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miércoles, 19 de julio de 2017

LA FAMILIA COMENGE PICÓ Y SU VÍNCULO CON AYELO DURANTE EL SIGLO XIX (I part)


Josefa Ortiz Arques (Ayelo de Malferit 1771-Valencia 1859).

Ayelo, así escrito con la “y” (el cambio a la i es contrario a nuestra historia e incluso a nuestro patrimonio), ha tenido a lo largo de su historia algunos linajes que han destacado del conjunto de su población, bien por algún hecho notable o bien porque algunos de los pertenecientes a los mismos han merecido que de ellos se tenga perpetua memoria. Una de estas familias es la de los Comenge Picó, de la cual me voy a ocupa en este escrito.

La historia de esta familia en Ayelo comienza  a principios  del  siglo XIX  con  la llegada a nuestro  pueblo del matrimonio formado por el maestro boticario Ignacio Comenge Boronat y Josefa María Picó Arqués. Tenian ya tres fijas, y en Ayelo tuvieron cuatro hijos y dos hijas más; entre todos ellos y ellas, tal y cono iré comentando, destacaré a Ignacia que se casó con un sobrino del deán Ortiz (por cierto, es una oportunidad única poder contemplar el retrato que le hizo el pintor Vicente  López, el cual está, en el que fue  convento de Santo Domingo, en Xátiva, en la exposición Lux Mundi; dicho cuadro ha sido traído de U.S.A. para esta exposición, pues forma parte de la colección de obras de arte de un museo de Florida); a Sinforosa que se casó con un hermano del marqués de Malferit, a Juan Bautista que siguió los pasos de su padre en los estudios de farmacia, pero que además fue profesor en Madrid, periodista y padre del célebre Luis Comenge Ferrer que fué médico, historiador y asimismo periodista; y por último Rafael, también médico y padre del literato y político, Rafael Cornenge Dalmau, hijo ilustre del pueblo de Alberique en donde tiene dedicada calle y monumento.

De todos ellos,  del  resto  de  los  hermanos  Comenge  Picó,  y  de  sus  descendientes  hasta  la  actualidad diré lo que he podido conocer por los documentos y también por lo que me han dicho algunos de estos descendientes, especialmente Encarna Torrijos Castelló.

Comencemos, pues, por el maestro boticario Ignacio Comenge Picó y los motivos que le llevaron a residir en Ayelo con su familia a principios del siglo  XIX.

I. EL MAESTRO BOTICARIO D. IGNACIO COMENGE BORONAT (Gorga, 1771 - Ayelo de Malferit,   1836).

Gorga es un pequeño pueblo de la provincia de Alicante, hoy en día en el partido judicial de Cocentaina, que está situado a la derecha del río Ceta, el cual es afluente del de Penáguila, población de la cual no se encuentra muy Iejos. Famosos fueron en otro tiempo los gallos conocidos por los de la casta de Gorga, ya que eran muy grandes. La iglesia parroquial de Gorga, dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, fué construida por los mismos años que la de Ayelo, y en esta fué bautizado, el 9 de agosto de 1771, un niño, cuyos padres eran Vicente Comenge Cantó y Josefa Boronat Esteve (todos estos datos los conozco por un expediente relacionado con su hijo, el citado médico Rafael que luego comentaré), los cuales eran  vecinos de esta población de Gorga, como también lo habían sido sus abuelos paternos y maternos. En este pueblo tenian una casa-palacio los marqueses de Ariza, y su caserío no pasaba del centenar de casas, incluyendo algunas masías. Aparte de Penáguila, estaban cerca de Gorga las poblaciones de Alcolecha y Benilloba, lo cual es importante  mencionar  por  lo  que  a  continuación diré.

El joven Ignacio pudo estudiar y consiguió el título de maestro boticario que le permitía, en esta época, tener su botica para vender remedios para las  enfermedades.
Hacia 1796 se casó con una joven de Alcolecha llamada Josefa Maria Picó y Arqués, de la cual tengo que ocuparme a continuación.
 
II. JOSEFA MARÍA PICÓ ARQUÉS (ALCOLECHA, 1779 - AYELO DE MALFERIT, 1870).

Alcolecha se encuentra en una ladera de la Sierra de Aitana. Allí tenia el marqués de Malferit un torreón o casa señorial, pues también era señor territorial de esta pequeña población, como ocorria con Ayelo. Su caserío no era mayor de la cincuentena de cases y cerca de la población se encontraba Beniafé que era un grupo de casas cuyos habitantes eran atendidos por el párroco de Alcolecha. La iglesia parroquial era la de San Vicente Ferrer y en la misma había estado de ecónomo un presbítero de Ayelo, que no era otro que José Ortiz y Sanz (1739-1822), el que, pasado el tiempo, sería deán de la Colegiata de Játiva e ilustre historiador, literato y erudito. Lo fué desde el 29 de agosto de 1769 hasta el 5 de noviembre de 1770, es decir algo más de un año; durante este tiempo tuvo lugar el matrimonio de su hermano Joaquín Ortiz y Sanz con una joven de Alcolecha llamada Teresa Arqués Catalá; la ceremonia se celebró en esta parroquia de Alcolecha y, casi con toda seguridad, el oficiante fué el propio ecónomo José Ortiz; luego el matrimonio pasó a residir  en Ayelo  tal y  como  era la costumbre.

Deán Ortiz y Sanz (Ayelo de Malferit 1739-Valencia 1822)

Una hermana de Teresa Arqués Catalá, llamada Josefa Ignacia Arqués Catalá, se casó a su vez, también por entonces, con José Picó Gadea vecino asimismo de Alcolecha; pues bien, de este matrimonio nacería en 1779 Josefa María Picó Arqués, siendo bautizada en la parroquia de San Vicente Ferrer el 20 de septiembre de ese año. Así pues, cuando el maestro boticario Ignacio Comenge se casa con ella tenían en Ayelo a su tía Teresa casada con el hermano del que sería deán de la Colegiata de Játiva. Pero este no era un motivo suficiente para que pasaran a residir en Ayelo, como así lo hicieron a principios del siglo XIX. El motivo es lo que voy a explicar ahora.
 
III. IGNACIO COMENGE BORONAT PROCURADOR DEL MARQUÉS DE MALFERIT EN AYELO EN 1809.

Desde su matrimonio, hacia 1796 como he dicho, hasta 1809, parece ser que residieron en Alcolecha, en Benilloba y en Muro, poblaciones en las cuales Ignacio debió de ejercer su oficio de maestro boticario. Tuvieron tres hijas en estos años, Josefa, Ignacia y Leonor; la primera había nacido en 1800, la segunda en  Benilloba en 1803 de la tercera desconozco el año de su nacimiento.

En 1809 la familia residía en Muro, pues a esto hace referencia la escritura que otorgó el marqués de Malferit, D. Salvador Roca y Pertusa, en Valencia el 8 de julio de ese año ante el escribano Carlos Pajarón (Archivo del Reino de Valencia), por la cual nombraba a Ignacio su procurador en Ayelo. El motivo por el cual el marqués otorgó este poder a Ignacio debió de estar relacionado, quizá, con la satisfacción que el marqués tenía con la administración que el maestro boticario había hecho, años antes, en su Iugar de Alcolecha, y es posible que el padre de éste, Vicente Comenge ya hubiera sido su administrador en Alcolecha tiempo  atrás.

Era un  otorgamiento  de  amplios  poderes  que  obligaba  a  Ignacio  y  su familia  a  residir  en Ayelo,  en donde tendría las llaves de la casa-palacio para desde allí llevar toda la  administración del marqués; así por ejemplo, tenía el poder de concedir la enfiteusis perpetua en las tierras incultas y solares de cases en el término  de Ayelo  con los cánones y censos  anuos, y demás  gravámenes  establecidos  y pactados  en  la escritura de población; dar licencia para las ventas, enajenaciones y traspaso de bienes, sitios y raíces situados en el propio término, con las correspondientes  escrituras;  dar  licencia para poder cortar   árboles y recoger leña, con arreglo a las reales órdenes expedidas sobre el particular; y también tenía el poder de representar al marqués en cualesquiera pleitos en los cuales pudiera tener intereses el citado D. Salvador Roca y Petusa.

Ignacio y su familia comenzaron  por  entonces,  pues, a  residir  en Ayelo.  Eran tiempos  difíciles porque, en aquellos años, había en España una guerra, la Guerra de la Independencia, con los desordenes y penurias propias de toda guerra, y además estaba pendiente el pleito que mantenían los vecinos de Ayelo con el marqués a  propósito  de asuntos  relacionados  con  el  régimen señorial.

Durante estos años de la guerra, en los cuales Ignacio hizo lo que pudo en cuanto a la procura del marqués, la familia residió en una casa de la calle de San Lorenzo en la cual estaba también la botica en la que Ignacio ejercía su oficio de maestro farmacéutico (seguramente la primera farmacia que ha tenido Ayelo). Durante estos años, y hasta el final de la guerra en 1814, nacieron tres hijos más del matrimonio, los cuales fueron bautizados en la parroquia tal y como está recogido en el índice hecho por el párroco Juan Bautista Bataller en los  años  treinta  del  mismo  siglo  XIX;  fueron Sinforosa Comenge Picó  nacida  en  1811, José Ignacio Comenge Picó nacido en 1813, y Rafael Comenge Picó que lo hizo en 1814.

Por otro lado, su tía, la citada Teresa Arqués Catalá, y Joaquín Ortiz y Sanz residían en Ayelo, como ya he dicho; pues bien, una hija de este matrimonio, Josefa Ortiz Arqués, había acompañado a su tío, el que sería deán de la Colegiata de Játiva, para atenderlo en una enfermedad que había padecido; allí se había casado con el que sería el célebre grabador Tomás López Enguídanos, y ahora, a principios de la Guerra de la Independencia, Josefa se había refugiado, estando embarazada, en Ayelo, y aquí continuó durante parte de la misma; su marido, el citado grábador, también estuvo en Ayelo aunque en breves períodos de tiempo; y así, lo cierto fue que durante estos años nacieron tres de los hijos de este matrimonio aquí en Ayelo, Joaquín Pablo López Ortiz, nacido en 1808, Josefa Dorotea López Ortiz nacida en 1810 y Margarita López Ortiz, que tuvo la desgracia de ser ciega de nacimiento, en 1812. Menciono este  hecho de la estancia de Josefa Ortiz porque ambas familias, aparte de la relación familiar, debieron de estar muy unidas en estos tiempos tan difíciles.

En los años posteriores a esta guerra nacieron tres hijos más de la familia Comenge Picó, María Teresa, nacida en 1915, Fermín en 1817 y por último Juan Bautista en 1820, el cual fué, por lo tanto, el menor de todos  los hermanos.

IV. LA FAMILIA COMENGE PICÓ HASTA LA MUERTE DEL PROGENITOR EN 1836.

Eran, pues, nueve los hijos de Ignacio y María Josefa; la diferencia de edad entre la mayor, seguramente Josefa, y el menor Juan Bautista era de veinte años. Todos los hermanos debieron de recibir aqui en Ayelo la  primera  enseñanza.

En 1820 muere el marques D. Salvador Roca y Pertusa. D. Ignacio, parece ser, continuó la procura algunos años más siendo la marquesa la hija de D. Salvador y Dona lgnacia Roca y Castelví. Para entonces las hijas mayores del maestro farmacéutico tenían ya la edad casadera, y así, la mayor Josefa se casó con José Bellot (no consta en el citado índice que tuvieran hijos en Ayelo, por lo que es posible que residieran en otra población), la segunda Ignacia lo hizo, alrededor  del  año  1820, con Juan Bautista Ribes Castelló, que era uno de los hijos del médico del pueblo de entonces Vicente Ribes y de su mujer Francisca Castelló.

Ese mismo año de 1820 tuvieron su primera hija a la que pusieron por nombre Elena la cual morirá al año de nacer, en 1822 nació la segunda hija a la que bautizaron Virginia, y en 1828 la tercera que fué Adelaida.

Otra de las hermanas Comenge Picó, Leonor, se Casó con Feliciano Sanz y tuvieron cinco hijos, todos varones, Joaquín Ignacio, Juan Bautista, José Féderico,  Silvestre y Feliciano.

De los otros seis hijos, los nacidos en Ayelo entre los años 1813 y 1820, conozco el dato, (por el citado expediente de Rafael Comenge que ahora comentaré), que el 14 de septiembre de 1825 recibieron el sacramento de la confirmación con motivo de la visita al pueblo del arzobispo de Valencia el ilustrísimo D. Simón López, siendo padrinos de la ceremonia el abogado D. Juan Bautista Calabuig y la hermana del cura de entonces dona María Josefa Tormo y Sanz.

Cinco años después, en 1830, Rafael, el quinto de los hermanos, tenía dieciséis años y era un estudiante de 2 de Filosofía que residía en Valencia. Ese año fue instruido un expediente, al optar Rafael a un beneficio eclesiástico (bajo la invocación de los Santos Juanes) de la parroquia de la Santa Cruz de esta ciudad. Dicho expediente se encuentra en el Archivo Metropolitano de la misma y en  el  mismo  constan  muchos de los datos sobre su ascendencia familiar que he ido comentando en este escrito. Luego Rafael estudiaría medicina en la Universidad de Valencia  como  diré  más adelante.

También hacia 1830 Ignacia quedó viuda por la  muerte de Juan Bautista Ribes; sus hijas, ya citadas, tenían ocho, seis y dos años. Un año después contrajo matrimonio con Francisco Ortiz  Arqués, hermano de la anteriormente citada Josefa Ortiz Arqués y, por lo tanto, también  sobrino del deán Ortiz. Sin duda influyó en este matrimonio la amistad, y el parentesco familiar, entre ambas familias, antes mencionado; la diferencia de edad entre ambos, no obstante, era notable, pues Ignacia tenía veintiocho años y Francisco tenía cuarenta y seis. Este sobrino del deán era labrador, y había heredado de su padre Joaquín  Ortiz Sanz algunas tierras y  casas; y entre estas, de la herencia de su tío el deán, la casa de campo dé Pursons y la mitad de una casa, que por entonces estaba a medio construir, porque así la había dejado el deán a su muerte, ocurrida en Valencia en 1822, en la calle de San Lorenzo, la cual lindaba con la citada casa familiar de los Comenge Picó. La otra mitad de la casa pertenecía, por la misma herencia del deán, a su hermana Josefa, la cual la vendió en 1839, por escritura fechada el 29 de mayo de ese año (notario Simón Mestre. Archivo del Reino de Valencia), a don Joaquín Mercader y Roca hermano del marqués don Pascual Mercader y Roca, hijos ambos de la marquesa citada doña Ignacia Roca y Castelló. Más adelante comentaré algunas cosas más de esta casa que, de haber sido construida en su totalidad, estoy seguro que hubiera sido un edificio magnífico por los conocimientos  en arquitectura del deán.

En  1839 ocurrió  la  muerte  de  D. Ignacio. Fue  durante  el frío invierno de ese  año cuando enfermo  de  una pulmonía, falleciendo,  en  la citada casa familiar  de  la calle  de San  Lorenzo, el día 27  de  ese  mes a los sesenta y  ocho  años  de edad  (Archivo  Parroquial). Fué enterrado  en  un panteón,  que tuvo la familia en el cementerio antiguo de Ayelo, tal y como mencionará su hijo Rafael en unas notas familiares que transcribiré al final de este escrito.  
                                                                    
Al año siguiente de su muerte fué hecho el inventario de sus bienes (Archivo Municipal de Ontinyent.  Protocolos de  Manuel Vallas, escritura de 5 de enero de 1840). De este inventario destacan los seis o  siete jornales de tierra de secano, incluida una casa de campo, en  la  partida de la Umbría del Estret, tres hanegadas de tierra en Benilloba, y la casa de la calle de San Lorenzo número 67, en la cual estaba la botica que fue justipreciada, por el maestro farmacéutico Don Lorenzo Luis Campos, en 150 libras (allí, en frascos, estarían los revulsivos como la esencia de trementina,  los analgésicos  como  el  láudano  de Sydenham,  los vomitivos como la ipecacuana, los purgantes como el aceite de ricino, los antidiarreicos como el subnitrato de bismuto, los antifebriles como la quinina, los somníferos como el cloral o los antisépticos como el sublimado). Por su parte en la casa y corral, fueron inventariadas las sillas, mesas, camas, arcas, cofres y una cómoda que allí había, justipreciadas por el carpintero Mariano Nicolau; las sábanas, cubertores, manteles, colchas y demás, fué justipreciado por Josefa Faus consorte de Salvador Vicent; en el corral un Cerdo de trece arrobas, que fué justipreciado en 42 libras, un pollino, tres cahíces de trigo, un cahíz de panizo, cuatro arrobas de aceite, 60 cantamos de vino y 50 arrobas de algarrobas. Entre el capítulo de deudas, había algo que la familia debía por los gastos del funeral, también a la Casa de Enseñanza de Niñas de Valencia,  lo cual  indicaría,  quizá, que algunas de las hijas había ido a estudiar allí, al albañil José Insa y al citado D. Joaquín Mercader. Como testigo de la escritura firmó José Requena, practicante de  medicina.

Su mujer, doña Josefa Picó Arqués, tal y como mencionaré más adelante, murió muchos años después, en 1874, a la la longeva edad de noventa y cinco años. Cuando murió D. Ignacio todos sus hijos e hijas eran mayores  de  edad,  excepto  el  menor  de todos ellos, Juan Bautista,  que  tenía  diecinueve años.

 V. LA FAMILIA COMENGE PICÓ HASTA LA MUERTE DE LA PROGENITORA EN 1874.

Dos años antes de la muerte de D. Ignacio, es decir en 1837, falleció, a los cincuenta y  dos años, Francisco Ortiz Arqués, el sobrino del deán y esposo de Ignacia, la cual volvía a quedar viuda. Del matrimonio con Francisco tenía dos hijas y un hijo, Sixta, la cual había nacido en 1832 era la mayor, Francisco, que era dos años menor que Sixta, y la menor Josefa que había nacido el mismo año de la muerte de su padre, al cual, por lo tanto, no conoció; además, tenía a las citadas  dos  hijas de su anterior matrimonio, Virginia, la cual por entonces era una joven de quince años, y  a Adelaida  de siete años.

Otro hecho destacado de estos años fue el casamiento de su hermana Sinforosa Comenge Picó con el susodicho hermano del marqués de Malferit D. Joaquín Mercader y Roca. La boda se celebró en la iglesia de Ayelo el 22 de febrero de 1845, por lo tanto la novia tenía veintinueve años (D. Joaquín, que había nacido en Valencia en 803 tenía ocho años más que la novia). Por otro lado, ¿qué havia ocurrido con la parte de la casa del deán que D. Joaquín había comprado a Josefa Ortiz Arqués en 1839?, pues que la había vendido tres años antes a Rafael Penalba que era un labrador de Ayelo (la fecha fue el 20 de octubre de 1842. Archivo Municipal de Ontinyent, protocolos del escribano de Ayelo Manuel Valls). En estos apenas tres años no creo que D. Joaquín mandara hacer obras en la casa pues, por la escritura de compra a Josefa, conocemos el hecho de que la casa del deán tan sólo tenía las paredes, el techo, el maderaje para continuar la construcción y unas puertas grandes que tenían que colocarse en la entrada principal por la calle de San Lorenzo. ¿qué hizo D. Joaquín con estas puertas grandes?, es un dato que desconozco. Lo cierto es que el matrimonio residió en Valencia, que D. Joaquín murió en 1859 y que tuvieron una hija llamada D. Joaquina Mercader Comenge (existe una escritura, en el Archivo del Reino de Valencia, del notario Miguel Tasso y Chiva de fecha 11 de noviembre de 1866, por la cual doña Sinforosa, viuda de D. Joaquín Mercader, otorgaba poder a su hermano, D. Rafael Comenge, médico, para que pudiera intervenir en asuntos relacionados con la herencia de su hija doña Joaquina).

Su hermano Rafael era por entonces, en efecto, médico con ejercicio profesional en Alberique; allí había contraído matrimonio con Ciriaca Dalmau en 1850; el hijo ilustre de Alberique, D. Rafael Comenge Dalmau nacido en 1855, fue fruto de este matrimonio (más adelante  mencionaré  algunos datos  biográficos).

Otro de los hermanos, José Ignacio Comenge Picó, estudió derecho, seguramente en Valencia; y los únicos datos que conozco (por el índice del archivo parroquial y por algunas escrituras del Archivo Municipal de Ontinyent) fue que casó con dona Mariana Martínez, la cual no era de aquí, que en 1845 tuvieron una hija en Ayelo, que murió, Alba, en 1869 residía en Ayelo, que era abogado y estaba casado.

El menor de todos los hermanos, Juan Bautista Comenge Picó, estudió farmacia y, desde muy joven residió en Madrid, ciudad en la que se casó con una Ferrer; allí fue profesor y periodista, pues llegó a dirigir la publicación periódica El Crisol; hijo suyo fué Luis Comenge Ferrer (nacido en Madrid el 17 de febrero de 1854), medico e historiador ilustre como comentaré también más adelante, según su hijo, en unos comentarios de su obra Curiosidades Médicas editada en Madrid en 1886, su padre, al que llama queridisimo, tenía profundos conocimientos en la lengua latina y le trasmitió el gusto por la bibliografía.

La madre de los Comenge Picó, la abuela Pepa como la llamará su hijo el medico de Alberique (ver más adelante las notes  manuscritos) murió en Ayelo el 20 de febrero de 1874 a los novena y cinco años de edad en la casa de su hijo Fermin, el cual por entonces tenia cincuenta y siete años con la circunstancia de que estaba ciego (así consta en el registro de la defunción de su madre en el Archivo del Juzgado de Ayelo); fue enterrada en el cementerio antiguo de Ayelo en el mencionado panteón familiar.

Para entonces ya habían muerto algunos de los hermanos Comenge Picó, y de hecho,  el  único que quedaba en Ayelo era Fermín. Así, la primera en morir había sido Leonor que lo había hecho muchos años antes, en 1855, de hecho, cuando la abuela Pepa dictó su último testamento en Ayelo el 26 de enero de 1867 (Archivo Municipal de Ontinyent, protocolos del notario de Ayelo Enrique Calabuig), vivían todos sus hijos excepto Leonor; no obstante, entre esa fecha y la de 1874 fallecieron el abogado D. José, doña Josefa (casada con un Bellot) que murió en 1870, e Ignacia que también  falleció ese año de 1870 de la cual ahora me ocuparé (de doña María Teresa no tengo datos, y los otros tres residían fuera de Ayelo, el citado D. Rafael médico de Alberique,  D. Juan  Bautista  en Madrid y  doña Sinforosa  en  Valencia).

Fernando Goberna Ortiz 
(I part)
Programa de festes 2007

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