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martes, 1 de septiembre de 2020

EL DEAN ORTIZ Y SU PUEBLO NATAL DOS NARRACCIONES SUYAS SOBRE HECHOS OCURRIDOS EN AYELO (AIELO). (I part). Por Fernando Goberna Ortiz


1.Como descubrí estas dos narraciones.
 Fue en octubre del pasado año en uno de mis viajes a Madrid en busca de nuevos datos sobre la vida del Deán. Una tarde consultaba en la Biblioteca Nacional la cuarta y última edición de una interesante obra suya que en su tiempo llegó a ser bastante popular, su largo título es como sigue: “El azote de tunantes, holgazanes y vagabundos. Obrita divertida y útil, en que se descubren los engaños de los vagabundos y falsos mendigos que corren el mundo a costa nuestra. Refiéranse muchos casos acontecidos en materia de vagos para desengaño e instrucción de las personas incautas, crédulas y demasiado senci­llas. " Esta cuarta edición se hizo en la Imprenta de Mateo Repullés en Madrid en el año 1803. Iba leyendo yo, pues, alguna de estas narraciones a las que hace referencia el título, cuando de forma inesperada comienzo a leer una de ellas que comenzaba así: “Me acuerdo haber visto en mi lugar..." Como se podrá comprender mi alegría fue enorme, y poco falto para que diera un grito en la Sala de Investigadores de aquella monu­mental biblioteca, Y no era para menos, ya que, por fin, encontraba una referencia directa del Deán a su pueblo de nacimiento. Mi alegría se vio todavía más incrementada al descubrir poco después una segunda narración situada asimismo en Ayelo. Cuando salí de la Biblioteca Nacional era ya de noche, y mientras paseaba por el Paseo de Recoletos en aquel otoño madrileño tenía la sensación de haber encontrado dos auténticos tesoros.
La explicación del porqué no había encontrado antes estas dos narraciones era porque en las anteriores ediciones de esta obra, que era las que yo había consultado, no aparecían las mismas; y sí en cambio en esta cuarta edición que me había costado un poco más de encontrar en la Biblioteca Nacional, la cual era la que Ortiz había ampliado notablemente en cuanto a narraciones respecto a las anteriores ediciones.
La primera edición de esta obra se había hecho en la madrileña Imprenta de Pacheco en el año 1793, y ya en esta edición Ortiz anteponía una nota explicativa sobre el contenido mismo de la obra, la cual paso a transcribir íntegra por su interés para poder comprender los motivos y señaladas circunstancias que le llevaron a publi­car la misma:                       
" AL LECTOR. Se ven en todos tiempos y clases de gentes cultas y sabias, que dexando sus padres y patria salen a correr diversas ciudades, países y provincias del mundo, con deseo de ver nuevas naciones, hábitos extraños, diversos ritos, costumbres peregri­nas, y oír variedad de lenguas, aprendiendo a costa de sus caudales, incomodidades, riesgos, vigilias con utilidad propia, a vivir bien y honestamente, huir de errores, seguir la virtud y sanas costumbres, sacando las rosas de entre las espinas que las encierran, y el vino generoso de entre las heces de errores comunes, así también yo, aunque diversamente, habiendo por algunos encar­gos corrido el mundo, y visto y considerado entre otras muchas cosas la naturaleza, carácter y costumbres de los llamados Biantes o Vagabundos y Tunantes, en quie­nes vale muy poco la especulación, siendo su saber todo práctico, me he entretenido en los Calores de este Verano en escribir lo que pude adquirir en los referidos a fin de advertir a todos que se guarden de las utilísimas artes y malicia con que van engañando a las gentes sencillas, y trampeando a los incautos, único fin a la presente obrilla se dirige. Esta, aunque sé muy bien que no ser digna de oídos delicados y acostumbrados a cosas altas y peregrinas, sin embargo, no dudo, podrá servir de una conversación inocente, útil y divertida en alguna de las cansadas noches del invierno al abrigo de la chimenea. VALE”.
Ese verano en el que Ortiz escribe la debió ser el de ese mismo año de 1793 (la obra salió impresa hacia finales de año); año en el que ya se encontraba bastante recuperado tras haber pasado una larga temporada con fiebres intermitentes, consecuencia del paludismo que adquirido, bien en los pueblos de la ribera valenciana en donde había estado de párroco antes de su ida a Italia, o bien en la misma Italia en donde también existían zonas endémicas de esta enfermedad; siendo lo cierto es que a finales de 1789 durante una estancia suya en Xàtiva, su estado llegó a ser tan grave que temió perder la vida. Yo he podido averiguar que en ese año de 1793 Ortiz residía en el número uno de la madrileña Plazuela del Barranco, en compañía de su sobrina Josefa (hija de su hermano menor Joaquín, y por supuesto también nacida en Ayelo) que le estaba cuidando con motivo de su enfermedad.
También hay que hacer notar en esta introducción de Ortiz a la obra la frase: “así también yo, aunque diversamente, habiendo por algunos encargos corrido el mundo...”, en la cual está aludiendo claramente a su viaje a Italia. Recordemos que, en la primavera de 1778, cuando era vicario mayor de la Colegiata de Xàtiva, había partido a Italia con el fin de poder hacer una correcta traducción con comentarios de la obra fundamental de la arquitectura grecorromana de la antigüedad: “Los diez libros de arquitecto Marco Vitruvio Folión.” El viaje era aventurado porque Ortiz partía con el escaso dinero que había podido reunir tras vender sus pocas pertenencias y así, las dificultades empezaron cuando la estancia italiana que él había previsto corta, se fue alargando ante su voluntad de que su traducción y comentarios de esta fundamental obra fue la mejor que podía desear España. Ni que decir tiene las penalidades económicas que sufrió hasta que por fin le llegó la tan ansiada pensión que le concedía el rey Carlos III en 1782. Dos años después, y tras seis años de estancia en Italia regresaba a España con su cuidada traducción comentarios y diseños; y por fin, en 1787 y por orden real, se imprimía esta obra, con todo esmero que el rey deseaba, en la Imprenta Real.
No obstante, y como ha puesto de manifiesto el profesor Maurizio Fabri de la Universa Bolonia en un artículo publicado no hace muchos años (1), “El azote de tunantes” es una obra que Ortiz escribió tomando como modelo otra italiana en el siglo XVII. Esta obra popular de la “literatura picaresca” italiana era la de Rafaele Frianoro: Il vagahondo, ovrero sferza” de “bianti e vagabondi”, cuya primera edición fue la hecha en Viterbo en 1621; y de ahí que, en alguno de los anuncios publicados en los diarios de la época, el” Azote de tunantes” de Ortiz se presentó como obra traducida del toscano. En conclusión, hay que decir que Ortiz en su versión española sigue los distintos capítulos de la obra de Frianoro en los que trata sobre la variedad de engaños que utilizan los llamados en Italia “bianti e vagabondi”, pero adaptando las narraciones al gusto y entendimiento español, e introduciendo narraciones a propias que, en muchas ocasiones, como es el caso de las que voy a transcribir relacionadas con Ayelo, son contadas por haberlas observado él mismo.

Fernando Goberna Ortiz
Programa de festes 1992

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