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lunes, 16 de mayo de 2011

Recuerdos de un médico de Ayelo de Malferit (IV)



Situaciones hoy inimaginables, se daban por entonces; así por ejemplo, recuerdo un día que me avisaron para que atendiera a una familia de gitanos ambulantes que pasaba por la "Venta". Cuando llegué pude apreciar que una joven gitana estaba de parto allí en medio del camino; y recuerdo que el "tío León", que era el ventero, y su esposa nos dijeron que pasásemos al interior de la venta, y allí terminó felizmente el parto de la joven gitana con el nacimiento de un niño.

En 1942, dos años despues de llegar a Ayelo, me casé con Matilde Ortiz López, hija del pueblo y pasé a vivir a la calle Mayor.

Otro asunto era el retraso con que cobrábamos nuestros haberes en el Ayuntamiento, y no sólo nosotros, sino que los maestros pasaban meses y meses sin cobrar sus derechos de alquiler de viviendas. Más de una vez, el propio D. Miguel Colomer (que en ese aspecto siempre se portó muy bien conmigo) me adelantó de su bolsillo mi sueldo ante los retrasos con que llegaban los pagos.

En el pueblo también se comentaban de vez en cuando algunas cosas sobre los "maquis". Lo cierto es que, que yo me enterara, nunca llegó a haber ninguna acción de estas guerrillas en los montes cercanos a Ayelo; y tan sólo recuerdo que uno de los guardias civiles que había en el pueblo y que se llamaba Navarro de apellido, me contó que un día, recién terminada la guerra, les avisaron de que por la carretera habían visto gente armada que se dirigía al pueblo; así que salieron a las afueras, y como no vieron a nadie, optaron por permanecer en el cuartelillo con la puertas cerradas y estar a la expectativa (creo recordar que había un cabo y cuatro o cinco guardias).

Aparte de atender mi clínica y las visitas a domicilio, yo iba estudiando por entonces para presentarme en la primera oportunidad a las oposiciones para médicos titulares. Un día que estaba estudiando por la noche en mi habitación del hostal (debía de ser hacia la segunda mitad del año 1941), noté que de repente la lámpara comenzaba a oscilar y que los muebles se movían, rápidamente identifique aquello como un terremoto, fenómeno aquel, del cual la gente mayor del pueblo seguramente se acordará.

Con mi mujer y mis tres hijos mayores en el Ensanche, hacia mediados de los años cincuenta.

Cuando tenía que hacer alguna visita a las casas de campo, generalmente hacía el camino a pie, y en ocasiones en alguno de los pocos vehículos a motor que había en el pueblo, o también en tartana llevada por uno o dos mulos.

El 15 de abril de 1942 me casé en la parroquia de la Santa Cruz en Valencia con una hija del pueblo: Matilde Ortiz López, como toda la gente del pueblo conoce; y desde entonces tuve mi domicilio en la calle Mayor 65.

De la generosidad de la gente de Ayelo no he dicho nada todavía, pero lo cierto era que en ocasiones especiales, tales como la navidad, era tal la cantidad de pollos y conejos vivos que me regalaban, que mi mujer ya no sabía donde ponerlos.

En 1943 se creó el Seguro Obligatorio de Enfermedad, organizado en lo que se llamaban las Cajas Nacionales; y aunque al principio incluía a muy pocos trabajadores, fue el comienzo de algo que iba a cambiar la actuación profesional de los médicos en España. Yo recuerdo que para optar al concurso para formar parte del escalafón de los médicos del S.O.E. tuve que hacer un donativo de 25 pesetas a la delegación provincial de sindicatos F.E.T. y J.O.N.S.

En 1944 (creo que fue ese año) fuí festero en la comisión de fiestas patronales de ese año (junto a Manolo Ferri, Bautista Galiana, y otros hoy ya desaparecidos), pues bien, fue notable la ardua lucha que mantuvimos para que hubiera verbena, pues a ello se oponían tenazmente D. Manuel y D. Francisco Castelló (ambos hermanos y curas párrocos entonces). Al fin se consiguió que cuando finalizara la procesión habría verbena, pero que ésta tan sólo podría durar hasta las once de la noche; muy felices estábamos por haber conseguido esto, pero con lo que no contábamos es con que la procesión saliera con un considerable retraso: a las diez. A este propósito recuerdo también una anécdota bastante divertida: un día receté a alguien (no recuerdo quien era) que tomara unas sulfamidas cada varias horas. Al día siguiente fuí a verle y me dijo que no las había podido tomar porque tenía que comulgar (creo que empezaba el ayuno a las 12 de la noche para poder tomar la comunión en la primera misa de la mañana). Ante esto fuí a hablar con D. Manuel Castelló para plantearle la necesidad que tenía dicho enfermo de tomar la medicina tal y como se le había recetado; allí estuvimos argumentando los dos un buen rato sobre como resolver la situación, hasta que D. Manuel Castelló con resolución me dijo: "Mire, que se lo tome y yo me hago responsable de la falta que pueda cometer".

En 1945 yo ya pertenecía al escalafón de médicos del S.O.E. (los médicos titulares pasaron a ser también médicos del S.O.E.); de tal forma que se me adjudicó la plaza de la localidad de Museros, pero pude permutar la misma con el compañero que le tocaba venir a Ayelo, y de esta forma permanecí aún de forma interina hasta que en diciembre de 1947 obtuve el nombramiento en propiedad de la plaza de Ayelo de Malferit.

Agosto de 1958. En Ayelo por "les Cases Barates".

Por entonces se comercializó la penicilina en España, lo cual fue una ayuda extraordinaria para el médico en su lucha contra las enfermedades infecciosas. Yo recuerdo que fue precisamente a mi hijo José Ricardo (el segundo de mis hijos que entonces tendría unos dos años) al que primero administré la penicilina en el pueblo, ya que padecía en aquellos momentos una neumonía; así, estuve pinchándole una ampollita de penicilina cada tres horas (creo que eran de los laboratorios Antibióticos S.A.), y el resultado fue excelente. Luego llegaría el cloranfenicol y la estreptomicina, con lo cual ya pudimos combatir con eficacia en el pueblo las fiebres tifoideas que nos llevaban de cabeza, ya que eran muy frecuentes debido al mal estado de la conducción del agua potable al pueblo (los enfermos estaban a veces hasta dos y más meses con fiebre, y para las personas mayores de 50 años era una enfermedad generalmente muy grave).

A finales de la década de los cuarenta ocurrió un suceso en las cercanías de Aielo que la gente mayor sin duda recordará, me estoy refiriendo al crimen que se cometió en el puerto de l'Olleria. Recuerdo bien que sucedió durante los días en que se celebra la feria de agosto de Xátiva, y yo estaba en una casa de campo con mi familia. Hasta allí llegó corriendo y alterado el alguacil para decirme que acudiera rápidamente al cuartel de la Guardia Civil pues había habido un accidente en las proximidades del puerto de l'Ollería, y el herido lo habían traído a Aielo y estaba en el cuartel. Al llegar allí había bastante gente, y todo eran rumores de que los "maquis" habían tiroteado a un coche cuando pasaba por el puerto. En efecto, allí en el cuartel había un coche en cuyo interior y en los asientos de atrás había una persona tumbada que ya era cadáver; y entonces, el conductor del vehículo y otro acompañante que iba en el coche, me dijeron que habían sido tiroteados al pasar con el coche cerca de allí. A mi me extrañó sobremanera aquello, ya que hacía mucho tiempo que no se hablaba de los "maquis", y además nunca habían actuado por aquellos montes como ya he mencionado; así que examiné el cadáver y pude comprobar que tenía una herida por arma de fuego, cuya arma había sido disparada sin duda a corta distancia, pues tenía el característico tatuaje que la pólvora hace alrededor de la herida en esos casos (yo había visto heridas de todo tipo en la guerra). El cadáver fue trasladado a continuación al cementerio de Ayelo y depositado en la sala de autopsias, en donde pude confirmarme en mis anteriores apreciaciones.

Así pues, le comunique al oficial que mandaba la Guardia Civil mis sospechas de que la versión que se había dado del suceso no parecía ser cierta y, quedándome muy sorprendido, vi que no daba mayor importancia a lo que le había dicho, dándome a entender, además, que no hacia falta que elaborara ningún informe. Al día siguiente unos coches militares se llevaron el cadáver a Valencia, y sobre aquello nada más se supo. Falta añadir que, al parecer, los dos viajeros que iban en el coche, aparte del conductor, eran hijos de importantes militares o cargos políticos de Valencia, y se comentó que uno de ellos había matado al otro por una cuestión de celos amorosos por una mujer.


.../... continuará

Raimundo Goberna. Opúsculo publicado por el Ayuntamiento de Aielo de Malferit en 1990. Las fotos de las que no se indica procedencia son de Fernando Goberna.

1 comentario:

  1. "Fábrica de Licores de Aparici, Sanz y Ortiz; Ayelo de Malferit (Valencia)" R Goberna va triar anar a Aielo per l'etiqueta d'una làmina promocionada per l'empresa de la botelleria que tenia en la casa dels seus pares (vore la part II)
    Després es casà amb Matilde Ortiz, filla del poble.... i per eixes coses del destí, filla de l'Ortiz de la botelleria!!!
    O això tinc entès, o això m'han explicat...

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