, la reliquia debió de ser sacada del depósito de sagradas reliquias en donde estaba y colocada en una en una caja de madera, o arca la cual llevaría alrededor una cinta y un sello lacrado en su cierre. 

Documento del archivo parroquial de Ayelo:
concesión de indulgencias, por devoción a San Engracio,
por mandato del arzobispo de Sevilla Francisco Xavier Cienfuegos en 1840.

El viaje de regreso a España, casi seguro, que fue en barco, con llegada al puerto de Barcelona, Alicante o al de la propia Valencia. Nada más llegar a esta última ciudad, fray José Soler depósito la reliquia en el arzobispado y escribió a Juan Bautista Bataller avisándoles de su llegada. Esto ocurrió en los primeros días del mes de marzo de 1840, pues el párroco de Ayelo, el mismo día que recibió el aviso de fray José Soler, seguramente por correo, tenía que bautizar a un niño, así en el quinque libri correspondiente a los bautizados de ese día, que era siete de marzo anotó, al margen de la inscripción de bautismo del niño que había bautizado, lo siguiente: Este día, siete de Marzo, se recibió la noticia del Santo cuyo Cuerpo Santo se esperaba de Roma en cuya memoria se le puso el mismo nombre al primer niño que se bautizó; este niño en cuestión fue Engracio Belda Vidal.


Grabado de la antigua imagen sepulcral
que contenia la reliquia de San Engracio en la Iglesia de Ayelo de Malferit.


De esta nota de Juan Bautista Bataller se puede deducir también, como ya he dicho, que había habido intercambio de cartas entre fray José Soler y él mismo durante la estancia del primero en Roma, y que, por este motivo estaba esperando su llegada de aquella ciudad con la reliquia aunque hasta ese momento, desconocía el nombre del Santo a la cual pertenecía. 

Reproducción de una fotografía antigua de la imagen sepulcral que contenía la reliquia de San Engracio (propiedad particular). Se pueden ver algunas diferencias respecto al grabado.


En el arzobispado procedía instruir un expediente para verificar que la reliquia traída por fray José Soler era la misma que estaba descrita en la auténtica que también había traído. En este año de 1840 la sede arzobispal de Valencia, estaba a cargo, provisionalmente, del gobernador eclesiástico que era el canónigo don Joaquín Ferraz Cornel, mientras se esperaba la toma de posesión del nuevo arzobispo que finalmente sería el excelentísimo e ilustrísimo doctor D. Pablo García Abella (tomó posesión en el año 1848). 

Detalle de la anterior fotografía en donde se puede ver mejor el lugar del pecho
en donde estaba la concavidad con la reliquia,

La comisión encargada de estudiar y formar el expediente sobre la reliquia debió de estar presidida, como era preceptivo, por el citado gobernador eclesiástico; y en la misma debió de estar, seguramente, aparte de otros eclesiásticos y facultativos, el propio párroco de Ayelo, el cual viajaría a Valencia tras conocer la anterior carta de fray José Soler. Por 1o que dice Juan Bautista Bataller en sus notas manuscritas la reunión de la comisión, para la apertura del arca, debió de tener lugar durante el mismo mes de marzo. Entre los comisionados debía de estar presente, como he dicho, algún facultativo experto en la anatomía humana ya que había que examinar los restos óseos.



Cuando lo mandó el gobernador eclesiástico, reunida toda la comisión, fue quitada la cinta y rotos los sellos lacrados que había en su cierre. Abierta así el arca, se vio que contenían algunos restos óseos y el vas sanguinis tal y como decía la auténtica; los huesos fueron examinados por los facultativos que dictaminaron, probablemente por algunos huesos largos que allí había, que habían pertenecido a un varón de entre 20 a 24 años. Finalmente la comisión firmó que la reliquia, traída por fray José Soler, era la misma que había estado en el depósito de las santas reliquias en Roma, en la cual constaba, además, que tenía que ser entregada a R. D. Juan Baptae. Bataller Parocho Eclessiae oppidi de Ayelo de Malferit in Diocesi Valentina in Hispania.

Juan Bautista Bataller debió de permanecer aún unos días en Valencia, tiempo en el cual encargó, a algún taller de imaginería de la ciudad, que hicieran un busto del Santo para vestirlo a la romana antigua, en cuyo pecho dejarían una concavidad en la cual depositaría la arquilla, que también había mandado hacer, en cuyo interior estaba la referida reliquia. Cuando regresó al pueblo, mandó preparar un sepulcro en el altar de San José del templo parroquial, para allí depositar el cuerpo del Santo con su reliquia. 

En el archivo parroquial existe un escrito, con el sello del Gobierno Eclesiástico del Arzobispado de Valencia, dirigido al propio Juan Bautista Bataller; iba firmado por el citado D. Joaquín Ferraz con la fecha del 31 de julio de 1840. Dicho escrito es muy importante para establecer el día en el cual llegó al pueblo el busto con la reliquia; decía lo siguiente:

Sr D. Juan Bta. Bataller Pbro Cura Párroco de Ayelo de Malferit:

Comisionamos á V. Para la traslación á Ayelo de Malferit y colocación en su iglesia, del Cuerpo de San Engracio Mártir, y del vaso manchado en sangre de que hace mención la auténtica, debiendo proceder con el mayor cuidado y escrupulosidad en su trasporte y colocación, dándonos aviso de haberse así verificado para unir la contestación al expediente que se ha formado sobre este
particular.

Dios que á V m’.a.' Valencia y Julio 3l de 1840.

Joaquin Ferraz.
(Gobierno Eclesiástico del Arzobispado de Valencia)

Al final de la carta, de puño y letra de Juan Bautista Bataller escribió 1o que sigue:


Se entró en esta el Domingo 2 de Agosto y se colocó en su sepulcro ó urna el 17 por la tarde. Con fecha del 18 del mismo cumplo lo que se me previene en este oficio y letra de comisión.


El domingo día 2 de agosto de 1840 fue pues, el llevó la reliquia desde Valencia a Ayelo; probablemente sería en un carro preparado al efecto por Juan Bautista Bataller, el cual debió de viajar a Valencia para 1os preparativos del traslado. El camino desde Valencia era de tierra y piedras por entonces según los testimonios de la época; así se salía de Valencia por la puerta de san Vicente, lo seguía el camino de la Alcudia o carretera de Madrid, infernal por los baches que tenia según estos mismos testimonios, luego se pasaba en la barca el rio Júcar, y se continuaba hasta llegar a Játiva, desde allí, por un camino todavía peor, se ascendía hasta las alturas del puerto de la Ollería. Y desde allí por el camino real hasta Ayelo. Es casi seguro que en el carruaje, acompañando a la reliquia durante el viaje, iba el propio Juan Bautista Bataller en cumplimiento de lo mandado por el gobernador eclesiástico.

Reproducción de la portada de la Novena Al glorioso mártir Romano San Engracio
(el autor de la misma es el propioJuan Bautista Bataller)

En sus notas también dice que había logrado de la Santa Sede, y con las debidas formalidades,  la autorización para celebrarle fiesta y cantarle Misa de Común el día 7 de agosto de cada año. Estas gestiones debió de hacerlas a través del Arzobispado de Valencia. También había conseguido con anterioridad, con fecha de 22 de marzo de 1840, es decir pocos días después de saber la llegada del padre  Soler con la reliquia, que el cardenal arzobispo de Sevilla, Francisco Xavier Cienfuegos, que a la sazón se encontraba en Alicante, firmara la concesión de cien días de indulgencia a los que, devotamente, rezasen un Padre Nuestro y Ave María ante las sagradas reliquias del Cuerpo de San Engracio Mártir, que, según dice este documento, se conservaban en la parroquia de Ayelo de Malferit, con su correspondiente  auténtica, custodiaba el presbítero D. Juan Bautista Bataller cura de aquella parroquia, y otros ciento a los que asistiesen a cualquier acto religioso que se practicase en honor del Sto. Mártir; una vez que fuera expuesto su Cuerpo a la veneración pública en la debida forma, ya que, como he dicho, en esta fecha la  reliquia todavía no estaba en el templo de Ayelo. 

El jueves 17 de agosto de 1840, según la anotación de Juan Bautista Bataller, fue el día que colocaron dicho Cuerpo del Sto. Mártir en el sepulcro preparado en el altar de San José. De cómo quedó finalmente este altar para la veneración de la reliquia es fiel testimonio lo que se encuentra escrito en  el célebre diccionario Madoz, publicado pocos años después de dicha colocación, información ésta que, casi con toda seguridad, fue proporcionada a los autores de este diccionario por el propio Juan BautistaI Bataller:

Dicha iglesia construida cien años há, es espaciosa, con una nave, varias capillas, un gran crucero y media naranja pintada al fresco: los altares que la adornan son de bastante gusto, pero el más notable es el dedicado a S. José, que existe a la derecha del espresado crucero: se halla embellecido :con cuatro lienzos de mérito, y sobre su mesa está el sepulcro de San Engracio Màrtir, con un hermoso busto ricamente vestido, dentro del cual se encuentran los restos mortales de dicho Santo, estraidos deI cementerio de Sta. Príscola de Roma en 1804.

Es de notar, en este escrito, el error de llamar al cementerio de Priscila con el nombre de Sta. Príscola, seguramente un error debido a la transcripción del escrito de Juan Bautista Bataller por parte de los redactores de este diccionario.

Añade, por último, el párroco de Ayelo en las notas manuscritas que estoy comentando, que mucho había manifestado ya el Santo, desde el día 2 de agosto de 1840 en el cual llegó al pueblo su reliquia y fue entrada en la iglesia con toda pompa y solemnidad, respecto a favor y patrocinio de sus devotos: beneficios que les había dispensado y, aún,  los que se podrían calificar de milagros, aunque aquí, el párroco es prudente, pues deja esto al juicio de la Iglesia. Juan Bautista Bataller, como él  mismo dice, es el autor también de la letra de los gozos al Santo los cuales, afortunadamente, se han conservado
hasta nuestros días. 

Imagen de San Engracio según el grabado de la Novena (ver fotografía anterior)

Cada 7 de agosto, pues, desde ese año 1840 se celebró misa cantada a san Engracio Mártir en la parroquia de Ayelo de Malferit; ]uan Bautista, al predicar en la misa, en estos primeros años, comentaría la fortaleza de la fe en estos primeros cristianos que. Les hizo aceptar el martirio. En 1846 mandó imprimir, en la célebre imprenta de D. Benito Monfort en la ciudad de Valencia, la novena que había compuesto a san Engracio, cuyo título era: Novena al Glorioso Mártir Romano san Engracio, cuyo sagrado cuerpo se venerara en la Parroquial iglesia de la villa de Ayelo de Malferit. La escribe y dedica al santo D.J.B.B. En el año l845. El modo de hacer la novena, según lo que él escribió, era el siguiente:

Puestos ante una imagen del santo, ó si puede ser ante su sepulcro, hecha la señal de la cruz y el acto de contrición, con toda la devoción y atención posible, avivando la fe y confianza en el patrocinio de san Engracio, se dirá primeramente la primera oración puesta para todos los días: luego se dirá la que corresponde ancada dia en particular, en la que se pondera una de las virtudes del Santo: síguese tres Padres nuestros y Ave Marías, y después de la oración del santo para todos los días  que  empieza:¡ Oh ilustre Confesor! Etc.; concluida esta  oración se hará la petición al Santo para el logro del beneficio ó virtud que se desee alcanzar por su mediación, y finalmente se dirá también al Santo la última oración para todos los días.

Durante las décadas siguientes a las de la llegada de la reliquia a Ayelo nada indica que se hiciera la procesión el día siete de agosto de todos los años y así  tan solo se hacía la del Cristo el día 6, pues la imagen procesional de san Engracio, aunque sin datos concretos que yo conozca, parece que es de finales del siglo XIX, o quizá de alrededor del año del centenario del hallazgo de dicha reliquia. Existe una fotografía, que reproduzco, que tiene un gran valor ya que es la única que existe de esta imagen la cual, como es bien sabido, fue destruida a comienzos de la guerra civil del año 36.

Juan Bautista Bataller murió en Ayelo nueve años después de la llegada de la reliquia, es decir en 1849, mientras que fray Jose Soler, que residió sus últimos años también en nuestro pueblo, murió en 1856. Fui afortunado, en encontrar en el archivo de la colegiata de Xátiva (sig. caja I4), la copia de su testamento, documento clave para conocer algo más sobre este fraile alcantarino nacido en Ontinyent que tuvo la misión de traer desde Roma la reliquia de nuestro patrono.

Aparte de la copia de este testamento también se encuentra en dicha caja de documentos, una certificación firmada por el ecónomo de la parroquia de Ayelo, Rafael Ureña, de fecha de 29 de mayo este año de 1856; según esta certificación, que era una copia de la inscripción que se encontraba en el quinque libri correspondiente a ese año, folio 197, fray José Soler murió el 18 de mayo de este año, ya que la copia decía lo siguiente:

Como Ecónomo que soy de esta parroquia, el 19 de mayo de l856 mandé dar sepultura eclesiástica, pasadas 24 horas, en el cementerio de la misma,  el cadáver del padre Fray José Soler, religioso descalzo, natural de Onteniente y vecino de ésta, 'de edad de 69 años, hijo legítimo Domingo y de Josef Silvestre. Murió el día anterior de un ataque de gangrena y recibió los Stos. Sacramentos Hizo testamento imperativo ante Francisco Valls y los testigos .... por el bien de su alma 100 libras, con entierro general.

Antes de morir dictó, pues, dicho testamento imperativo, es decir ante un funcionario, Francisco Valls, que lo redactó y unos testigos que lo firmaron, ya que en ese momento no había en Ayelo ningún escribano público; estos testigos fueron el médico D. Mariano Ferrer, el secretario del ayuntamiento Rafael Vicent, los propietarios labradores Miguel Belda y Bernabeu, Adriano Mompó, José Sanz y Perales, y el albéitar D. Vicente Valiente. 

Fueron sus últimas voluntades el nombrar albaceas al presbítero D. Pedro Grimal, vecino de Xátiva, al cual se refiere como su discípulo, y al labrador de Ayelo, y uno de los testigos, José Sanz y Perales. Su voluntad fue así mismo que fuera amortajado con el hábito religioso y se le celebrara entierro general con asistencia del cura ecónomo, vicarios cantores y demás sacerdotes que hubiera en el pueblo; aparte de dejar unas cantidades para los gastos de su entierro, dejaba limosnas para el Sto. Hospital de Ayelo, el Hospital General de Valencia y la Casa Santa de Jerusalén.

Por otro lado, al excelentísimo e ilustrísimo arzobispo de Valencia, el citado D. Pablo  García y Abella, le legaba sus breviarios; a las religiosas del Real Monasterio de Sta. Clara de la ciudad de Xátiva la grande reliquia de todo el año con sus respectivas auténticas, para que se les tributara el culto y la veneración debidos, así como la cómoda, dos casullas en buen uso y cuatro más usadas de varios colores, hijuelas, palios, tres o cuatro cíngulos, dos albas y tres cumitos, un misal, un cáliz de plata con su patera y cucharita, y todas las obras y libros de mi librería para que dichas religiosas lo tuvieran en depósito, con la obligación de entregarlo todo, al que había sido su convento de alcantarinos de San Juan Bautista en la ciudad de Valencia, en caso de volver los religiosos de su orden a dicho convento, y si esto no ocurriera, como en efecto no ocurrió, y pasado el tiempo la Nación, es decir el estado español, hubiera querido también apropiarse de las propiedades de estas religiosas, era su deseo que, en ese caso, sus pertenencias pasaran al referido, su discípulo, el presbítero D.Pedro Grimal, como esto tampoco ocurrió cabe suponer que hoy en día estas pertenencias de fray José Soler estén en el convento de las clarisas en Canals ya que a este último, pasaron las religiosas del monasterio de Xátiva hace unos años.

Al citado presbítero D. Pedro Grimal, por su parte, le legó todos los manuscritos, sermones y demás que tenía en un cartapacio, para que, a estos escritos, les diera el uso que creyera conveniente.

Reproducción de una fotografía antigua (finales del siglo XIX o principios del XX) con la imagen procesional de San Engracio (puede apreciarse también la P y la X, monograma de Cristo y símbolo de los mártires cristianos.

A sus albaceas pide que subasten la casa en donde vivía en Ayelo, calle de la Virgen de los Desamparados, y les dona los muebles y ropas que en la misma había. Del importe de la venta de la casa era su deseo que se pagasen algunas deudas que tenía contraídas, como cierta cantidad que debía al sacerdote carmelita D. José Mosquera, del cual ignoraba su residencia en aquellos momentos. Menciona asimismo, y les hace legación económica, a su sirvienta Rita Alemany y Ortiz, soltera mayor de edad, y a Vicente Alemany y Ortiz, seguramente hermano de la anterior, viudo de Lucia ]uan. De lo que quedara de la venta de la casa quería que se hicieran tres partes iguales, una para su hermano Antonio, otra para los hijos de su difunta hermana Josefa y otra para los de su difunta hermana Margarita, menciona, así mismo, a su hermano político, viudo de alguna de ellas dos, Mariano Revert, el cual era vecino de Fontanares.

A fray José Soler la Nación le debía cierta cantidad en concepto de atrasos por su exclaustración; casi con toda seguridad sus albaceas nunca llegaron a cobrar estas cantidades que menciona en su testamento.Fue enterrado en el antiguo cementerio general de Ayelo, hoy inexistente, en donde también estaba enterrado Juan Bautista Bataller; en el traslado de las tumbas al cementerio nuevo en el año 1913, las lápidas debieron de ser perdidas ya que hoy no existen.

Fernando Goberna Ortiz.

II PARTE del articulo
 publicado en el libro de fiestas, 2004

1 comentario:

  1. La narració de F. Goberna sobre l’arribada de la relíquia de sant Engraci a Aielo exemplifica bé la diferència entre les devocions populars –com la del Crist– i les que naixen i es consoli-den dirigides per algú, pel motiu que siga; sant Engraci representa el segon cas, ja que per elecció de dos religiosos, moguts per la novetat de la troballa de les relíquies i tal volta per l’interés per incrementar la categoria de l’església d’Aielo, esdevingué el segon patró de la vila; pogué afavorir-ho també la seua naturalesa romana, en un moment en què segurament calia reivindicar la significació de la capital de la catolicitat, posada en entredit en determi-nats lloc d’Europa (per exemple, a Espanya, amb els decrets de desamortització, des de 1835: només cinc anys abans d’aplegar a València la relíquia). És molt significatiu que el primer xiquet que naixia quan ja es sabia l’arribada de la relíquia fóra batejat com a “Engracio”, nom desconegut a nivell local. A favor de la popularitat de sant Engraci degué jugar molt el cen-tenari (1904), quan algunes famílies importants d’Aielo van involucrar-se materialment en el culte al sant, i també l’ambient de la postguerra, quan els vencedors polítics i religiosos van tornar al carrer la pràctica religiosa, després dels anys republicans de persecució. La processó de sant Engraci degué prendre aleshores molta volada, si no és que es reintroduí, perquè diu Goberna que no té constància que durant les dècades posteriors a 1840 es celebrara la proces-só. Podria ser aleshores que es començara el trasllat de sant Engraci a la capella de Sant Joa-quim, i després, el 7 d’agost, la baixada al poble i el retorn a la capella l’endemà?

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