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Imagen actual de la Dolorosa en la parroquia de Ayelo. Foto: Noelia Vidal |
DESTRUCCIÓN DE LA IMAGEN A FINALES DE JULIO DE 1936
No es lugar aquí para entrar en demasiados detalles sobre lo acontecido en Ayelo hacia finales del mes de julio de 1936, y tan sólo queremos hacer referencia a dos hechos concretos: la destrucción de la imagen de la Dolorosa de Esteve, y el porqué se salvó el manto de terciopelo azul que actualmente lleva la nueva imagen y que era uno de sus mantos, seguramente el de más solemnidad.
Como en otros muchos pueblos de España, en Ayelo la tirantez política entre las derechas y las izquierdas había ido creciendo de forma alarmante desde las elecciones del 16 de febrero de ese año de 1936, elecciones que habían dado la victoria a la coalición de izquierdas agrupadas bajo el nombre de Frente Popular. En Ayelo las agrupaciones políticas principales de entonces eran la Derecha Regional, los Republicanos Radicales, y los Socialistas.
Hay que decir que la España de entonces era un país que arrastraba un gran atraso económico y cultural, más si cabe en los pueblos, en los que como Ayelo, el empleo era casi exclusivamente agrícola y se dependía de los jornales que los propietarios de tierras iban dando según las faenas en el campo, además había en general en todo el país un gran índice de analfabetismo.
En aquel Ayelo del 36 los jornaleros solían juntarse en las llamadas Cuatro Esquinas, que era el cruce de la calle Mayor con la del Medio, con el fin de que los propietarios fueran llamándoles para las labores del campo si las había. Era asimismo un Ayelo en el que había una débil luz eléctrica en las casas (bastantes horas al día en comparación con otros pueblos) suministrada por los generadores de la Hidroeléctrica Ayelense; había algún vehiculo como el que tenía el propietario de la fábrica de licores, algunos aparatos de radio casi todos en casas de la calle Mayor, y seguramente en el Ayuntamiento, los cuales funcionaban cuando había luz eléctrica, y una rudimentaria centralita de teléfonos en la calle de San Pedro. El paseo del Ensanche no estaba, y, cerca de la salida del pueblo hacia Valencia, una vez pasada la Venta, había una casa de peones camineros que algunos todavía hemos conocido. Las noticias llegaban con algunos diarios que traía el peón de correos o por la radio. Los propietarios o terratenientes se reunían en el casino de la calle del Medio, en la parte de arriba del mismo estaba el Círculo Industrial Ayelense, y también tenía Ayelo los dos bares de la calle Mayor, el cafe de Hilario y uno que había donde hoy está la panadería, y luego, por otro lado, estaba la sede de la sociedad obrera El Progreso, en la calle Mayor más allá de las Cuatro Esquinas hacia el Raval.
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Comienzos de la Guerra civil del 36. Casa del Pueblo C.N.T-FAI en lo que parece un edificio religioso (no localizado pero seguramente de Onteniente). Fotografía obtenida de una película de la época de propiedad particular. |
Existe constancia de que en mayo de 1936 hubo en Ayelo una huelga de carácter revolucionario organizada por esta sociedad obrera El Progreso de signo político socialista, la cual coincidió con la festividad del Corpus Cristi; pues bien, uno de los dos médicos que entonces ejercían en Ayelo, D. Vicente Albelda, el cual además tenia responsabilidades municipales en el Ayuntamiento (era republicano radical), llamó a Gobernación en Valencia solicitando que se enviaran al pueblo refuerzos de guardia civiles, los cuales llegarían en efecto poco después. También, por parte del Ayuntamiento, de mayoría de izquierdas tras las elecciones de febrero, se adoptó la medida de prohibir la procesión del Corpus Cristi, que en Ayelo se hacía con mucha solemnidad, u otras manifestaciones religiosas con el fin de evitar altercados. Todo esto da idea de los momentos que se vivían por entonces en el pueblo.
Los asesinatos en julio del 36 del teniente Castillo (guardia de los llamados de Asalto) por grupos falangistas, y sobre todo la del lider derechista Calvo Sotelo días antes del 18 de julio, debieron de ser bastante comentados en el pueblo. Luego el 17 de julio por la noche y sobre todo el día 18 sábado fueron llegando a través de la radio las primeras noticias de que había habido un alzamiento militar en la zona del protectorado de Marruecos. En el Ayuntamiento se estaba a la espera de acontecimientos, pero pronto, cuando se vio el cariz que tomaba el asunto se empezaron a convocar sesiones extraordinarias.
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Basílica de Sta. María de Elche, incendiada el 20 de febrero de 1936. Tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones del mismo mes, comenzó una oleada de violencia anticlerical que llegaría a su máximo en la coyuntura revolucionaria de los primeros meses de la guerra. Foto: Archivo Miguel Ors, en "La Guerra Civil en la Comunidad Valenciana". |
La sublevación militar del 18 de julio, ya desde sus inicios extremadamente violenta, con fusilamientos etc.., iba a desencadenar el odio contenido hasta entonces con mucha dificultad. Sin embargo los primeros días todavía fueron de incertidumbre por no saber exactamente en que quedaría la intentona militar. En Ayelo, como hemos dicho, hay sucesivas sesiones extraordinarias en las cuales se trata de tener controladas y vigiladas a las personas destacadas de derechas a la espera de lo que suceda en Valencia, ya que en aquellos momentos la situación de la capital no está nada clara, y las noticias siguen siendo confusas.
El templo parroquial mientras tanto permanecía cerrado. El cura ecónomo de entonces en la parroquia de Ayelo era D. Salvador Oltra Martínez (habia nacido en Quatretonda en 1897), el cual en vista de la situación decidió irse a su pueblo, y lo mismo hizo uno de los dos vicarios coadjutores de la parroquia, D. Heliodoro Clerigues Mari (había nacido en Benifayó en 1903), el cual era apreciado entre los jóvenes del pueblo por su afición al deporte, ya que organizaba competiciones deportivas(6) (desgraciadamente ambos serian asesinados semanas después). Quedaron en Ayelo el otro vicario coadjuntor, D. Joaquín García Dobón, que vivía en la calle de la Iglesia, y otro religioso que era beneficiado de la parroquia, Juan Bautista Requena Juan, que además era natural de Ayelo (había nacido en 1875)(7). También se fueron las monjas franciscanas.
Hacia finales de julio las emisoras de radio informaban, en medio de proclamas revolucionarias, del fracaso de la sublevación en las principales ciudades de España como Barcelona y Madrid, y que lo mismo estaba sucediendo en Valencia, en donde las fuerzas populares comenzaban a entrar en los cuarteles. Es a partir de entonces cuando se va a desencadenar una situación de extrema violencia y de persecución de las personas de derechas y eclesiásticos, es entonces cuando tienen lugar los asaltos a los templos y edificios religiosos en casi todos los pueblos valencianos. En los ayuntamientos, siguiendo órdenes de los sindicatos y partidos de izquierda, se hacen cargo de los municipios los llamados Comités (esto venía del tiempo de la Revolución Francesa, los llamados Comités de Seguridad Pública).
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Unos milicianos disparan al monumento al Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles, Getafe. Las autoridades sublevadas utilizaron la violencia anticlerical como justificación a su actuación represora. La Iglesia llegó a calificar la lucha franquista como cruzada. Foto extraida de "La Guerra Civil en la Comunidad Valenciana". |
En Ayelo el 31 de julio y siguientes días es también cuando tienen lugar la destrucción de imágenes y destrozos en el templo, el oratorio de San Miguel y ermita del Calvario. Una vez sacadas las imágenes, cuadros, reliquias, vestiduras sagradas etc... se les prende fuego allí en la plazoleta de la puerta de la iglesia, en el mismo interior del templo, o en el antiguo cementerio donde hoy hay unos cipreses. También se entra en la casa-palacio de los marqueses de Malferit en donde se establecerá el Comité, y, posteriormente, estarán las oficinas del Ayuntamiento durante el transcurso de la guerra. Es también en estos días cuando se detiene a las personas destacadas de derechas, encerrándolas tanto en el oratorio de San Miguel, como en el Calvario o el propio templo parroquial; se requisan los pocos vehículos del pueblo, e improvisados milicianos con alpargatas y escopeta de caza al hombro hacen guardia por el Calvario, o a la entrada del pueblo.
Adela Juan, que tenía unos veinte años, recuerda como fue por entonces al oratorio de San Miguel a ver a un familiar que estaba allí encerrado, y como desde allí vio como sacaban de la iglesia un gran lienzo de más de dos metros, y que en la sacristía había un cuadro no muy grande que su abuela le decía que era un retrato del canónigo Ortiz, el cual debió de tener el mismo fin. También tiene recuerdos en este sentido Josefa Colomer, que era una chica de l5 años, según ella todo ocurrió en aquellos calurosos días de principios de agosto (los jazmines, según Josefa, estaban florecidos y por eso sabe qué ocurrió en esos días), el templo parroquial, según su testimonio era bastante rico en imágenes y cuadros, y que oía decir que en la sacristía había un cuadro pequeñito de un valor extraordinario, y también recuerda, que en los cuartos de arriba de lo que fuera capilla al lado izquierdo del altar mayor estaban alineados lo que serían posiblemente las imágenes alegóricas que salían en la Procesión del Corpus, y con respecto a la Dolorosa, recuerda que su manto fue troceado y los trozos repartidos entre las chicas del pueblo. También se perdió, aparte de la reliquia de San Engracio, un San José al parecer nada menos que de Vergara (aquel Ignacio Vergara que fuera maestro de Esteve), y que sería el que debía de estar en el altar de San José, un altar precioso que era el que albergaba la reliquia de San Engracio (este altar es mencionado en el conocido Diccionario de Madoz de la primera mitad del siglo XIX). También fueron al fuego vestiduras eclesiásticas: dalmáticas, casullas etc..., de gran antigüedad y valor, así como gran parte del archivo parroquial que debía de estar en los armarios de la sacristía, el magnífico órgano, y todos los altares.
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Iglesia del Salvador, en Elche, antes y después de su quema en febrero de 1936. Foto: Archivo Miguel Ors, en "La Guerra Civil en la Comunidad Valenciana". |
Los días siguientes a estos destrozos fueron los que más riesgo corrieron las personas de derechas, sobre todo por la llegada al pueblo de vez en cuando de vehículos con individuos de muy mala catadura que presentaban al Comité papeles y órdenes de detención. En general no consiguieron sus objetivos por la oposición del comité local, el cual, hay que decirlo, días después liberó a las personas de derechas con la condición de que se fueran del pueblo por lo comprometido que era que estuvieran en aquellas circunstancias en el pueblo. (8)
Como hemos dicho anteriormente pudo salvarse el otro manto de la Dolorosa que estaba en la casa-palacio, en donde parece que los marqueses tenían también una capilla. Recuerda Matilde Ortiz, que por entonces tenia 20 años, que alrededor del mes de octubre le avisaron para que junto a otras chicas colaborara en la limpieza de la casa-palacio, en donde, como hemos dicho se había instalado el Comité. Cuando llegó, y mientras limpiaba, vio en un armario y plegado el manto de terciopelo azul de la Dolorosa. Estaba por aquellas dependencias de la casa-palacio un chico que vivía por el Raval y que era conocido por el espardenyer, al cual, comentó Matilde el valor del manto y que debería de guardarse con cuidado. Lo que ocurrió luego con el manto no está claro, al parecer, alguien durante el transcurso de la Guerra lo pudo sacar de la casa-palacio y acabó escondido en cierta cueva cerca de Xátiva en donde también fueron ocultados otros objetos religiosos de distinta procedencia y al terminar la guerra pudo ser de esta forma recuperado y es el que actualmente lleva la imagen (últimamente ha sido restaurado en un taller de Moncada).
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Detalle del manto de la Dolorosa, recientemente restaurado, que es uno de los que tenía la imagen antigua. Foto: Noelia Vidal |
En noviembre el Comité se disolvió dando paso a un ayuntamiento más común (el gobiemo republicano instalado en Valencia pudo de nuevo controlar la situación, aunque siempre en una situación excepcional como la de una guerra). A partir de entonces la situación ya no fue tan dramática como en estos primeros meses, no hubo persecución religiosa como tal, e incluso el gobiemo de la república dio órdenes respecto a la protección de la libertad de culto. En Ayelo, durante buena parte de la guerra se instalaron soldados pertenecientes al centro de reclutamiento y apoyo logístico del sector cuya sede principal estaba en Albaida.
Después de la guerra, vinieron años terribles en todos los sentidos. Respecto a las imágenes religiosas, el cura de entonces D. Manuel Castelló Quilis tuvo que hacer en varias ocasiones una relación de lo destruido en el templo, oratorio de San Miguel, ermita de San Joaquín y Calvario. En una de estas relaciones, la del 8 de febrero de 1940, que es quizá la más completa (9), hace mención de la destrucción de la virgen de los Dolores y sus andas procesionales. También, y esto es muy importante ya que no existía ninguna noticia hasta esta mención de Castelló Quilis, la destrucción de una imagen de ese San José de Vergara que ya hemos mencionado. Ayelo contaba, pues, antes de la guerra con dos imágenes excepcionales.
La actual imagen fue realizada por el escultor José Casano Pinter (10) en los años cuarenta, el cual tenía su taller en la calle Navellos de Valencia (11). Fue el marqués de Malferit, Pascual Mercader, quien le hizo el encargo en 1943, presentando, al escultor, el boceto de la actual imagen en el Arzobispado de Valencia el 28 de Agosto de 1943; en él precisaba que era de medidas de 150 cm., tallada en madera para vestir, y su importe dos mil pesetas de la época. En el actual altar, nada más entrar en el templo a la izquierda, se puede ver en la parte superior el escudo de los Mercader.
Posterior a esta relación sobre imágenes destruidas de febrero de 1940, Castelló Quilis debió de recibir la carta de Antonio Igual Úbeda sobre la Dolorosa de Esteve, enterándose entonces de que la autoría de la imagen destruida era del célebre escultor. La contestación de Castelló Quilis a esta carta de Igual Úbeda nos la podemos imaginar, en el sentido de que, desgraciadamente, la imagen había sido destruida.
Fernando Goberna Ortiz. Publicado en el Libro de Fiestas del año 1998.
NOTAS:
(6) Debo esta información a Angeles Martí Vidal que entonces era muy joven pero así lo recuerda.
(7) El cual había pertenecido a la orden Franciscana yendo en labor misionera al Brasil en 1914, pero con posterioridad dejó el hábito franciscano e ingresó en el clero secular En 1928 regresó a España y se le concedió un beneficio en la parroquia de Ayelo ( celebrada la misa de once los domingos y días de precepto).
(8) Sin embargo, el 19 de agosto sé que consiguieron, uno de estos grupos de pistoleros, llevarse detenidos a los dos eclesiásticos que quedaban en el pueblo, D. Juan Gracía Dobón y D. Juan Bautista Requena Juan, quizá asegurando al Comité local que se los llevaban a Valencia para que allí dispusieran, pero lo cierto es que fueron asesinados en el trayecto, pues sus cadáveres aparecieron en la cuneta en las cercanías de Villanueva de Castellón.
(9) Archivo Histórico Nacional: Causa General, leg. 1380 ( l).
(10) Archivo Diocesano de Valencia: véase la documentación sobre la reconstrucción de imágenes religiosas en los años 40.
(11) Es también una buena imagen pues José Casanova debió de ser, seguramente, algún oficial del escultor José Maria Ponsoda (que tenia un taller en esta calle), el cual fue quien restauró la virgen de los Desamparados de Valencia.