Grup escolar de Ayelo hacia 1906 |
INTRODUCCIÓN
Tengo un buen amigo
en Francia, se llama José Belda Vidal, y aunque sus apellidos no son franceses
él nació en Tolouse (entre las muchas postales que me ha enviado hay una en la
cual se ve el río Garona a su paso por Tolouse, y, según me dice, en una de las
calles que allí se ven estaba la casa en donde nació). Su padre, José Belda
Colomer es el motivo de este escrito: su nacimiento en Ayelo, su infancia, la
época en la que fue soldado en la guerra de Marruecos y su emigración posterior
a Francia una vez terminada la Primera Guerra Mundial.
Mi amigo José hizo
su primer viaje a Ayelo en 1956; fue un viaje para conocer el pueblo en donde
había nacido su padre; fue una aventura porque lo hizo en una moto-vespa desde
Francia circulando por las pésimas carreteras de entonces, pero, al mismo
tiempo, fue también un viaje muy emocionante y aún guarda mucha gratitud por la
acogida que entonces le dispensaron en el pueblo. Desde entonces José ha
viajado a Ayelo en bastantes ocasiones, casi siempre en verano coincidiendo con
las fiestas patronales. De ahí nuestra amistad.
El año pasado
también lo hizo y fue cuando comentamos que, quizá, podríamos averiguar algo
más sobre su padre buscando documentación en los archivos del pueblo, es decir
en el del juzgado, en el municipal y en el parroquial. Así lo hicimos y fruto
de aquella búsqueda es el presente escrito.
Pero, claro, yo no
puedo escribir como si nada hubiera ocurrido; tengo la necesidad de contar el
estado en el que me encontró José el verano pasado. Me habían matado a mi
querido Blaqui. Ocurrió a mediados de julio, era un domingo por la tarde y como
otros días me dispuse a pasar la tarde en la caseta Ortiz. Blaqui y su hermano
Monet estaban por allí, por las cercanías; la madre de ambos, Tunia estaba
conmigo. Vi como Blaqui y Monet estaban por detrás de la casa (en ocasiones
iban a un lugar que está a unos doscientos metros en donde sabían que había
perros con los cuales jugar), a Blaqui fue la última vez que le vi, Monet
regresó a los pocos minutos con una pequeña herida en una pata la cual
desinfecte y no di mayor importancia (luego la identifique como un disparo de
balín). La tardanza de Blaqui no me inquieto de momento pues en otras ocasiones
había ido a buscarlo por aquel paraje y siempre lo había encontrado, pero se
hizo la hora de recogerse para ir a la casa del pueblo y Blaqui no había regresado.
Salí a buscarlo y
no lo encontré. Esa noche estuve esperándolo en la caseta, pero no volvió ni lo
hizo en los días sucesivos. Mi inquietud fue en aumento ante los malos
presagios que ya tenía. Fueron días de angustia. Testigos de mi estado de ánimo
en aquellos días fueron las muchas personas a las que pregunté. Pasaron los
días y finalmente tuve que hacer un gran esfuerzo para, teniendo en cuenta
todos los indicios convencerme de que a Blaqui lo habían matado la misma tarde
en la que lo vi por última vez, luego, el sujeto vil que lo hizo, se deshizo
del cuerpo. Sujetos de esta mala calaña hay en este vecindario.
Todo el que tiene
perros, y los quiere, sabe que son seres queridos que forman parte de su
familia. Blaqui era muy decidido, yo le llamaba mi pequeño explorador porque
era el que dirigía a su hermano en las excursiones por el campo. Días antes de
esa tarde en la cual le vi por última vez también fui a buscarlo en aquel
lugar; estaba con otra perra un poco más grande de tamaño, con otro perro muy
gracioso aún más pequeño que Blaqui, que ya es decir porque Blaqui era muy
pequeño, y a este grupo se unió Monet que iba conmigo. Todos estaban alegres
subiendo y bajando márgenes, persiguiéndose y con esa sensación de libertad que
a mí tanto placer me da. La tarde posterior en que fui a buscarlo y ya no lo
encontré vi, en cambio, a ese perrito tan gracioso, estaba muy asustado lo cual
ya me dio un malísimo presagio, seguro que el sí que vio lo que le hicieron a
mi pequeño.
Por lo demás, si
escribo en el programa de las fiestas es por el apoyo de un grupo de personas
que todos los años me siguen, y que, me consta, que les interesan los temas de
historia de Ayelo, por ellos y sólo por ellos continuó escribiendo en los
programas.
1. Nacimiento e infancia de Joaquín Belda en Ayelo.
Fotografía de un grupo escolar hacia 1906. El juego de fer harca y la guerra de
Marruecos.
Joaquín Belda
Colomer nació un día de marzo de 1891. El mismo día de su nacimiento, que era
el siete de ese mes, fue bautizado en la parroquia de Ayelo por el coadjutor de
la misma Juan Bautista Sanz. Fueron sus padrinos Patricio Vicent y Joaquina
Belda (estos datos constan en Tomo XI, folio 259 del archivo parroquial).
Al día siguiente su
padre, José Belda Garrigos, que tenía entonces treinta años y era jornalero,
acudió a las nueve de la mañana al despacho del juzgado para inscribirlo; allí
estaba el juez municipal Vicente Castelló Belda y el secretario Vicente Tejido
y Portea. Ante ellos declaró el nacimiento de Joaquín como hijo propio y de
Magdalena Colomer Belda, su esposa de 29 años. Por lo que respecta a los
abuelos del recién nacido, de los paternos vivía su abuela Dominga Garrigos
Calabuig, pues su abuelo Modesto Belda Vidal era difunto, y de los maternos también
vivía sólo su abuela Benedicta Mira Aparici, ya que su abuelo Mateo Colomer
también era difunto.
En este año de 1891
era regente en España la reina María Cristina, madre de Alfonso XIII ya que
éste era menor de edad. Eran políticos de este período, entre otros, Antonio Maura,
uno de los principales políticos de la restauración monárquica de 1875, Agustín
Francisco Silvela, Romero Robledo, y Práxedes Mateo Sagasta. En España durante
estos años los conservadores y liberales se alternaban en el gobierno.
El 17 de mayo de 1902
Alfonso XIII, que tenía dieciséis años, juraba la Constitución comenzando desde
entonces a reinar; Joaquín Belda era entonces un niño de once años.
Los reyes D. Alfonso XIII y Dª Victoria Eugenia. De la obra de Historia de España de Alfredo Obispo. |
Cuatro años
después, el 31 de mayo de 1906, el rey contraía matrimonio en Madrid (iglesia
de los Jerónimos) con doña María Victoria de Battenberg; cuando hacían el
recorrido por las calles de Madrid, desde la iglesia a Palacio el anarquista
Mateo Morral lanzó una bomba a la carroza real en la calle Mayor; los jóvenes
reyes salvaron la vida, aunque hubo heridos y muertos entre las personas del
cortejo. Lo cierto es que en la España de entonces la cuestión social era cada
vez más importante, y los grupos anarquista más numerosos en las zonas rurales
y en algunas ciudades como en Barcelona.
Jose Ortiz, alumno de 1906. |
De este mismo año
de 1906 debe de ser la fotografía (ver la reproducción en este escrito) de un
grupo escolar de Ayelo; es una fotografía que tengo entre las mías familiares
(se ve a mi abuelo José Ortiz nacido en 1893, es decir dos años después que
Joaquín, y es posible que incluso también esté en la misma el propio Joaquín).
En esta fotografía están retratados sesenta y ocho niños de entre ocho y quince
años (mi abuelo es el cuarto de la fila superior comenzando por la izquierda
según se mira la fotografía), en el centro están los dos maestros, ambos con
barba, uno de ellos, con gesto bondadoso, lleva guantes por lo que debía de ser
invierno, el otro con gesto más austero lleva colgada del cuello una medalla.
Los niños van vestidos con blusones, calzones y alpargatas, y algunos, como mi
abuelo, que lleva una camisa de pliegues, van un poco más elegantes, o llevan
chaquetas; uno de ellos lleva una manta por encima, y otros gorra la cual
sostienen en la mano. La fotografía se hizo en el corral de la casa que hacía
las veces de escuela, y un niño tiene en sus manos una bandera lo cual hace más
formal al grupo escolar.
Los maestros, (...) i Leonardo Carreres Liñana. |
Alguno de estos
niños serían después soldados en la guerra de Marruecos, como lo fue el propio
Joaquín. En estos años escolares seguro que jugaron a fer harca, un juego que
los que tenemos mi edad hemos conocido todavía practicar en los años setenta
del pasado siglo. El juego tiene un claro origen en las guerras de Marruecos en
el siglo XIX, pues harca o jarca es una palabra que en las cabilas de esta zona
montañosa de Marruecos significa la llamada que se hacía para un combate en un
momento determinado, tratando de hacer retroceder al enemigo, y así,
conquistarle el terreno que ocupaba. El juego consistía más o menos en lo
mismo, es decir los grupos ya formados con anterioridad, por afinidades de
vecindad, escolares u otras, salían a los descampados del pueblo y allí
aprovechando los márgenes de los bancales, algarrobos y otros lugares para
defenderse, se lanzaban piedras unos grupos a otros tratando de hacer
retroceder al enemigo así conquistarle el sitio que ocupaba.
Seguramente su
origen fue la guerra de en el norte de Marruecos entre 1859 y 1860, pues fue
una guerra muy popular en España en la cual fueron exaltados los sentimientos
patrióticos en su lucha contra los incivilizados musulmanes. Los orígenes de
los asentamientos españoles en el norte de África eran antiguos (finales del
siglo XV). A finales del siglo XIX hubo un aumento de la influencia extranjera
en esta zona y, al mismo tiempo, de la hostilidad de las cabilas y de los
piratas rifeños sobre las embarcaciones. En 1855 ante las agresiones de estas cabilas
en la línea fronteriza de los puestos españoles, el gobierno de la Unión
Liberal que presidía O'Donnell decidió construir unos fuertes a los largo de
esta línea fronteriza. La noche del 10 al 11 de agosto de 1859 una de estas cabilas
destruyó las obras de unos de estos fuertes. El gobernador de Ceuta presentó
una reclamación ante el caíd de Anyera, luego hubo ultimátum y finalmente la
declaración de guerra. Muley Mohammed llamó entonces a las cabilas a la guerra
santa.
Las operaciones del
ejército español comenzaron en noviembre de 1859. Las tropas (al mando de
generales como Prim, Zabala, Ros de Olano y otros) avanzaron a lo largo de la
costa hasta Tetuán y luego hacia Tánger. Las acciones de Castillejos, Tetuán y
Wad Ras fueron celebradas en toda España, y los niños incorporaron estas
hazañas en sus juegos y canciones. Después de la batalla de Wad Ras, el hermano
del sultán Muley el Abbas, que mandaba las cabilas, pidió llegar a un acuerdo
de paz, el cual se firmó e126 de abril de 1860 y supuso algunas ventajas para
España.
No obstante la paz
nunca se consiguió del todo en la zona fronteriza de los puestos españoles. En
1906 (año de la fotografía que estoy comentando) tuvo lugar la llamada
Conferencia de Algeciras para tratar sobre la cuestión marroquí, conferencia a
la que acudieron todos los países que tuvieran intereses en la zona. El tratado
que se firmó no significó para España el final de los conflictos sino, muy al
contrario, una mayor implicación en aquella zona.
Francia llevaba por
aquellos años la iniciativa en la cuestión marroquí, y de hecho tenía la mayor
parte de aquel territorio bajo su influencia, así que creó el protectorado el
cual, de hecho, suponía que, bajo la apariencia de la soberanía del sultán
quedaba el gobierno de éste bajo la supervisión civil y militar francesa; esto
forzó a una negociación hispano - francesa y el 27 de noviembre de 1912 se
firmó el convenio por el cual se constituía también el Protectorado Español
sobre una zona del norte y suroeste de Marruecos. Las consecuencias de esto
fueron, de inmediato, un agravamiento del conflicto bélico con las cabilas; y
de hecho, si hasta entonces España había llevado a cabo una política encaminada
a salvaguardar, con el menor coste posible, sus intereses estratégicos y
económicos (las minas del Rin, ahora iba a asumir una responsabilidad que, en
palabras de historiadores de este conflicto, desbordaba con mucho las
posibilidades de España en aquellos años.
El protectorado español en Marruecos suponía la vigésima parte de aquel
sultanato. Era una parte bastante montañosa, pobre agrícolamente con una
población de unos 650.000 habitantes agrupados en sesenta y seis cabilas
distribuidas en cinco regiones naturales: la Occidental, Yebala, Gomara, Rif, y
Oriental (esta, cercana a Melilla, era la del valle del Kert en la cual, como
ahora comentaré, fue destinado Joaquín).
II. Joaquín Belda un mozo de la quinta de 1912. Otros
mozos de su reemplazo.
Joaquin Belda y un amigo con el uniforme del regimiento de infanteria de Guadalajara 20 (fotografia familiar) |
Los nacidos en
1891, como era el caso de Joaquín Belda fueron llamados a filas en 1912. Se
hizo, como era preceptivo, por medio de la publicación en el Boletín Oficial de
la Provincia (el no 41 del 28 de febrero de ese año), y en pueblos como Ayelo
por edictos, bandos y citación personal.
El día en el que
Joaquín tenía que acudir al ayuntamiento para las mediciones corporales y el
examen médico era el 3 de marzo. Tenía sus dudas sobre si, finalmente, sería
dado apto para el servicio militar, ya que era bastante corto de talla. Allí,
en la casa consistorial se reunieron, en efecto, a las ocho de la mañana de ese
día, los mozos que por sorteo (de ahí lo de quintos) debían de pasar dicho
reconocimiento, Joaquín iba el segundo de una lista de treinta. Presidía la
comisión el alcalde Daniel Mompó Doménech, y formaban parte de la misma el
regidor síndico Bautista Aparici Belda y los concejales Rafael Colomer, José
Ramón Castelló, Vicente Bernabeu y Miguel Barber. También debía de estar
presente un delegado de la autoridad militar (quizá un guardia civil), el
secretario que era José Rebil y el médico que era José Pérez López; además
acudieron algunos de los familiares de estos mozos.
El secretario dio
lectura a la lista de los mozos sorteados y también a la ley de instrucciones
de reclutamiento (que era del 29 de febrero de ese año); luego el presidente se
dirigió a los mozos y demás concurrentes haciéndoles advertencia legal de que,
según dicha ley, no serían atendida ninguna exclusividad que siendo conocida
por los interesados no se manifestara en dicho acto; luego se nombró al primer
mozo que era Joaquín Vidal Belda, el cual no estaba presente aunque en su lugar
habló su padre Miguel, y dijo que su hijo estaba en Francia en donde sería
medido y examinado a instancias del cónsul; preguntado si su hijo tenía algún
motivo de excepción, respondió que era hijo de padre pobre e impedido (una de
las causas, según la ley, de excepción). La comisión acordó que se instruyera
expediente de excepción con aportación de testigos y pruebas, y se comunicara a
los mozos que según el sorteo podía verse afectados por la misma por si tenían
algo que alegar. El caso se volvería a tratar, en comisión del ayuntamiento, el
siguiente 17 de marzo. Luego le tocó el turno a José.
Joaquín Belda
Colomer, leyó el secretario, y Joaquín se acercó a donde estaba la comisión. El
médico procedió a medir su talla dando un metro quinientos sesenta y tres, su
peso fue de 52 y su capacidad torácica de 82, es decir su altura pasaba un poco
del límite para excepción, y en general su constitución era fuerte. Preguntado
sobre si tenía algo que alegar, Joaquín respondió que no tenía ningún motivo de
excepción (su padre no estaba impedido ni tenía más de sesenta años, pues
trabajaba en el campo, ni tampoco tenía otros hermanos en el ejército que era
otro de los motivos de excepción); así que la comisión lo declaró apto para el servicio
militar y por lo tanto soldado a la espera de destino.
Del resto de los
mozos que siguieron a Joaquín, dieciséis fueron declarados aptos también, eran:
Joaquín Juan Sanchís, Rafael Mollá Doménech, Miguel Boluda Micó, José Satorres
Juan, Caralampio Juan Juan, Vicente Colomer Castelló, José María Bellot Belda,
José de San Felix Martínez, José María Vicent Castañeda, Juan Bautista Mateu
Bernat, José Ortiz Boluda, Vicente Requena Malchirant, Juan Bautista Rico
Penadés, José José Ramón Belda Sanz, Joaquín Bataller Requena y Miguel Belda
Juan. Del resto, hubo dos que alegaron tener otro hermano en el ejército,
fueron Rafael Belda Benito y Estanislao Mompó Faus; cuatro que su padre era
pobre y sexagenario sus nombres Gozalo Martí Llora, Eusebio Satorres Vicent,
Salvador Sanz Vicent y José María Martínez Satorres; tres no fueron dados aptos
por el médico, y así Joaquín Cerdá Berbis resultó ser demasiado delgado según
relación talla y peso, lo mismo que José María Barber Requena, y Benito Fuentes
Expósito no tenía la capacidad torácica adecuada; dos más tampoco se
presentaron, eran Francisco Barber Martí, lo hizo su hermano Salvador en su
lugar diciendo que estaba en Francia donde sería medido a instancias cónsul, y
Juan Soler Vidal, sobre el cual su padre dijo que estaba en Carcagente en donde
sería medido; y uno ni se presentó ni nadie en su lugar, era José María
Albiñana Martínez, por lo cual la comisión le declaró prófugo.
Por lo que vemos
(todo esto está recogido en el libro de actas de acuerdos del ayuntamiento
correspondiente) ya existía por entonces la emigración a Francia, pues lo
cierto es que el único trabajo que había en el pueblo para los mozos era el de
los jornales en el campo, y también era un hecho que la guerra de Marruecos era
impopular, y había sido motivo de huelgas y alborotos, entre estos la Semana
Trágica de Barcelona de unos años antes, de 1909.
A las diez de la
mañana ya había terminado la comisión su trabajo por lo que respectaba al
reemplazo de 1912, luego pasaron a revisar los expedientes que quedaban de los
tres últimos reemplazos anteriores; fueron dieciocho los que se examinaron, de
estos dos se anularon porque los mozos habían fallecido en este tiempo, Joaquín
Orquin Geas que lo había hecho en Ollería el 28 de febrero de ese mismo año, y
Salvador Nadal Belda fallecido en Ayelo el 9 de agosto del año anterior; del
resto algunos continuaban estando en excepción bien por motivos físicos o por
padres o madres (viudas) pobres mayores de sesenta años o hermanos en el
ejército a la espera de pasar a la Comisión Mixta de Reclutamiento (en
Valencia) que era la que tenía que declarar la excepción absoluta para el
servicio; sólo uno tuvo la mala fortuna de que, esta vez, al medirle, resultó
que daba un metro quinientos cincuenta con lo cual fue dado apto para el
servicio.
El resultado de la
sesión del día 17 de marzo en la, como he dicho, tenían que examinarse los
expedientes de excepción, con aportación de testigos y certificados, dio como
resultado declarar prófugo al anteriormente citado Joaquín Vidal Belda que,
como se recordará, estaba antes de Joaquín en la lista y sobre el cual su padre
había dicho que estaba en Francia, ya que en esta ocasión su padre, aunque
presentó certificado de estar impedido por una hernia inguinal y tener otro hijo
en el ejército, no pudo presentar los papeles de que su hijo había sido
examinado y medido allí en Francia (se le informó a su padre de que podía
alegar en la Comisión Mixta de Reclutamiento en Valencia); lo mismo ocurrió con
el otro mozo que también estaba en Francia Francisco Barber Martí; en cambio sí
se presentó Juan Soler Vidal, sobre el cual su padre había dicho que estaba en
Carcagente, y así fue medido y examinado y se le declaró apto para el servicio;
el resto de los mozos pudieron justificar los motivos de su excepción por medio
de testigos y certificados (pobreza del padre, mayor de sesenta años etc..). De
los reemplazos anteriores hubo un caso en el que no se aceptó lo alegado de que
su madre era viuda y pobre, fue la del mozo José Juan Guzmán ya que hubo
pruebas (hay que tener en cuenta que las familias de los mozos que podían ir al
servicio militar, si se aceptaba la excepción de los que estaban antes en la
lista, también presentaban sus pruebas) de que era rentista de una finca
rústica en Enguera que había sido de su padre ya fallecido, y además su madre,
Trinidad Guzmán Martí era estanquera en Ayelo, sobre lo cual se presentó un
certificado de la Administración de la Compañía Arrendataria de Tabacos del
Distrito de Onteniente.
Casi todos los
casos fueron luego examinados en la citada Comisión Mixta de Reclutamiento que,
salvo excepciones, aceptaron los expedientes enviados por el ayuntamiento. Una
de estas excepciones se trató ya, definitivamente, en el verano de ese año en
la sesión del ayuntamiento de 10 de julio), fue la del mozo Vicente Barber
Alemany que era de los reemplazos anteriores, el cual, a pesar de haber sido
citado en última instancia, mediante un oficio junto con su cédula personal,
enviado al alcalde de Valencia, pues se sabía que residía en una casa de la
plaza del Ángel en el Cabañal, no había acudido. Sobre este caso se dio cuenta
en la sesión posterior del 21 de ese mismo mes en el sentido de que la Comisión
Mixta de Reclutamiento, con fecha del 12, había declarado formalmente prófugo
al citado mozo, lo cual significaba que la guardia civil tenía instrucciones de
apresarlo y conducirlo a la autoridad militar, y que todos los gastos
ocasionados irían a su cargo; de todas las maneras en los cuarteles de la
guardia civil debían de haber muchos requerimientos en este sentido dado que,
como he dicho, el servicio militar era impopular, también hay que decir que la
guardia civil no debía de tener muchas contemplaciones a la hora de tratar a
los declarados prófugos.
En esta misma
sesión del 21 de julio se acordó comunicar a los mozos del reemplazo de ese
año, el de Joaquín, su inmediato ingreso en la Caja de Reclutamiento de Játiva
con el fin de ser destinados al servicio activo; Joaquín, en efecto, por
documentos que me ha proporcionado José, ingresó en la Caja de Reclutamiento de
Játiva n0 44, iba a comenzar su servicio militar en tierras del norte de
Marruecos. ¿Volvería sano y salvo de esta aventura?; a otro de los mozos que le
acompañaron a esta caja de reclutamiento de Játiva, Joaquín Juan Sanchís, el
ayuntamiento le pago el viaje, ya que trabajaba para el mismo al ser
auxiliar de secretaría.
III. Su incorporación al Regimiento de Infantería
Guadalajara n0 20. Período de instrucción. Pensando en la guerra de Melilla.
Embarque hacia allí en marzo de 1913. Los puestos o blocaos a los largo de la
linea del valle del río Kert.
En esta caja de
reclutamiento no 44 de Játiva fue el sorteo para destinar a los mozos-soldados
de los pueblos de esta parte de Valencia. La posibilidad de ir a algún
regimiento de los que estaban en el norte de Marruecos era muy alta ya que allí
estaba buena parte del ejército español. Y, en efecto, a Joaquín le tocó en
suertes el Regimiento de Infantería Guadalajara no 20, más concretamente a la
segunda compañía del primer batallón.
Era este uno de los
más antiguos regimiento de infantería del ejército español, ya que su origen
estaba en los antiguos tercios españoles de la época de los Austrias. En 1704,
reinando Felipe V, era ya un regimiento como tal, y en 1710 se le puso el
nombre de Regimiento Guadalajara. Hechos notables de este regimiento fue su
participación en la expedición a Dinamarca en 1807 (en la división mandada por
el marqués de la Romana, para participar en las campañas napoleónicas del norte
de Europa), y en 1841 recibió el nombre completo que tenía cuando Joaquín quedó
incorporado en el mismo, es decir el de Regimiento de Infantería Guadalajara no
20.
En este año de 1913
este regimiento, al mando del general Juan Pereyra Morente, estaba destinado en
Melilla como parte de las fuerzas expedicionarias de la Quinta División
Orgánica. Esta división estaba formada por dos regimientos de infantería, el de
Mallorca no 13 y este de Guadalajara no 20; cada uno tenía dos batallones y un
total de 1.800 soldados; y aparte por tres baterías de montaña (12 piezas), un
grupo de ametralladoras, dos compañías de zapadores, una compañía de
telégrafos, dos compañías de administración militar y una ambulancia de sanidad
militar. El total de fuerzas militares en la zona de Melilla, en algunos
momentos de la guerra, entre los años 1909 a 1912, llegó a sobrepasar los
40.000 soldados, al mando de 13 generales y más de 1.300 entre jefes y
oficiales (véase la obra de Federico Villalobos: El sueño colonial. Las guerras
de España en Marruecos, Barcelona, 2004).
En marzo de 1913
Joaquín entró en el servicio activo, es decir pasó a servir en el citado
regimiento; hasta ese día debió de hacer la instrucción militar y habituarse a
lo que era la vida de cuartel, es decir toques de cornetín, órdenes y más
órdenes, marchas e instrucción del manejo del fusil máuser que era el que tenía
el ejército en esta época. La instrucción la debió de hacer en Játiva o, lo más
probable en Valencia. Como sabía que tarde o temprano tendría que incorporarse
al regimiento que estaba en la zona de Melilla, Joaquín debió de preguntar a
los que habían estado antes allí, y lo cierto es que los años anteriores había
habido duros enfrentamientos en aquella zona, de hecho la prensa lo llamaba la
guerra de Melilla o también campaña del Kert, nombre del río en cuyo valle por
donde pasaba se habían tenido lugar los principales combates, sólo en 1911
había habido 498 muertos y 1857 heridos en las tropas españolas allí
destinadas.
Antes de esta
guerra de Melilla los mozos estaban convencidos de que los moros de aquella
zona de Marruecos eran poco menos que unos infelices vendedores de babuchas, y
que su armamento eran las antiguas espingardas que se cargaban por tiempos,
pero la realidad, según iban dando a conocer los comentaristas de aquella
guerra, era muy diferentes. Los rifeños eran muy buenos tiradores y tenían
también máuseres que les proporcionaban algunos países de Europa; eran, además,
terribles cuando conseguían mantenerse en una posición no dejando al adversario
avanzar, y el tiroteo a larga distancia era su elemento.
Las hostilidades en
esta zona habían comenzado, de manera importante, en el verano de 1909 en la
zona minera del Rif en la que España tenía intereses (presidía el gobierno
Antonio Maura). Hubo agitación en las cabilas fronterizas que obedecían a un
jerife o cantón llamado Mohammed Amezián más conocido por el Mizzián. El propio
general Marina, que había sido nombrado en julio de ese año comandante en jefe
del ejército en Melilla, pudo observar en esos días las hogueras que encendían
los rifeños en las cotas más elevadas del Gurugú, monte cercano a la propia
Melilla; era una señal inequívoca de que el enemigo estaba concentrando sus
fuerzas. Al amanecer del 27 de julio el servicio de reconocimiento informó de
que la vía férrea, que era la utilizada para abastecer a las posiciones
avanzadas había sido levantada, y esto fue el origen de que el general Marina
ordenara que una columna penetrara en territorio de las cabilas hostiles, la
cual fue duramente tiroteada en el que luego sería tristemente célebre barranco
del Lobo, allí hubo más de 160 muertos, entre ellos un general, cinco jefes y
ocho oficiales, y más de 600 heridos.
Grupo de rifeños, llamados en el pais "ratas de campo", sosteniento un tiroteo con la policia indigena. De la revista Nuevo Mundo 23 de abril de 1914. |
El gobierno, que
desde octubre presidía Segismundo Moret, que había sustituido a Maura, ordenó
el envío de nuevas fuerzas de las que estaban de guarnición en el Campo de
Gibraltar con lo que se consiguió asegurar las posiciones en la línea
fronteriza. No obstante en el verano de 1910 se tuvieron noticias de nuevas
agitaciones en las cabilas hostiles, y de hecho se sabía que el Mazzián estaba
predicando otra vez la guerra santa contra los españoles. Para prevenir nuevas
agresiones el capitán general de Melilla ordenó que se concentraran tropas a lo
largo de la línea del río Kert (era uno de los principales ríos de la región
del Rif, nacía en las montañas de las cábilas Beni - Tuzin y desembocaba en el
Mediterráneo; solía tener un caudal pobre); hubo enfrentamientos pero se
lograron ocupar posiciones y alturas en el lado derecho de este valle.
El fuerte de la posición de Xamar, próxima al rio Kent. De la revista Nuevo Mundodel 29 de enero de 1914. |
En 1911, sobre todo
en septiembre de este año, hubo intensos combates en estas posiciones. Se
solicitaron más refuerzos de tropas expedicionarias de la península, y fue a
(males de este mes cuando llegó a Melilla el Regimiento Guadalajara no 20. El
motivo de estos refuerzos era el llevar a cabo una operación que consistía en
cruzar a lado izquierdo del valle para tratar de hacer retroceder a los rifeños
y así despejar aquella zona de enemigos. Los combates en octubre de este año y
meses siguientes fueron muy duros. Los nombres de algunas lomas como las de
Infratuata, o altos como los de Talusit, Tauriat, Ishafen, y Texdra llegaron a
ser conocidos en la península por los combates que allí hubo.
Tras una breve
tregua en noviembre, la noche del 21 de diciembre numerosos contingentes de
rifeños cruzaron el Kert y se adentraron en territorio de las cábilas no
hostiles a España, las de Beni Bu Gafar y Beni Sidel, con la intención de
llegar a las estribaciones del Gurugú. Esta ofensiva que mandaba el Mazzián comprometió
la línea defensiva española desde Zeluán a la desembocadura del Kert, un frente
de 60 kilometros. Los combates del 27 de diciembre ocasionaron 97 muertos y 300
heridos.
Unos oficiales con los jefes de las cabias de la orilla derecha del rio Kert. De la revista Nuevo Mundo del 30 de abril de 1914. |
A principios de
1912 las acciones principales tuvieron lugar en la zona alta del río Kert. Las
fuerzas españolas consiguieron ocupar el monte Arruit sobre la llanura de Garet
que era una posición estratégica importante por ser punto de comunicación
importante, y aguada, para las cabilas nómadas; no obstante las incursiones de
los rifeños en el lado derecho del valle de Kert continuaron.
Fernando Goberna Ortiz.
Publicado al programa de fiestas de 2009. (I Parte)
Publicado al programa de fiestas de 2009. (I Parte)
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