Del jardí bell de València
és Ayelo ermosa flor
que escampa, arreu, les fragàncies
que despedeix lo seu cor
Miguel Ferrándiz . "Himne a Ayelo"


lunes, 26 de septiembre de 2011

SEMBLANZA DEL DEÁN ORTIZ



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ORTIZ Y SANZ, José Francisco (Ayelo de Malferit, 1739 - Valencia, 1822). Eclesiástico, traductor y comentarista de la obra de arquitectura de Vitruvio, y de Paladio, historiador, anticuario y literato.

De familia de labradores estudió con los padres jesuitas en Ontinyent. Continuó sus estudios en la Universidad de Valencia y en la de Orihuela en la cual obtuvo el doctorado en derecho canónico y civil en 1764. Durante su primera residencia en Valencia, de 1757 a 1759, acudió a aprender dibujo en las aulas que la propia universidad tenía dedicadas para este fin bajo la advocación de Santa Bárbara. Después de este periodo y antes de reiniciar sus estudios en la dicha Universidad de Orihuela, regresó a su pueblo por decisión de sus padres para ayudar en los trabajos propios de la agricultura.

Tras obtener el doctorado en la de Orihuela regresó a Valencia para los estudios de preparación para ser ordenado sacerdote. Durante esta segunda residencia en Valencia fue participe de la creación de la Real Academia de Nobles Artes de San Carlos (lo cual ocurrió en 1768) siendo, de hecho, alumno de los primeros cursos organizados por la Junta preparatoria de la misma. En este mismo año de 1768 recibió las órdenes mayores del sacerdocio. Durante los siguientes años fue ecónomo en las parroquias de Genovés, Alcolecha, Mislata, Manises y Cárcer.



En 1774 fue nombrado vicario mayor de la iglesia parroquial de Santa María en la propia colegiata de la entonces llamada San Felipe (Xàtiva). Siendo vicario en esta ciudad comenzó la traducción y comentarios de la obra de arquitectura de Vitruvio (el cual vivió en la época del emperador Augusto y escribió este tratado que es fundamental para entender la arquitectura clásica; la versión española de esta obra era muy necesaria para los estudios que, sobre la misma, intentaban llevar a cabo las Reales Academias por aquellos años en España, y así lo entendió Ortiz en los comienzos de su empresa). Sin embargo, comprendiendo que era muy difícil llevar a buen término la misma sin el estudio de los monumentos de la antigüedad de Roma y otras ciudades italianas, así como la de los códices vitruvianos que se hallaban en sus bibliotecas, sobre todo las del Vaticano, decidió viajar a Italia, cosa que hizo en 1778 después de obtener los permisos de sus superiores eclesiásticos en el arzobispado de Valencia y del propio rey Carlos III.


Durante su estancia en Italia, que duró seis años, residió la mayor parte del tiempo en Roma, recorrió muchos lugares del territorio de los Estados vaticanos y también viajó en dos ocasiones a Nápoles, visitando las ciudades enterradas por la erupción del Vesubio en la antigüedad y excavadas por aquellos años, eran las de Pompeya, Herculano y Estabia; así como las ruinas de antiguas construcciones romanas que se encontraban en la costa del golfo de Nápoles, y también los célebres templos de la antigua ciudad de Pesto de fundación griega. Todos estos viajes le fueron muy útiles para sus comentarios de la obra de arquitectura de Vitruvio.



Plaza del Coliseo en Roma, según un grabado de la época

En Roma publicó, en el año 1781, un opúsculo latino con comentarios sobre algunos temas difíciles de entender en la obra de Vitruvio. Ese mismo año el rey Carlos III, por medio de su ministro el Conde de Floridablanca, le concedió una pequeña pensión para que pudiera continuar en Italia hasta terminar sus trabajos relacionados con la versión española del Vitruvio. Antes de regresar a España en 1784 escribió en Roma una carta de repuesta al erudito padre italiano Ireneo Affo, el cual, en una obra sobre Bernaldino Baldi (escritor italiano del siglo XVII) publicada por entonces, había comentado su opúsculo latino. Esta carta se publicó, ya durante su estancia en Madrid, impresa por la Imprenta Real en 1785.


Una vez en España comenzó la que sería su residencia en la Villa y Corte, es decir Madrid, durante veinte años y en la cual fue publicada la mayor parte de su importante obra. Quizá una de las obras que más celebridad le dieron fue esta versión española del Vitruvio, en la cual incluía sus comentarios fruto de sus seis años italianos. Fue impresa también en la Imprenta Real bajo los auspicios del rey Carlos III a quien Ortiz dedicó la obra. Fue una edición magnífica en la cual se cuidaron todos los detalles desde el papel de impresión hasta los grabados hechos por los mejores grabadores de entonces en España según los dibujos que Ortiz había hecho en Italia. Esta versión española de la obra de arquitectura de Vitruvio ponía a España, sin duda y así ha sido reconocido posteriormente. a la altura de las naciones más importantes de Europa en cuanto a tener una buena edición comentada de esta importante obra de la cultura universal.


Después de la publicación de su versión española de la obra de arquitectura de Vitruvio el conde de Floridablanca le mandó, en nombre del rey, que se ocupara en trabajar en aquellos proyectos que considerara de mayor utilidad a la nación. Su traducción y comentarios de los diez libros de Diógenes Laercio sobre los filósofos de la antigüedad de la grecia clàsica fueron publicados en dos tomos, impresos también por la Imprenta Real, en los años 1791 y 1792. Asimismo es de interés mencionar sus colaboraciones en la prensa periódica del Madrid de estos años, sobre todo en el"Diario de Madrid" y en relación con esto la carta que publicó, en 1788, de temática teatral bajo el seudónimo de Escenófilo Ortomeno; su traducción y comentarios de "Il Teatro" del conocido autor italiano Francesco Milizia (en la Imprenta Real en 1789; y su traducción, también del italiano, de un sermón escrito por un eclesiástico y publicado en Italia a propósito de la beatificación del valenciano Nicolás Factor (esta obra la tradujo a instancias de sus amigos en Valencia y fue publicada en la imprenta valenciana de Orga en 1790).


Otra de sus obras más importantes fue el "Compendio cronológico de la Historia de España", cuyos siete tomos, en esta primera edición, fueron publicados en Madrid entre los años 1795 y 1803. Fue una obra en la cual quisó escribir una historia de España limpia de las fábulas y fantasias en la que muchos de los historiadores anteriores habían caído, incluido el padre Mariana. Ortiz seguía, de esta manera, la línea marcada por Gregorio Mayans, y otros autores del siglo XVIII predecesores suyos, de trabajar una historia de España que fuera crítica con todo lo que no estuviera sustentado con la verdad documental. Al mismo tiempo, y con un sentido social absolutamente nuevo por entonces, pretendió escribir una historia de España que fuera útil a la población española en su conjunto, es decir dirigida a todos independientemente de su distinción social.

Otras obras que publicó en estos años de su residencia en la Villa y Corte fueron la tragedia, escrita en verso, teniendo como modelo las tragedias clasicas de la antigua Grecia, titulada"Orestes en Sciro", la cual tuvo dos ediciones con el texto diferente, la primera impresa en 1790, y la segunda, muy reformada para adecuarla a su representación en los escenarios (suprimió gran parte de los coros que tenía la primera edición, y algunos cuadros de las escenas), fue impresa y publicada en 1803; no obstante nunca se llegaría a representar.

Quizá la más popular de cuantas escribió fue la obrita de titulo largo que comienza así: "El azote de tunos holgazanes y vagabundos", pues tuvo cuatro ediciones en vida de Ortiz, siendo la primera el año 1793. Es una obra en la que pretendió instruir a los lectores sobre las distintas maneras que tenían para engañar los que con este fin corrían por el mundo para beneficierse de la ingenuidad y credulidad de las gentes. Para escribir esta obra, en la que narra muchas historias ejemplarizantes, tuvo presente una obrita italiana de parecido título de la cual tomó algunas de estas historias, aunque otras son de su propia experiencia, y en dos de estas menciona hechos ocurridos en su pueblo de nacimiento, Ayelo de Malferit, una cuando él era un muchacho de unos trece o catorce años, pues por entonces presenció la llegada allí de unos impostores que decían postular para rescatar a cristianos que estaban cautivos en la costa de la Berbería; la otra historia no la presenció pero se la contaron cuando regresó de Italia en 1784, pues hacia 1780 llegó al pueblo un viajero que aseguraba ir de peregrinación a Santiago de Compostela para visitar al apóstol, al hablar con su padre y decirle que era italiano, y oirle decir que tenía un hijo hacía mucho tiempo en Italia, éste, dándose cuenta de la bondad e ingenuidad de su ya anciano padre, le dijo que claro que le conocía y que habían estado muchas veces juntos en la Iglesia de Santiago de los Españoles allá en Roma; ni que decir tiene que este astuto embaucador estuvo comiendo y bebiendo varios días a costa de la despensa de su crédulo padre.


Otra de las obras ímportantes que le fue encargada a Ortiz fue la traducción y comentarios de los tres últimos tomos de la "Historia de España" del padre Juan de Mariana. Fue una empresa iniciada años antes por la imprenta valenciana de Monfort. Se trataba de una edición crítica de esta fundamental obra de historia escrita a finales del siglo XVI. Fue una edición muy celebrada en la cultura española de su tiempo y posteriores, por su altísima calidad tipográfica, los grabados y, por supuesto, los estudios, notas y comentarios que, como digo, Ortiz trabajó para estos tres últimos tomos (de nueve en total que tenía la obra completa) los cuales se publicaron entre los años 1791 y 1796.


La traducción y comentarios que hizo de "Los Cuatro Libros de Arquitectura de Andrea Paladio" engrandeció la cultura española en cuanto a la arquitectura y en general de las llamadas por entonces Nobles Artes. Ni que decir tiene que se necesitaba una buena versión española de la fundamental obra de este conocido arquitecto italiano del siglo XVI el cual, por sus proyectos y buen entendimiento de la obra de Vitruvio, dio las bases de lo que luego ha sido la arquitectura neoclásica en todo el mundo civilizado. Lamentablemente, por dificultades económicas en la Real Imprenta, sólo se público el primero de los dos tomos de que constaba la obra, lo fue en 1797, quedando manuscrito (hoy, y ha sido un descubrimiento bastante reciente por mi parte, se encuentra en una biblioteca fundación de la ciudad de Cuenca. Este manuscrito yo lo he podido ver y doy testimonio de su importancia).



Mención aparte merece su "Noticia y plan de un viaje arquitectónico anticuario encargado por S. M. el año 1790 a D. Joseph Ortiz de la Real Biblioteca". Fue una obra que publicó (impresa por la Imprenta Real) en 1797 porque quería dar a conocer su proyecto de un viaje por España para estudiar sus antigüedades arquitectónicas, para lo cual se precisaba, en muchos casos, llevar a cabo excavaciones para descubrir los restos de los edificios del pasado.

La intención de Ortiz era recuperar, bien estudiados, estos edificios y de esta manera proporcionar buenos modelos para los arquitectos; también la de proporcionar a los historiadores información sobre estas antigüedades, y por último mostrar la riqueza del patrimonio artístico-arquitectónico español, ayudando así a su conservación. Fue, pues, un proyecto que incluía postulados arqueológicos mucho antes de que esta ciencia estuviera presente en la ciencia española cosa que ocurrió en el siglo XIX. Ortiz daba en esta obra consejos y métodos para la conservación de estas antigüedades, y una lista de lugares que pensaba visitar por toda España, algunos de estos lugares hoy son conocidos pero otros lo son poco en la actualidad e incluso, de algunos, ni siquiera se ha conservado memoria, de ahí el grandísimo interés de esta obra de Ortiz.

El proyecto tuvo su origen en 1788, poco después de la publicación de su "Vitruvio", pues en aquel año lo presentó al Conde de Floridablanca; éste a su vez pidió informes al Conde de Campomanes a la sazón presidente de la Cámara de Castilla, el cual informó favorablemente y así Ortiz obtuvo el permiso. Quiso iniciar su viaje por su tierra valenciana con estudios del castillo de la entonces ciudad de San Felipe (actual Xátiva) y también del teatro romano de Murviedro (actual Sagunto), y otras antigüedades de estas dos ciudades. Pero, estando en San Felipe a finales de este año de 1788, enfermó de unas calenturas palúdicas (posiblemente contagiadas durante su estancia en Italia), las cuales le tuvieron postrado durante mucho tiempo, y en los primeros momentos hasta se temió por su vida.

Coincidió su enfermedad con la muerte del rey Carlos III y el cambio de reinado (comenzó el de su hijo Carlos IV), así que Ortiz desistió de llevar a cabo su inicio de viaje por entonces, regresando a Madrid para convalecer de la enfermedad (fue entonces, durante los siguientes dos años cuando trabajó y dio a la imprenta su"Diógenes Laercio").


Coincidió su enfermedad con la muerte del rey Carlos III y el cambio de reinado (comenzó el de su hijo Carlos IV), así que Ortiz desistió de llevar a cabo su inicio de viaje por entonces, regresando a Madrid para convalecer de la enfermedad (fue entonces, durante los siguientes dos años cuando trabajó y dio a la imprenta su"Diógenes Laercio").

Entre los honores y distinciones que recibió están la de que fue nombrado académico de honor de la Real Academia de las Nobles Artes de San Fernando (Madrid), hecho que ocurrió en 1787 al publicarse su "Vitruvio", en dicha academia coincidiría con buena parte de los personajes más importantes de la cultura española de esta época, entre ellos, por no hacer una lista, el pintor Francisco de Goya, pues ambos fueron académicos, y acudieron a las juntas de la academia, durante unos años, entre 1792 y 1796.


Por último mencionaré, respecto de las obras que publicó durante su residencia en la Villa y Corte, su traducción y comentarios de la obra: "Diálogos sobre las artes del diseño" del erudito autor italiano J. C. Bottari (impresa en la Imprenta Real en 1804), la cual tiene un gran interés para entender el pensamiento de Ortiz sobre las artes tales como la arquitectura, el dibujo, o el teatro, pues sus comentarios, como siempre ocurre en sus traducciones comentadas, son siempre inteligentes y críticos, y unas veces está de acuerdo con el autor, y en otras en desacuerdo; así, en sus notas a pie de página, va explicando, de manera clara, el porqué de sus opiniones.
En la Real Biblioteca, como oficial bibliotecario, entró en 1792, y al servicio de la misma estuvo hasta 1799, año en el que se le concedió el título de bibliotecario honorario con una pensión, y el motivo fue su deseo de poder llevar a cabo su mencionado proyecto de viaje por España para estudiar sus antigüedades.

En 1801 obtuvo el de académico supernumerario de la Real Academia de la Historia (su discurso de entrada fue sobre el lugar en el que ocurrió la celebre batalla de Munda en la cual venció Julio Cesar a los hijos de Pompeyo, un tema que aún hoy en día es objeto de debate); en el gabinete de antigüedades de esta real academia Ortiz trabajaría hasta 1804, año en el cual pasó a residir en San Felipe (Xàtiva); y así, fueron muy destacados los informes que preparó por encargo de la academia, y fundamental su aportación sobre legislación que debía aplicarse para la protección del patrimonio arqueológico, y de esta manera pudo publicarse, en 1803 reinando Carlos IV, la famosa Real Cédula sobre esta materia, una de las primeras del mundo.

Fue también miembro de la diputación que la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Valencia quiso crear en Madrid para tener una mayor influencia en la Corte. Su creación fue en 1802, y entre sus componentes estaba, el también valenciano y célebre botánico, Antonio José Cavanilles.

Otro honor que recibió fue el ser nombrado académico honorario, por la arquitectura, de la Real Sociedad de Nobles Artes de San Carlos en 1803; en la solemne sesión para la entrega de premios que esta real sociedad celebró en esta ciudad, Ortiz pronunció una importante oración (discurso) sobre el progreso de las nobles artes y en especial de la arquitectura, en la cual vertió sus pensamiento al respecto, analizando por épocas esta noble arte, haciendo, además, un balance crítico de cada época y dedicando una parte de ella a aconsejar a los futuros arquitectos, ilustrándolo todo con interesantes ejemplos; esta oración fue impresa, junto con las actas de esta solemne sesión, en la imprenta valenciana de Monfort.

Antes de ocurrir esto, en 1802, el rey Carlos IV le concedió el deanato de la iglesia colegial de San Felipe (Xátiva), pues por el concordato con la Santa Sede era uno de los beneficios que eran de otorgamiento real; no obstante su residencia en esta ciudad no tuvo lugar hasta 1804, comenzando entonces una nueva etapa en su vida, ya lejos de la Villa y Corte, sin poder acudir a las sesiones de la reales academias, ni a la Real Biblioteca; Ortiz esperaba que con la renta de este beneficio eclesiástico podría continuar su proyectado viaje arquitectónico anticuario por España, y para esto consiguió cartas reales firmadas por, el a la sazón Primer Secretario de Estado, Luis María de Urquijo.

El período de su residencia en San Felipe (Xàtiva) comprende los años 1804 a 1816, la Guerra de la Inpendencia la pasó, pues, en esta ciudad siendo deán de su colegiata. Allí continuó trabajando en sus obras de historia, arquitectura, de erudición y traducciones, lo que no pudo es llevar a cabo su proyectado viaje arquitectónico - anticuario por España, y, definitivamente tuvo que dejarlo por la Guerra de la Independencia, la cual fue desastrosa para España y para proyectos como el de Ortiz.

Lo único que pudo hacer de este proyecto fue su descripción del Teatro romano de Sagunto, magnífica obra sobre este monumento de la antigüedad en la que luego se han basado todos los estudiosos que han tratado sobre el mismo. Tres viajes hizó el deán a la ciudad de Murviedro para llevar a cabo su estudio, el primero fue en el viaje a Roma allá en el año 1778, el segundo a finales de 1799 y comienzos de 1800 que fue en que estuvo mas tiempo (unos díez días) y en el que llevó a cabo las mediciones en el mismo, y el tercero a mediados de 1803 aprovechando un viaje a San Felipe para preparar su residencia en esta ciudad. En este tercer viaje realizó las comprobaciones de sus mediciones hechas en el anterior viaje; incluso llegó a utilizar la llamada cámara oscura para hacer sus dibujos lo más exactos posibles.


Ruinas del Teatro Romano de Sagunto


Con motivo de la impresión de esta obra y de los grabados para la misma (se imprimió en la Real Imprenta), realizó dos viajes a Madrid, uno en 1806 y el otro al año siguiente en 1807, este último ya para presentar la obra impresa, la cual dedicó a Godoy cuando éste estaba en la cima de su poder; poco después ocurriría la revuelta popular contra este ministro de Carlos IV, su detención en el Real Sitio de Aranjuez y, a las semanas, el comienzo de la Guerra de la Independencia, dando al traste, todo esto, a las aspiraciones del deán de continuar con su empresa del viaje.


Él, esta obra sobre el teatro romano de Sagunto, la escribió en latín y castellano página a página (lo hizo para que pudiera ser leída por la mayor parte de los eruditos, pues aún por entonces el latín era la lengua común de la comunidad científica en toda Europa). Llevaba hermosos grabados con vistas del teatro, varios de estos hechos por su sobrino Tomás López Enguídanos (casado con su sobrina Josefa como ya he dicho), y uno por el grabador Esteve. Es también una obra en la cual estudia el tiempo en el cual fue construido el teatro, descartando que fuera de origen griego tal y como habían dejado a entender varios estudiosos del teatro con anterioridad, entre ellos Enrique Palos y Navarro, juez conservador de las ruinas de Murviedro, el cual no tenía la erudición del deán en materias arquitectónicas. También critica el deán otras obras de célebres eruditos por las equivocaciones que habían tenido en sus explicaciones sobre el teatro, entre estos el deán Martí.

También se puede destacar de estos años de su residencia en Xátiva, el encargo que le hizo la Real Academia de la Historia para estudiar el hallazgo de unas monedas íberas y romanas en Liria, hecho ocurrido en 1805; este encargo lo llevó a cabo conjuntamente con el conocido escritor y político José Canga Argüelles, que a la sazón estaba en Valencia, pues tenía un cargo en la administración y era también académico correspondiente de la citada Real Academia de la Historia; ambos fueron los autores de la memoria que fue presentada allí sobre las referidas monedas.

De la correspondencia del deán con otros eruditos de su época hay pocas noticias, por haberse perdido en algunos casos y otros por estar en archivos particulares; sin embargo sí que se encuentra (en la Biblioteca Valenciana fondos Nicolau Primitiu) el borrador de una larga carta que el deán dirigió a un erudito, amigo suyo, fechada en 1806, en la cual trata sobre la inmortal obra de D. Miguel de Cervantes, D. Quijote de la Mancha. Se trata de algunas observaciones que Ortiz va anotando corrigiendo en parte la obra de su compañero en la Real Biblioteca D. Antonio Pellicer, el cual había ilustrado con notas y comentarios dicha obra cervantina en una edición de unos años antes. Es un hecho que esta obra cervantina fue objeto de gran atención por los ilustrados españoles, lo cual revirtió en la recuperación, ya para siempre, de esta obra como una de las más importantes del acerbo cultural español.

Otro hecho significativo de estos años fue su correspondencia con Melchor Gaspar de Jovellanos. El ilustre asturiano estaba por entonces, año 1807, recluido en el Castillo del Bellver (Palma de Mallorca) desde hacia algunos años (por decreto de Godoy, el cual le responsabilizó de ciertos hechos durante el tiempo que Jovellanos estuvo de ministro). En ese año hay constancia de que escribió a Ortiz, desde dicho castillo de Bellver, a propósito de ciertos temas de historia de la época de los Reyes Católicos, y casi con toda seguridad Ortiz le contestó (en sus diarios Jovellanos menciona esta correspondencia con Ortiz); además tenía en su biblioteca, y en sus diarios lo menciona también, la obra de Ortiz: "Compendio Cronológico de la Historia de España"; asimismo ambos pertenecían a la Real Academia de la Historia. Cuando comenzó, poco despues, la Guerra de la Independencia, y Jovellanos estaba en la Junta Suprema, Ortiz también le escribió en relación a la pensión que debía recibir de la Real Biblioteca.

Durante la Guerra de la Independencia, entre 1808 a 1814, Ortiz residió en Játiva. Durante estos años se ocupó de sus funciones en el cabildo de la Colegiata, y también en continuar trabajando en algunas obras que tenía pendiente de concluir para poderlas imprimir, entre estas el tomo octavo de su "Compendio Cronológico de la Historia de España", y el que tituló: "Instituciones de arquitectura Civil" que era una obra en la que trataba de establer un canón arquitectónico teniendo en cuenta lo escrito por Vitruvio y otros tratadistas como el mismo Paladio, obra que pensaba que sería muy útil para la buena arquitectura en España; para esta obra, además, el deán estaba haciendo dibujos explicativos cosa que no hacía desde el tiempo en el cual se ocupó de la traducción y comentarios de la obra de Vitruvio.

En estos años ocurrió también la ocupación de Játiva por las tropas franceses (de hecho fue ocupado gran parte Reino de Valencia). Dicha ocupación duró todo el año 1812 y la mitad del de 1813. En este tiempo el deán también publicaría una obra de gran interés, se trata de su Carta de respuesta a D. Enrique Palos y Navarros, el anteriormente citado juez conservador de los monumentos de Murviedro (Sagunto), el cual había publicado poco antes un escrito en el que vertía ciertas acusaciones a Ortiz por sus críticas a varios autores, entre ellos el deán Martí y el propio Palos en su obra sobre el teatro romano de Sagunto; así que el deán se vió obligado a responder con esta carta en la cual demostraba que sus críticas eran acertadas pues tanto el deán Martí, como Palos y otros autores estaban equivocados en sus juicios sobre el teatro. Es obra además de gran interés porque amplia las explicaciones y comentarios de su anterior obra sobre dicho teatro. Fue impresa en Valencia, en 1812, en la imprenta de Monfort, en la cual, como ahora comentaré, también se imprimieron otras dos obras, pero ya en sus últimos años de vida cuando ya residía en Valencia.

Cuando las tropas francesas abandonaron en junio de 1813 el Reino de Valencia se celebró en la Colegiata de Játiva una solemne misa, oficiada por el deán, en acción de gracias y, también, para llevar a cabo el acto de juramento, de las autoridades y público en general, de la Constitución promulgada en Cádiz el año anterior, es decir en 1812.

En el año 1816, por motivos de salud y también por estar con su sobrina Josefa que había quedado viuda al morir el grabador Tomás López Enguídanos dos años antes, Ortiz se traslada a Valencia. Desde entonces será el deán de la colegiata de Játiva ausente de aquella iglesia, de hecho enviará allí, periodicamente, partes médicos para justificar dicha ausencia. El motivo de querer ayudar a su sobrina es porque ésta se encuentra desamparada para la educación de los numerosos hijos fruto de su matrimonio con el citado grabador. Todavía hay otra razón añadida y es la de publicar algunas de las obras que tiene manuscritas, cosa que hará en parte como ahora comentaré.

La primera de estas obras es el "Manual de Epicteto". Es una obra que tenía acabada desde hacía años, al menos desde 1797, pues de entonces es la solicitud de su amigo el canónigo y rector de la Universidad Vicente Blasco para que escribiera un libro que fuera útil para la enseñanza del griego, y esto dentro de la reforma de la enseñanza de la Universidad de Valencia que Blasco proponía en aquel tiempo. Este libro de Ortiz era la traducción del griego de esta obra de la filosofía de la antigua grecia; la traducción tenía, pues, un sentido didáctico, con notas explicativas y con el texto latino también para que se pudieran comparar las tres lenguas. La imprenta a la que llevó el manuscrito para la imprensión fue también en la de Monfort, con la cual trabajaría el deán durante estos ultimos años de su vida.

La segunda obra, publicada en dicha imprenta al año siguiente, es decir en 1817, fue "Discurso histórico sobre la Legión Fulminante". Era también una obrita que tenía acabada hacia tiempo, en la cual trataba sobre un asunto controvertido de la historia antigua, cual era lo ocurrido con la legión romana conocida por el nombre de "Legión Fulminante" en tiempos del emperador Marco Aurelio. Dicha legión estaba guerreando con las tribus bárbaras de centroeuropa y, en una situación de gran dificultad, pudo salir victoriosa merced a la intervención divina. Sobre la veracidad de las fuentes documentales que trataban el suceso es sobre lo que trata Ortiz en esta obra, en la cual demuestra su gran erudición y la solidez de sus argumentaciones, pues siempre se basa en la crítica de dichas fuentes, todo lo cual es una característica de su obra de historia.


Hasta la llegada del llamado Trienio Liberal en 1820 el deán, aparte de publicar las obras mencionadas, mantuvo correspondencia con la Real Academia de la Historia a propósito de la censura del octavo, y último tomo, de su "Compendio Cronológico de la Historia de España"; su intención era que se imprimiera en dicha imprenta de Monfort y se publicara cuanto antes, pues hay que tener en cuenta que dicho tomo octavo era esperado por todos que habían adquirido el resto de la obra, la cual se vendió bien hasta la llegada de la Guerra de la Independencia. Dicha correspondencia fue sobre todo con el secretario de la academia Francisco Martínez Marina, y finalmente el censor del manuscrito enviado por Ortiz fue el padre agustino, y académico, De La Canal, el cual manifestó a los miembros de la academia sus opiniones sobre las dificultades que encontraba para que el manuscrito de Ortiz pasara la censura eclesiástica, por contener algunos comentarios que, dado el momento que se vivía por entonces de absolutismo y merma de libertades, no creía conveniente informar favorablemente. Como consecuencia de todo esto, y atendiendo a la petición de la academia, Ortiz tuvo que mutilar su obra de algunos comentarios, y aún así se demoraron tanto los trámites para la autorización de dicha impresión que, para su digusto, no pudo ver en vida la publicación de dicho tomo octavo, aunque sí lo fuera, como ahora comentaré, postumamente.

Otro asunto que motivó el escribir cartas a dicha academia fue el envio del manuscrito de una importante que tenía terminada aunque no tenía medios para que fuera impresa, de tal manera que fue un regalo que hizo a esta real corporación. Se trataba de su "Discurso histórico legal sobre el privilegio llamado de Santiago" el cual era un estudio crítico sobre dicho diploma y privilegios económicos que tenía algunas iglesias en España, entre ellas y principalmente la de Santiago, a propósito del llamado voto hecho al apóstol Santiago por su milagrosa aparición en la batalla de Clavijo y, como consecuencia de la misma, la victoria de las tropas cristianas sobre las musulmanas. Ortiz demostraba en su estudio la falsedad histórica del diploma, y la conveniencia, como ya habían votado los diputados en las Cortes de Cádiz, de su abolición. No obstante, no eran tiempos apropiados para plantear otra vez dichos argumentos, pues todo lo legislado en aquellas cortes había quedado nulo desde la vuelta al absolutismo con la llegada de Francia del rey Fernando VII, este fue otro de los motivos de no intentar publicar la obra por aquellos años. El manuscrito de su mano de esta obra, un grueso volumen en cuya portada consta la fecha en la que lo terminó, 1819, se conserva hoy en día en la Biblioteca Valenciana de San Miguel de los Reyes, procedente de los fondos bibliográficos donados por Nicolau Primitiu.

También con la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando mantuvo correspondencia; su secretario y amigo de Ortiz era Fernández de Navarrete, y, en general, el motivo de la misma fue otra obra que tenía manuscrita y terminada en 1818 tal y como también consta en la portada del manuscrito; era su "Instituciones de Arquitectura Civil" según la doctrina de Vitruvio y otros tratadistas de la arquitectura clásica, la cual es otra de las obras importantes del deán pues en ella vierte sus muchos conocimientos sobre la arquitectura incidiendo en aspectos críticos sobre la misma y sobre los estudios llevados a cabo hasta entonces, y asimismo con enseñanzas fundamentales para los arquitectos. Para esta obra realizó dibujos de gran valor tal y como ya he comentado con anterioridad. Hoy en día este manuscrito se conserva en la biblioteca del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, la cual, con muy buen criterio, llevó a cabo, en 1986, una edición facsimilar con un interesante estudio del profesor Delfín Rodríguez.


Durante estos años de residencia en Valencia, y hasta la llegada del "Trienio Liberal", el deán publicó algunos escritos en el Diario de Valencia, siempre firmando con las iniciales J.O.; en uno de estos breves escritos comentaba algunas de las medidas ordenadas por el capitán general de Valencia Xavier Elío para evitar la miseria que se podía apreciar en la gente que vivía en las calles de la ciudad. No obstante él mismo sufrió los rigores de la censura poco antes de la llegada del citado Trienio Liberal. Fue en 1819, y lo que ocurrió fue lo siguiente: se publicó en dicho diario un escrito de un conocido suyo, Vicente Plá y Cabrera, en el cual, éste, ponía en duda la interpretación que fray Bartolomé Ribelles (dominico del convento de Valencia, archivero del mismo y también cronista de la ciudad de Valencia) había hecho de una lápida antigua con inscripción latina encontrada en la calle de la Almunia en 1807, tiempo en el cual fray Bartolomé había publicado un opúsculo con dicha interpretación. Los comentarios de Pla y Cabrera en el diario dieron pie a que el dominico, bastante molesto, escibiera varios escritos de replica en dicho diario. Ortiz que los leyó y que tampoco estaba de acuerdo con la interpretación que de dicha lápida había hecho el dominico, escribió unos comentarios que quiso publicar a su vez en el diario, pero en esta ocasión tropezó con la censura ejercida, seguramente a instancias del dominico, sobre su escrito en la Real Audiencia. De todo esto se enteró el deán con posterioridad, pues extrañado de que no se publicara su escrito lo reclamó al diario, allí se lo devolvieron y pudo ver escrito que no se autorizaba su publicación por contener algunas expresiones no convenientes.

A los pocos meses ocurrió el alzamiento de Riego y el comienzo del mencionado Trienio Liberal, tiempo en el cual el deán pudo publicar una obra sobre este asunto en la cual narra todo lo acontecido.

(Continuará)



Fernando Goberna

2 comentarios:

  1. Sr. Goberna: Me parece una excelente reseña sobre la vida de este personaje tan interesante,pero llevo tiempo esperando esa prometida continuación que no llega.
    Mientras tanto reciba ud. un saludo y mi más sentida admiración por sus trabajos de investigación.

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  2. Te ha faltado una de las ciudades sepultadas por el Vesubio, Oplontis.

    Un saludo.

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