El primer Parvulario
Por diferentes circunstancias que no vamos a analizar aquí, los llamados parvularios son hoy de una necesidad elemental. Aparte de las consideraciones de orden pedagógico, la madre, antes sólo ama de casa, sale hoy de la misma en busca de otras actividades, las más de las veces remuneradas; necesita, por tanto, encargar a otras personas o instituciones la custodia de sus hijos: de aquí la necesidad de los parvularios.
A finales del siglo XIX y principios del XX existía un parvulario situado en la plaza del Palacio llevado por Doña Josefa "La Castellana" y ayudada por Brigideta "La de les ulleres", que después tendría su propio parvulario en el Raval. En la foto, datada entre 1905-1910, vemos a Brigideta rodeada de niños (del libro : "Aielo de Malferit. Imatges de Vida").
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Hemos conocido en Ayelo una señora llamada doña Josefa. Posiblemente era maestra titular; hablaba siempre el castellano; por tanto, deduzco que no era del pueblo, y tenía su parvulario en la casa de la Plaza del Palacio, hoy número 8, en el rincón formado por esta casa y la de la viuda de don Rafael Colomer. Allí, con las puertas abiertas de par en par, a una y otra parte de la entrada, hemos visto, sentados en diminutas sillas, a aquellos pequeños ayelenses a los que doña Josefa hablaba constantemente, haciéndoles callar y estar quietecitos... Tenía una auxiliar, que era Brigideta Sanchis, "la de les ulleres", que casi todo Ayelo recordará todavía hoy y que después también ella tuvo su parvulario en su casita del Raval.
Bastante más tarde apareció el segundo parvulario, el de las Hermanas Franciscanas, que comenzó a funcionar en enero de 1914, después de inaugurada la nueva casa de Beneficencia de la Avenida del Santísimo Cristo o Ensanche.
Las escuelas graduadas
Madoz, que como hemos dicho publica su Diccionario en 1848, atribuye a nuestro pueblo dos escuelas de primera enseñanza: Una, frecuentada por 80 niños, y la femenina, por 60 ó 70 niñas. Los maestros percibían 2.500 reales al año cada uno, pagado del fondo de propios, o sea del Ayuntamiento.
Hemos conocido a Ayelo con sólo dos escuelas, al parecer unitarias, para chicos y chicas, y conocimos a los que entonces las regentaban: dos admirables maestros, don Leonardo Carreres y doña María Arabi.
Doña María impartía las clases en su misma vivienda del carrer Vell (hoy San Antonio), vivienda que tenía su fachada a la Plaza del Palacio. Recordamos haber pasado por allí y ver las puertas de la casa abiertas de par en par; a la izquierda, entrando, estaba la mesa de la maestra sobre una alta tarima; a la derecha, las alumnas, que debían ser las mayores, porque aparecían silenciosas y atentas.
De lo expuesto deducimos que las escuelas graduadas comenzaron a funcionar en Ayelo relativamente tarde, sin que podamos precisar la fecha exacta. Lo que sí parece seguro, según fidedignas noticias, es que cuando se inauguraron las entonces nuevas escuelas (hoy viejas) y tituladas de San José de Calasanz, se impartía la enseñanza dividida en tres grados.
Este grupo escolar no hubiera podido estar situado donde está (en pleno Ensanche) si antes no se hubiera abierto el tal Ensanche. Antes de que esto hubiera tenido lugar, para salir del pueblo por la calle Mayor había de practicarse un zig-zag o ángulo recto, doblando (al salir de la calle), primero a la derecha y después a la izquierda, y pasando por la misma puerta de la Beneficencia, ir a la Creu a buscar la carretera de Onteniente. De modo que la salida rectilínea de la calle Mayor estaba taponada por un elevado bancal, propiedad de los hermanos Daniel y Joaquín Mompó, que rodeado de tapia, menos en la parte recayente a la dicha calle Mayor, que era de verja, constituía un delicioso huertecillo, donde los dueños recibían a sus amigos. Aquello constituía un estupendo mirador de toda la calle Mayor hasta las cuatro esquinas (cruce de las calles Mayor y En medio).
Echarles de allí sin un expediente de expropiación era difícil, ya que el pueblo tenía su salida más antigua por la continuación de la calle de la Iglesia. Y fue Joaquín Belda Doménech el que, apelando al bien del pueblo, convenció a sus primos hermanos, Daniel y Joaquín Mompó Doménech, para que consintieran en destruir su querido huerto, que quedó convertido, en parte, en carretera y jardines, que llamamos Ensanche, hoy Av. del Santísimo Cristo.
Pues bien, en parte de aquel lugar, precisamente a la izquierda, saliendo del pueblo, se levantan hoy las citadas viejas escuelas, cuyo solar fue donado al pueblo por el benemérito ayelense don Bautista Aparici Belda.
El día de la colocación de la primera piedra de estas escuelas, el 25 de octubre de 1925, fue un día de gran fiesta para Ayelo, pues, además, se bendijo e inauguró el cuartel de la Guardia Civil, hoy vacío.
Doña Mª Ángeles Belda, además de cronista de la historia del pueblo, también fue protagonista de ella. Aquí la vemos, el 25 de octubre de 1925, como madrina en el acto de colocación de la primera piedra de las nuevas Escuelas Nacionales. Foto: Arxiu Fotogràfic Biblioteca Degà Ortiz.
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Por la mañana las autoridades provinciales y locales (asistieron el presidente de la Diputación y el gobernador civil de la provincia, entre otras), con Su Eminencia, el cardenal Benlloch y los padrinos, marcharon a la iglesia, donde el cardenal ofició una misa por los ayelenses fallecidos. De allí, la comitiva y el señor cardenal, revestido, marcharon al solar predicho, donde tuvo lugar la bendición y colocación, por Su Eminencia, de la primera piedra. Siendo padrinos don Bautista Aparici Belda y la señorita Angeles Belda Soler. En el mismo acto se firmó la correspondiente acta. Era entonces alcalde del pueblo don Miguel Colomer, y cura párroco, don Cipriano Valero.
A continuación, el padrino, don Bautista Aparici, ofreció una comida a Su Eminencia el cardenal y autoridades en la casa palacio de los marqueses de Malferit, cedido amablemente por sus dueños.
Pero una primera piedra es sólo una piedra; luego había que levantar en él la escuela, y habiendo sido nombrado alcalde de Ayelo don Vicente Barber, consiguió dar un ritmo acelerado a las obras, comprometiendo al vecindario, que aportó gratuitamente jornales y materiales hasta terminar el edificio en breve plazo (1).
Maria Ángeles Belda
NOTAS:
(1) Recientemente, en 14 de junio de 1980, se celebró el cincuentenario de la inauguración de estas escuelas. Comenzaron los actos con una misa en sufragio de los maestros difuntos que ejercieron en el pueblo. A continuación fue descubierta una lápida conmemorativa en la fachada principal de las Escuelas. Por la tarde hubo festival infantil y charla sobre la conmemoración a cargo de la señorita María Angeles Belda, y por último, al día siguiente, comida de hermandad de maestros y autoridades.
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