Del jardí bell de València
és Ayelo ermosa flor
que escampa, arreu, les fragàncies
que despedeix lo seu cor
Miguel Ferrándiz . "Himne a Ayelo"


sábado, 21 de julio de 2012

EL BICENTENARIO DEL HALLAZGO DE LA RELIQUIA DE SAN ENGRACIO MARTIR EN ROMA (en 1804) SU TRAI DA A AYELO DE MALFERIT EN 1840. I PARTE



Lo que conocemos sobre los hechos relacionados con el hallazgo de la reliquia de San Engracio en Roma en 1804, es decir hace doscientos años, y su traída desde aquella ciudad hasta nuestro pueblo en 1840, es debido a unas notas manuscritas del párroco Juan Bautista Bataller (1802-1849, el cual regentaba la parroquia de Ayelo en aquel año de la traída de la reliquia y también a algunos documentos, muy pocos, que se conservan en el propio archivo parroquial, ya que el expediente que se instruyó en el Arzobispado de Valencia en aquel año de 1840 fue destruido en tiempos de la guerra civil del 36. 

Las notas manuscritas fueron redactadas por el citado Juan Bautista Bataller con el fin de que sirvieran de información a los predicadores que con ocasión de las fiestas patronales eran invitados a pronunciar los sermones; posteriormente, estas notas fueron mandadas imprimir por el presbítero natural del propio Ayelo, y cura por entonces en Agres, D. Daniel Valls Montés en la segunda mitad del siglo XIX. Conviene ahora recordar lo que decía ]uan Bautista Bataller sobre estos hechos: 

De San Engracio Martir Romano, solo puedo decir, lo que la auténtica del mismo dice y es: Que es de nombre propio según consta por la inscripción que se halló en la lápida sepulcral que decía: ' 'Corpus Engratii Martyris que fue hallado en el Cementerio de Priscila via Salaria nova en el dia 7 de Enero de 1804, con un vaso de vidrio teñido en sangre del mismo, el cual se venera en ésta, junto á su sagrado Cuerpo. Los facultativos que asistieron á la exhumación, declararon ser un joven de 20 a 24 años. Depositado en uno de los depósitos de las sagradas reliquias de aquella Capital, fue entregado en 29 de diciembre de 1839 al Reverendo Padre José Soler Guardian que era del Convento descalzos de la Provincia de Valencia, llamado de ' 'Sancti Quaranta' ' pero según la auténtica ‘ ‘R. D. Juan Bapta Bataller Parocho Ecclesiae oppidi de Ayelo de Malferit in Diocesi Valentina in Hispania ‘’Cuyo P. Soler como se volviese a su patria Onteniente, fue su conductor desde Roma, á esta. Presentado por mi al señor Gobernador Eclesiástico reconocida el arca y auténtica y aprobada su autenticidad, con su anuencia mande fabricar su busto del Santo, vestido á la romana antigua colocando en la concavidad del pecho las Santas Reliquias que fueron trasladadas á otra arquilla proporcionada al efecto y con comisión de dicho Sr Gobernador lo traje y deposité en ésta Iglesia, habiendo logrado de la Santa Sede y con las debidas formalidades el celebrarle fiesta y cantarle Misa de Comun el dia 7 de Ágosto de cada año. Mucho ha manifestado ya et santo desde el dia dos de Agosto de 1840 que se entró en este lglesia con toda pompa y solemnidad su favor y patrocinio a favor de sus devotos muchísimos beneficios les ha dispensado y aun podríamos calificarlos de milagros pero esto pertenece al juicio de la Iglesia y basta que sus devotos se crean deudores a la protección del Santo de los beneficios recibidos por su invocación. Incluyo unos gozos que compuse que vienen á contener lo que va ya dicho.
 Juan Bautista Bataller, Rector.

En octubre de 1989 me encontraba yo en Roma y deseé visitar esta catacumba de Priscila en dónde había sido hallada la reliquia de San Engracio. Con un plano de la ciudad y con buen ánimo fui caminando desde el centro de la ciudad en dirección nordeste hacia las afueras; así, recorrí calles, cruce plazas, pasé por la puerta Penciana y, finalmente, encontré la vía Salaria Nuova. En el número 430 de esta calle se encuentra el acceso a una casa-monasterio de las religiosas benedictinas llamadas de Priscila, ya que a su instituto está confiada esta catacumba. Dicho edificio data del año 1929, y allí las religiosas tienen una imprenta dedicada a la publicación de obras especializadas en arqueología cristiana. Llamé al timbre y me abrió una de las religiosas; después de comunicarle mi deseo de visitar la catacumba, me hizo pasar al claustro y allí quedé esperando para ser guiado a las galerías del subsuelo que forman dicha catacumba. 

Durante mi espera pude ver, allí en el claustro, una inscripción en mármol que recuerda la visita que, el 9 de noviembre de 1959, realizó a esta casa-monasterio, el Papa Juan XXIII con motivo de estar allí residiendo, probablemente enfermo, Mons. Belvederi, fundador de las benedictinas de Priscila.

Reproducción de un grabado de G.Vasi. que representa una vista de la guerra Pinciana,
en la ciudad de Roma, en el siglo XVIII.


Luego llegó un grupo de tres personas que hablaban entre ellos en alemán, y así, formado un grupo de cuatro personas contándome yo mismo, fuimos invitados por la misma religiosa que me había abierto la puerta, la cual llevaba una linterna grande, a seguirla por una puerta tras la cual se hallaba una escalera en pendiente que comenzamos a bajar. Yo, con mucha ingenuidad y en mi rudimentario italiano, le había preguntado a la religiosa sobre San Engracio con la esperanza de que, una vez en las galerías, me indicara el sitio en donde había sido hallada la reliquia; la religiosa, con una sonrisa, me dio a entender de que dicha reliquia, como otras halladas en la catacumba, hacía mucho tiempo que habían sido trasladadas a otros lugares eclesiásticos de Roma.

Recorriendo aquellas galerías, cuyas paredes de tierra arcillosa de un color rojo oscuro eran labradas por la luz de la linterna de la religiosas, yo sentía una gran emoción; escuchaba, y no siempre entendía bien, sus explicaciones sobre que allí habían sido enterrados los cristianos de los primeros tiempos, entre ellos mártires, e incluso algunos Papas de dicha época. En algunos tramos de las galerías se veían, en efecto, los nichos excavados en la tierra que habían servido para depositar los cuerpos de dichos cristianos, y también algunos recintos más amplios o capillas en donde había sido enterrado algún Papa así como en sus paredes algunas pinturas de esta época de los primeros siglos del cristianismo. Pero, ¿porqué se llamaba esta catacumba de Priscila?, ¿quién era Priscila y cual era la historia de las excavaciones llevadas a cabo en este cementerio?, en una de las cuales se encontró la reliquia de nuestro patrono San Engracio. 

Lápida que está situada a la entrada del convento de religiosas benedictinas
en cuyo interior se encuentra la entrada a la catacumba de Priscila.


I. LA CATACUMBA DE PRISCILA Y EL HALLAZGO DE LA RELIQUIA DE SAN ENGRACIO. 

La vía Salaria era una de las principales salidas de la antigua Roma para dirigirse hacia el nordeste, hacia el Lacio y los Abruzos. Al construirse las murallas de Aureliano (270 -275) dicha vía quedó dividida en dos tramos, uno que se llamó Salaria Vetus y el otro Salaria Nova. Las noticias de que en esta antigua vía de salida de Roma existían cementerios paleocristianos datan de los primeros documentos litúrgicos, tales como los llamados La Depositio Martyrum,y La Depositio Episcoporum, ambos del siglo IV o el Martiriologio Geronimiano de la primera mitad del siglo V, así como de las topografía más antiguas de la ciudad : el Index Coemeteriorum, La Noticia Ecclesiarum Urbis Romae y también los datos que, sobre los santuarios venerados en las catacumbas, refiere el Liber Pontificalis, todas estas obras de los siglos VII y VIII. 

Según estos antiguos documentos el cementerio de Priscila fue conocido por este nombre por la persona que donó los terrenos para dichos enterramientos del rito cristiano. De hecho, el nombre de Priscila, fue encontrado en una inscripción durante las primeras excavaciones llevada a cabo en este antiguo cementerio. Todo esto, e investigaciones posteriores, han dado por resultado suponer que Priscila pertenecía a una rica familiar senatorial del linaje de los Acilios. A propósito de esto se sabe que el emperador Domiciano condenó a muerte a muchos senadores alguno de los cuales habían sido cónsules en los años 81 a 96 de nuestra era acusados de querer introducir en el imperio prácticas religiosas nuevas. Los especialistas en arqueología cristiana suponen también que la donación de Priscila y, por lo tanto, los primeros enterramientos en este cementerio datarían de la segunda mitad del siglo II. Allí fue enterrado, entre otros, San Marcelino (papa desde el año 296 al 304) que fue decapitado en presencia de los cónsules Diocleciano y Decio el 26 de abril del 304, San Silvestre Papa desde el 314 al 335 y un grupo de trescientos sesenta y cinco mártires de los cuales, en estas obras, se indica que fueron enterrados en el cementerio de Priscila aunque sin señalar el lugar de su enterramiento. 


Puerta de entrada al convento donde está la catacumba de Priscila
en el número 430 de la via Salaria Nova.
Foto procedente del sitio web Catacombe di Priscila.

La costumbre de enterrar en los cementerios de las afueras de la ciudad fue perdiéndose durante la segunda mitad del siglo V, por esto las galerías subterráneas de los cementerios fueron abandonándose, quedando sólo accesible aquellos lugares que conservaban tumbas de mártires, lugares éstos, de las catacumbas, que pasaron a ser capillas basílicas y santuarios. En siglos posteriores, sobre todo en el XVII, XVIII y principios del XIX, al mismo tiempo que se volvían a hacer excavaciones se trasladaron las reliquias de los mártires que se encontraban a otras iglesias de Roma para allí quedar en depósito. 

En la catacumba de Priscila fueron muchas las tumbas que fueron descubiertas en las cuales aparecía algún signo de los considerados martiriales, signos que luego comentaré. En una de esas excavaciones, el 7 de enero de 1804 apareció una tumba con un vaso teñido de rojo, signo considerado suficiente para suponer que se trataba de un mártir, aunque, como señala el párroco Juan Bautista Bataller apareció también una lápida con la inscripción: Corpus Engratii Martyris. Los restos óseos de la tumba junto al vaso teñido de rojo fueron llevados a uno de estos depósitos eclesiásticos de Roma. 

Se sabe que los padres jesuitas establecidos en Roma (la Bula de restitución de la compañía de Jesús fue dada por el Papa pio VII con la fecha del 9 de agosto de l814, aunque, desde años antes, estos padres tenían otra vez la consideración de tales) hicieron excavaciones en la catacumba de Priscila en esre mismo año de 1804; este año fue, además, el del viaje del Papa Pío VII a Paris para participar en la coronación de Napoleón como emperador, viaje que hizo con la esperanza de obtener concesiones en los Estados Pontificios, y en algunos asuntos del concordato de la Santa Sede con el estado francés del año 1801. 

Foto procedente de Catacombe di Priscila

En estas mismas excavaciones de los padres jesuitas del año 1804 en el cementerio de Priscila fue hallado también el sagrado cuerpo de San Justo niño mártir, el cual, extraído de orden de Su Santidad, fue expuesto en aquella capital a la pública veneración en el templo de S. Salvador in Lauro; posteriormente, en el año 1819, fue llevada la reliquia a la iglesia de la Compañía en la ciudad de Valencia (sobre esto puede verse el Diario de Valencia del 2l de septiembre de 1831). ¿Fue llevada la reliquia de San Engracio a este mismo templo de S. Salvador in Lauro?, no lo podemos asegurar pero es posible. Esta antigua iglesia, una de las muchas de Roma, fue edificada en tiempos del Papa Nicolás V en el siglo XV, y su iglesia estaba dedicada a la Madona di Loreto.

En este año del hallazgo de la reliquia de San Engracio la catacumba de Priscila, según descripciones de la época (véase en la bibliografía la obra que cito del L'Abbé J.Gaume), quedaba en la pendiente de una colina plantada de viñas, y a las galerías se descendía por varias escaleras; como éstas estaban expuestas a filtraciones de agua eran frecuentes los desprendimientos y, por lo tanto, las obstrucciones en las mismas. Lo único que estaba en buen estado de conservación era una bella capilla dedicada al citado San Silvestre, la cual quedaba en la parte exterior del cementerio: era antiquísima y había tenido pinturas de gran valor en las paredes.

Capella grecca, foto procedente de Catacombe di Priscila 


La Congregacione delle Indulgenze e delle Reliquie era la institución de la curia romana, creada en I669, encargada de todo lo relacionado a las extracciones de los cuerpos de los mártires. Estaba presidida por un cardenal prefecto y la formaban varios cardenales más, un secretario, un sustituto, un jefe de consultorio y algunos oficiales menores. Como he dicho los restos hallados en este cementerio de Priscila correspondientes a San Engracio quedaron en depósito por mandato de esta institución. Eran unos restos óseos y una redoma, o vaso vítreo, teñida de rojo. Mucho se ha discutido por los entendidos si estos vas sanguinis estaban teñidos realmente de sangre, si eran ungüentos aromáticos, los cuales eran costumbre dejar en los enterramientos de esta primera época del cristianismo o, como en 1829, había opinado el arqueólogo alemán W. Rösted en una obra suya que trataba sobre las catacumbas, el sedimento rojo de estas ampollas seguramente había contenido vino eucarístico de los ágapes funerarios que se celebraban en torno a las tumbas.
Dibujo de una galeria de una catacumba y de un vas sanguinis
( de la obra de L'Abbé J.Gaume.)

Existían otros signos martiriales que podían hallarse en las sepulturas, aunque el vas sanguinis era uno de los principales; estos otros signos eran figuras como conchas, medallas, lucernas, árboles (ciprés), palma, ramo de olivo, paloma, delfín, pez, corona, o signos como el crismón o la cruz. La citada institución de la curia romana era la que podía autentificar la reliquia encontrada, así que la de San Engracio debió de llevar la fecha de este mismo año de 1804, cuarto año del pontificado de Pío VII.



Fernando Goberna Ortiz.
1r CAPÍTULO ( de los tres escritos) del articulo publicado en el libro de fiestas de Aielo de Malferit, 2004



3 comentarios:

  1. Cal ressenyar que tant aquesta com la del Santissim Crist de la Pobresa, amb les seves corresponents festes es deurien denominar com a BIC's Inmaterials. Cosa que donaria rellevancia a la localitat per la seva antiguitat.

    Jo a la carrera he realitzat ja un esborrany de la sol·licitud, sols seria completar-ho i enviar-ho a l'autoritat competent.

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