JUAN ANTONIO JUAN SANCHO: alcalde.
"Nació aquí, i vivió unos años. Estuvo ausente un tiempo. Cuando ya
famoso, visito su parvulario, hizo una actuación pública “propavulario”, y las
obras por él patrocinades se van a realizar en seguida, para cuya inauguración
faltará, desgraciadamente, su presencia. Y esperamos que vendrán sus padres y
su desconsolada viuda. El pueblo lo quería mucho, y él se hacía con todos, sin
fijarse para nada en escales sociales. El chalet que tiene a las afueras -él no
lo vio terminado- fue un regalo a sus padres. Tenía a honra decir que era de Ayelo
de Malferit. Y Ayelo de Malferit tenía fama por él. Y a mí me pasaba que, al
indicar, estando lejos, que era de Ayelo, me contestaban: Ah, sí, del pueblo de
Nino Bravo”, Esas coses, a nosotros, nos ha llegado al corazón. Cuando su
muerte, la Corporación organizó un funeral, al que asistió todo el pueblo, Iglesia
a tope, y por no caber todos, se quedaron fuera en silencio. En acta de la
Ayuntamiento consta el sentimiento de todos por su muerte. Mucha gente lloro cuando
la noticia se confirmó. En un pleno reciente y extraoficialmente, por no estar
incluido en el orden del día, se habló de dedicarle una calle, y lo vamos a
hacer. Ya que se tratará dicho punto en el próximo pleno, en plan oficial, es
cosa que todos queremos. Para mi gusto, era la primera figura española de la
canción.
BESOS Y FLORES
Besos y flores de los suyos para él. Para el, merecidamente. Anunciador
como profeta de verdades como casas: las penas pesan en el corazón. Y él se
transformó en pena para pesar emocionadamente en el corazón de su pueblo. Para
el, besos y flores, flores y besos, como si siguiera par allí, con esa grandeza
de bondad, con esa marejada de simpatía. Yo estoy de acuerdo en su mensaje: lo
que nos es querido, siempre queda atrás... Dios, ¿por qué?... Sin embargo, eso
tan escalofriante en él no cuenta. Porque él, en su Ayelo de Malferit
incondicional, siempre esta delante, siempre estará delante como un espejo,
como un horizonte irrompible. El, gloria universal. Y Ayelo de Malferit, con él.
Y yo, testigo de excepción, temblándome el asombro por mis carnes, porque he vista
cómo su tierra y su gente guardan para él llanto y recuerdo. No un adiós Porque
en amor de autenticidad, no hay pañuelo de adiós.
Hay presencia. Como dirá el poeta: te me vas de las manos, del alma… Y se
fue, lejos de aquí. Pero está aquí, con la sinfonía brillante de sus inmortales
canciones. Con la estela luminosa de su hermosa andadura humana, tal como en
vida, casi.
José López Sellés
Del libro “Viajero por ahí”
Programe de Moros y Cristianos, 1976
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